Punto de partida
El problema de Artur Mas no es esa mayor¨ªa silenciosa que invoca el Gobierno, sino que, cualquiera que fuera el resultado de un posible refer¨¦ndum sobre la separaci¨®n de Catalu?a, la posici¨®n ganadora lo ser¨ªa por escaso margen. ?Estar¨ªa dispuesto a tirar para adelante con la independencia si sale por ejemplo un 52% de SI a la separaci¨®n y un 48% de NO? ?Est¨¢ justificado someter a la ciudadan¨ªa a un trauma como el que plantea la ruptura sabiendo que la mitad de la poblaci¨®n se considerar¨¢ derrotada gane quien gane?
?No ser¨ªa ello apostar por una inestabilidad permanente? Los m¨²ltiples lazos econ¨®micos, pol¨ªticos, culturales, familiares, ?pueden romperse con una votaci¨®n celebrada un domingo cualquiera que obligue a millones de ciudadanos a optar en t¨¦rminos excluyentes y de manera irreversible entre su identidad catalana y la compartida? Seg¨²n las encuestas, una mayor¨ªa de los catalanes sigue considerando compatibles ambas identidades, siendo la porci¨®n m¨¢s numerosa la de quienes se consideran ¡°tan catal¨¢n como espa?ol¡±. Y como le dijo St¨¦phane Dion, el padre de la famosa Ley de la Claridad que encauz¨® el debate soberanista de Quebec, a Jos¨¦ Luis Barber¨ªa (EL PA?S, 25-11-2003), ¡°la secesi¨®n obliga a optar entre los que consideras los tuyos y los que quieres transformar en extranjeros¡±.
Para evitar ese trauma, en sociedades como la catalana (biling¨¹e, con identidad plural e integrada en un Estado que tambi¨¦n lo es) se ide¨® el sistema federal o auton¨®mico, que garantiza un nivel razonable de satisfacci¨®n no del 50% de los ciudadanos sino de una mayor¨ªa mucho m¨¢s amplia. La superioridad de ese sistema sobre uno basado en un acto ¨²nico e irreversible de autodeterminaci¨®n ha sido contrastada en la teor¨ªa (no hay hoy un concepto tan cuestionado) y en la pr¨¢ctica.
Un acuerdo no para la mitad sino para la gran mayor¨ªa de los catalanes y del resto
Los sondeos revelan la existencia de una distancia considerable entre quienes se declaran partidarios de la separaci¨®n (entre el 41% del CIS y el 47% del CEO) y quienes se muestran partidarios del derecho a decidir (hasta el 80%). Esto est¨¢ siendo utilizado por Mas y sus asesores para dos cosas: extender el campo soberanista a quienes no siendo expl¨ªcitamente independentistas apoyan sin embargo el reconocimiento del derecho a decidir (Uni¨®, PSC, ICV: 46 esca?os) a fin de reclamar el refer¨¦ndum en nombre de esa artificial mayor¨ªa (que pasa de 61 esca?os independentistas a 107 soberanistas); y para tergiversar el significado del refer¨¦ndum sobre la independencia como si fuera una consulta sobre el reconocimiento de ese derecho. Con el efecto de considerar la consulta misma (que es un procedimiento) como un derecho.
En un pa¨ªs democr¨¢tico y con una fuerte descentralizaci¨®n es implanteable una declaraci¨®n unilateral de independencia, que reforzar¨ªa el rechazo internacional. Por eso ha dicho Mas que el refer¨¦ndum deber¨ªa ser legal y pactado. Legal solo puede serlo si se trata de un refer¨¦ndum consultivo, no vinculante, convocado al amparo del art¨ªculo 92 de la Constituci¨®n, que exige la autorizaci¨®n del Congreso de los Diputados. Luego para ser legal deber¨¢ ser a la vez pactado (entre las instituciones catalanas y las comunes), porque cualquiera que sea el procedimiento, incluida la futura ley catalana de consultas, deber¨¢ pasar por esa autorizaci¨®n.
Pero que sea jur¨ªdicamente posible, como sostienen algunos especialistas, partir del art¨ªculo 92 para convertir en legal un refer¨¦ndum consultivo en Catalu?a no significa que sea conveniente hacerlo. No ser¨ªa una forma fiable de medir el peso real del independentismo, porque una votaci¨®n no vinculante se presta a un voto coyuntural, de protesta contra Madrid sin riesgo de ruptura, y que, planteado entre dos ¨²nicas opciones, no refleje el pluralismo real. Pero que condicionar¨ªa cualquier paso ulterior.
Mas lo sabe, pero sigue adelante porque lo que le importa es que se celebre, sentando un precedente a invocar cuando convenga. Es lo que en el fondo refleja su comentario de que estar¨ªa dispuesto a someter a consulta una propuesta atractiva que pudiera plantear Rajoy: lo que cuenta es que haya un refer¨¦ndum, cualquiera que sea su naturaleza, que pudiera servir de pauta para uno sobre la independencia en su momento. Pero lo plantea como si la independencia ya estuviera decidida y pudiera prescindir de la opini¨®n en sentido inverso y de similar intensidad de la poblaci¨®n del resto de Espa?a. Tener en cuenta esas mayor¨ªas cruzadas implica una negociaci¨®n y un acuerdo, el cual, por l¨®gica, excluye salidas extremas, como la separaci¨®n; pero puede incluir reformas de calado, no solo en la financiaci¨®n sino en reconocimiento de la singularidad de las nacionalidades.
En esas condiciones el refer¨¦ndum ser¨ªa de ratificaci¨®n del acuerdo, como ¨²ltimo expediente de un proceso de debate y negociaci¨®n. De tal forma que el resultado fuera aceptable no para la mitad de la poblaci¨®n catalana, sino para la gran mayor¨ªa de los catalanes y del resto de los espa?oles.
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