Madrastra Europa
La distancia que la ciudadan¨ªa tiene respecto de sus instituciones se traslada tambi¨¦n a la UE
A tenor de los datos de esta encuesta, los espa?oles nos sentimos hu¨¦rfanos de todo apoyo pol¨ªtico y econ¨®mico. Ya conoc¨ªamos la distancia creciente que la ciudadan¨ªa est¨¢ tomando respecto de sus propias instituciones nacionales; ahora, y en una extensi¨®n sin precedentes, este estado de cosas se traslada tambi¨¦n a Europa. Hasta hace poco la UE hac¨ªa las veces del pariente lejano, pr¨®spero y simp¨¢tico, que nos ayudaba en los momentos dif¨ªciles y nos ofrec¨ªa una red de seguridad frente a nuestras veleidades pol¨ªticas o a nuestra incapacidad para mantener el adecuado orden econ¨®mico. Esta percepci¨®n parece haberse transmutado en la contraria. Si Europa sigue con sus pol¨ªticas para abordar la crisis habr¨¢ perdido gran parte de su sentido para una abrumadora mayor¨ªa de espa?oles, habr¨¢ dejado de sernos ¨²til, como opina el 86 % de los encuestados. Ha hecho mella el discurso de que en la UE se ha producido un cambio de modelo, que Bruselas ha emigrado a Berl¨ªn. S¨®lo as¨ª se explica que el 85% de los espa?oles crean que las pol¨ªticas econ¨®micas que emanan de ella responden m¨¢s a los intereses de Alemania que a los de otros pa¨ªses. De ah¨ª que un aplastante n¨²mero de nuestros conciudadanos (94%) aboguen porque las reformas no s¨®lo afecten a los pa¨ªses deudores, sino que se trasladen a la UE como un todo.
La conocida m¨¢xima de Ortega de que ¡°Espa?a es el problema; Europa la soluci¨®n¡± ha devenido en una profec¨ªa fallida. Espa?a es el problema y ya no hay soluci¨®n europea para nuestras desdichas. Como antes dec¨ªa, doblemente hu¨¦rfanos. Pero quiz¨¢, como alguna vez le o¨ª decir al profesor Rubio Llorente, nunca supimos comprender adecuadamente aquello a lo que se refer¨ªa el fil¨®sofo. La soluci¨®n europea en la que estaba pensando era en la adopci¨®n del modelo europeo de democracia y modernizaci¨®n, no en disponer de una ubre nutricia que nos transfiriera parte de sus recursos para salir del subdesarrollo. Esta ¨²ltima versi¨®n es la que acabamos crey¨¦ndonos y ahora hace aguas entre la opini¨®n p¨²blica. Aquello en lo que no hab¨ªamos ca¨ªdo es que ser un pa¨ªs europeo moderno y democr¨¢tico equivale a tomar el mando de nuestro propio destino, a asumir la responsabilidad por nuestras decisiones. Hay suficientes razones para pensar que las pol¨ªticas que nos impone la UE pueden estar equivocadas, pero de ah¨ª a convertirla en chivo expiatorio de nuestras desdichas hay un buen trecho. Nuestra capacidad para actuar en Europa y alterar el rumbo de los acontecimientos no se ha cerrado. En nuestras manos est¨¢ el poder reconducirlo; en eso consiste el ser ¡°europeos¡±.
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