128 espa?oles tirados en Alemania
M¨¢s de un centenar de j¨®venes espa?oles se quedan atrapados en la ciudad de Erfurt atra¨ªdos por una oferta de trabajo que los supuestos empleadores no han cumplido
Sara Alejo est¨¢ contenta de haber firmado por fin su contrato de formaci¨®n profesional. Tambi¨¦n Abraham, que peleaba el mi¨¦rcoles por la tarde con un tel¨¦fono p¨²blico en la destartalada Escuela del partido ¨²nico de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA) en Erfurt, a 300 kil¨®metros al sur de Berl¨ªn. Son dos de los 128 j¨®venes cuyo proyecto de integrarse en el c¨¦lebre sistema dual de Formaci¨®n Profesional alemana embarranc¨® en la negligencia de dos empresas intermediarias, una en Erfurt y otra en Las Rozas (Madrid), ante el pasmo de las autoridades. Vinieron con la promesa de un contrato de pr¨¢cticas con opci¨®n a otro de aprendiz en alguna empresa de la regi¨®n.
Sara, de 20 a?os, se r¨ªe pese a las dificultades pasadas en estas duras semanas: ¡°No es que nos estemos muriendo de hambre¡±, afirma, pero los intermediarios faltaron ¡°a todas las promesas¡±. Pese al contrato que acaban de firmar, les queda un mes de vivir en las precarias instalaciones de la escuela. Una sola ducha para 21 personas, que las pocas mujeres tienen que compartir con los hombres, hacinamiento en literas chirriantes, servicios malolientes y, sobre todo, la decepci¨®n de sentirse estafados.
Kerstin Schmidt descarta haber cometido negligencia. La jefa y ¨²nica trabajadora de la empresa de Erfurt que trajo a los j¨®venes dice que no tiene la culpa de la situaci¨®n. Asegura que los j¨®venes ¡°fueron informados en Espa?a¡± de qu¨¦ les esperaba al llegar a Turingia. Ella, dice con evidente enfado, siempre se ocup¨® de los reci¨¦n llegados, ¡°que decidieron por s¨ª mismos cambiarse de vivienda o de formaci¨®n¡± cuando ya estaban en Alemania. Asegura que ten¨ªa contratos de trabajo ¡°solo para aquellos que mantuvieron su elecci¨®n de trabajo desde Espa?a¡±. Lanza acusaciones generalizadas contra los espa?oles ¡°que no pagaron el alquiler¡± en el primer alojamiento que les facilit¨®. ¡°Excepto algunos¡±, admite cuando se le recuerda que Sara Alejo, por ejemplo, s¨ª pag¨®. En cuanto a las incorrectas condiciones de vida en la vieja Escuela del Partido en Erfurt, Schmidt dice asombrosamente que ¡°muchos j¨®venes alemanes tambi¨¦n viven as¨ª¡±.
Sara y Abraham recuerdan que les prometieron viviendas compartidas con habitaciones individuales. Tanta desorganizaci¨®n, repiten varios de los j¨®venes, ¡°sorprende viniendo de alemanes¡±.
El Estado alem¨¢n, a trav¨¦s del Centro de Mediaci¨®n para extranjeros (ZAV), ofrece ayudas mensuales y subvenciona los vuelos y las mudanzas de los espa?oles menores de 35 a?os que obtengan un contrato de formaci¨®n profesional. Pero ese dinero s¨®lo se paga con el contrato firmado. No era el caso de los 128 de Erfurt, que adelantaron el dinero de su propio bolsillo. Los que siguen sin contrato, un n¨²mero que Schmidt es incapaz de determinar ¡ªpero califica de ¡°excepciones¡±¡ª no cumpl¨ªan seg¨²n ella las exigencias de idioma. De los dem¨¢s problemas, como el alojamiento, se lava las manos: ¡°Yo no imparto los cursos de idioma y no informo a los interesados, yo me ocupo de ellos aqu¨ª¡±. Si vinieron con ¡°expectativas err¨®neas¡±, la culpa ser¨¢ de otros, apunta. Pero no aparenta la ¡°tranquilidad¡± con la que dice encarar la posibilidad de que Turingia emprenda acciones legales contra ella. Schmidt cobra por cada contrato en el que hace de intermediaria, directamente de la empresa contratante.
Frente a la estaci¨®n de Erfurt, el land de Turingia habilit¨® un Centro de Bienvenida para inmigrantes y turistas. All¨ª est¨¢ pasando los d¨ªas ?ngel Goya, de la Embajada espa?ola, entre reuni¨®n y reuni¨®n con autoridades y empresarios locales. Tratan de encontrar un contrato para cada uno. Cuenta que los 128 aspirantes llegaron en diversas oleadas y dice que 58 ya tienen un contrato y otros 45 cuentan con ¡°el compromiso¡± de la asociaci¨®n de hosteleros regional para encontrarles contratos de formaci¨®n. Entonces tendr¨¢n acceso a las ayudas que les prometieron Schmidt y Sven Knierenschild, cuya empresa de Las Rozas Sphinx Consulting SL capt¨® a los j¨®venes en Espa?a.
Knierenschild dec¨ªa anoche sentirse ¡°un cabeza de turco¡± en el asunto. Asegura que ¨¦l confi¨® en Schmidt cuando present¨® a los j¨®venes espa?oles el programa de formaci¨®n profesional. ¡°Los problemas empezaron en Alemania¡±, dec¨ªa ante la estaci¨®n de tren de Erfurt, donde acababa de recoger a otros cuatro j¨®venes espa?oles que ir¨¢n a otro albergue ¡°mejor¡± que la Escuela. En la Junta de Castilla-La Mancha tambi¨¦n rechazan cualquier responsabilidad y, seg¨²n la agencia Efe, niegan ¡°casi al 100%¡± haber ¡±contado¡± con Knierenschild. Pero muchos de los 128 dieron con la oferta de Schmidt a trav¨¦s de una ¡°sesi¨®n informativa¡± de tres d¨ªas organizada por la Junta. All¨ª hablaron los alemanes del programa de Schmidt. Knierenschild dice que ambos presentaron ante la Junta castellano-manchega su programa de captaci¨®n de j¨®venes en busca de formaci¨®n. Seg¨²n ¨¦l, preparado por ella en Erfurt mientras ¨¦l organizaba las clases de Alem¨¢n en Espa?a. Su error fue ¡°confiar demasiado¡± en su socia.
El mi¨¦rcoles, los m¨¢s de 30 varados de la Escuela se entreten¨ªan con la gran atenci¨®n medi¨¢tica que est¨¢ causando su caso desde que el diario Th¨¹ringer Allgemeine Zeitung lo puso en portada el lunes. El reportero Bernd Jentsch cuenta que se enter¨® en la calle de que hab¨ªa ¡°un problema con unos espa?oles malviviendo¡± en un albergue. Las autoridades locales hablan de ¡°caos monumental¡±. La portavoz de la ZAV Beate Raabe dice no haber sabido nada de la llegada de los espa?oles hasta que ya era ¡°un problema¡±.
Abraham firm¨® su contrato el mi¨¦rcoles y espera que la ZAV le d¨¦ los 150 euros que adelant¨® para su curso de alem¨¢n en Espa?a. Aunque el joven de 23 a?os es uno de m¨¢s que cayeron en el precario albergue de la Escuela, cuenta con salir de all¨ª en semanas. Otros, como Abel Donaire, no saben cu¨¢ndo podr¨¢n despedirse. Con el desenfado de sus 23 a?os iba mostrando al visitante el maloliente ba?o y las desvencijadas instalaciones. A algunos de sus compa?eros les daba a¨²n para bromear: ¡°esto es mucho peor que lo que cuentan de la mili¡¡±.
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