Emilio Alonso Manglano, el arquitecto de ¡®La Casa¡¯
Fallece el militar que dirigi¨® el principal servicio secreto espa?ol (Cesid) durante 14 a?os
Volv¨ª a ver a Emilio Alonso Manglano hace unos pocos a?os. Fue en una cena en el Club Siglo XXI de Madrid. Acudi¨® como oyente, lo que me sorprendi¨®, pues durante mucho tiempo hab¨ªa permanecido en el ostracismo, alejado de cualquier foro p¨²blico, como un apestado cuya compa?¨ªa todos esquivan. Me pareci¨® un hombre solo y envejecido, pero a¨²n entero. En el coloquio final tom¨® la palabra. Con el mismo tono firme de siempre, algo m¨¢s alto por la dureza de o¨ªdo. Habl¨® de la transici¨®n militar, de la dif¨ªcil tarea de convertir al Ej¨¦rcito de Franco en las Fuerzas Armadas de la democracia. Parec¨ªa como si quisiera reivindicarse recordando los tiempos en que la democracia era un anhelo amenazado e incierto.
Nacido en Valencia el 13 de abril de 1926, Manglano era un militar mon¨¢rquico. Su carrera, y su vida, dieron un espectacular vuelco el 23-F de 1981. El golpe le sorprendi¨® en Alcal¨¢ de Henares (Madrid), como jefe del Estado Mayor de la Brigada Paracaidista. En ausencia de su general y de su coronel, tom¨® el mando de la unidad, orden¨® a sus hombres armarse y llam¨® a Guillermo Quintana Lacaci, capit¨¢n general de Madrid, y a Zarzuela para anunciarles que la brigada estaba presta para defender el orden constitucional. Si era preciso, tomando al asalto el Congreso, donde Tejero manten¨ªa secuestrados a los diputados y al Gobierno.
Tras el fracaso de la intentona golpista y la investidura del presidente Leopoldo Calvo Sotelo, el nuevo ministro de Defensa, Alberto Oliart, no encontr¨® a nadie mejor para encargarle la direcci¨®n del Centro Superior de Informaci¨®n para la Defensa (Cesid), el principal servicio de espionaje espa?ol. Era una decisi¨®n audaz, porque el decreto de creaci¨®n del Cesid reservaba el cargo de director a un general y Manglano solo era teniente coronel. Pero el decreto no fue lo ¨²nico que hubo que cambiar.
Los servicios secretos espa?oles desempe?aron un papel cuanto menos oscuro en el golpe. Algunos de sus miembros ¡ªentre ellos, el comandante Jos¨¦ Luis Cortina¡ª se sentaron en el banquillo de los acusados. Y otros no se enteraron de lo que se coc¨ªa.
Oliart le encarg¨® a Manglano que desarticulara las tramas golpistas del Ej¨¦rcito y ¨¦l se aplic¨® a la tarea. El 27-0, la v¨ªspera de las elecciones que dieron la victoria al PSOE en 1982, se preparaba otro golpe, el de los coroneles, que esta vez se abort¨® antes de pasar de conjura de papel.
A pesar de la distancia generacional e ideol¨®gica, Manglano se gan¨® la confianza de los nuevos gobernantes socialistas, de Felipe Gonz¨¢lez y de su ministro de Defensa, Narc¨ªs Serra. Durante 14 a?os, dirigi¨® sin cortapisas unos servicios secretos que fueron ganando en poder e influencia y extendiendo su campo de actuaci¨®n del golpismo al terrorismo, del contraespionaje a la econom¨ªa o la tecnolog¨ªa.
El Cesid hab¨ªa nacido en 1977, de la uni¨®n del antiguo Seced de Carrero Blanco y el servicio de informaci¨®n del Alto Estado Mayor, pero en los cuatro a?os escasos que precedieron a la llegada de Manglano cambi¨® varias veces de jefe, e incluso tuvo la jefatura vacante, por lo que nunca se lleg¨® a consolidar y ¨¦l pudo edificar La Casa ¡ªcomo llamaban los agentes al servicio secreto¡ª de nueva planta.
Cuanto m¨¢s poderoso, m¨¢s odiado. Los militares sab¨ªan que nadie pod¨ªa llegar al generalato con un informe negativo de Manglano. Por lo que, sensu contrario, todos los que ve¨ªan frustrada su aspiraci¨®n de ser generales le echaban la culpa a Manglano. Y no siempre era as¨ª.
Un incidente aparentemente menor acabar¨ªa provocando su desgracia. La revista Tiempo public¨® unas fotos del jefe de la Agrupaci¨®n Operativa del Cesid, el coronel Juan Alberto Perote, en una fiesta en Ruman¨ªa tras la ca¨ªda del dictador Ceaucescu en diciembre de 1989. Manglano consider¨® que se trataba de una imprudencia inexcusable y forz¨® la salida de su n¨²mero dos. Una salida aparentemente indolora, con aterrizaje en la compa?¨ªa Repsol, pero que Perote nunca le pudo perdonar.
El exagente se llev¨® miles de documentos y fichas del Cesid que empezaron a ser publicados por el diario El Mundo y utilizados por el exbanquero Mario Conde para chantajear al Gobierno. A pesar de la cercan¨ªa de Manglano al Rey, el Cesid hab¨ªa interceptado y grabado conversaciones privadas por tel¨¦fono m¨®vil de las m¨¢s altas autoridades, incluido el propio monarca. En la imagen p¨²blica cal¨® la idea de que la autor¨ªa de los cr¨ªmenes de los GAL correspond¨ªa al Cesid, a pesar de que quienes se sentaron en el banquillo de los acusados fueron polic¨ªas (como Jos¨¦ Amedo) o guardias civiles (como el general Enrique Rodr¨ªguez Galindo).
Era la ¨²ltima legislatura de Felipe Gonz¨¢lez, que gan¨® contra todo pron¨®stico a Aznar en 1993, y los esc¨¢ndalos acosaban sin tregua al Gobierno.
El 12 de junio de 1995, Manglano dimiti¨® como director del servicio secreto. Ni siquiera se apreci¨® entonces el alcance de esta decisi¨®n, pues su cese engros¨® una lista en la que figuraban tambi¨¦n el vicepresidente Narc¨ªs Serra y su sucesor como ministro de Defensa, Juli¨¢n Garc¨ªa Vargas. Tres cabezas por el precio de una.
La dimisi¨®n no acab¨® con el calvario de Manglano, al contrario. Los siguientes a?os fueron una cadena de comparecencias ante los tribunales. La Audiencia de Madrid le conden¨® a seis meses de arresto por un delito de escuchas ilegales y la de ?lava a tres a?os de prisi¨®n por el espionaje a la sede de Herri Batasuna. En 2004, el Tribunal Supremo revoc¨® esta ¨²ltima condena y el Constitucional orden¨® la repetici¨®n del juicio de las escuchas. Despu¨¦s de una nueva vista oral, la Audiencia de Madrid le absolvi¨® en abril de 2005. Sus problemas judiciales se prolongaron con una multitud de sumarios sobre la guerra sucia, en los que estuvo imputado.
Solo cuando se liquidaron los ¨²ltimos flecos, Manglano reapareci¨® en actos p¨²blicos. En contadas ocasiones y con discreci¨®n. Como en el Club Siglo XXI. Si su intenci¨®n era rehabilitar su imagen, no tuvo tiempo. El a?o pasado se le diagnostic¨® un c¨¢ncer que ayer por la ma?ana acab¨® con su vida en Madrid. Ten¨ªa 87 a?os, esposa y dos hijos.
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