Amarga justicia
La sentencia de Estrasburgo ha sido recibida como un aldabonazo, pero rara vez se encuentra un hecho tan previsible
La sentencia de Estrasburgo ha sido recibida como un aldabonazo. Sin embargo, rara vez cabe encontrar un acontecimiento tan previsible. Hace justo siete meses que escrib¨ª sobre la estrategia de Sortu en cuanto a la construcci¨®n de una memoria hist¨®rica favorable a ETA, presentando a sus v¨ªctimas como obst¨¢culos para "la consolidaci¨®n de la paz", llevadas por su "esp¨ªritu de venganza". Y apuntaba a continuaci¨®n: "La inminente y justa abolici¨®n de la doctrina Parot ¡ªde su aplicaci¨®n retroactiva¡ª vendr¨¢ en ayuda de ese prop¨®sito". En este caso, la historia pod¨ªa ser escrita antes de que sucedieran los hechos.
?Por qu¨¦ era justo suprimir la aplicaci¨®n retroactiva de la doctrina Parot? No ciertamente porque los terroristas cargados de cr¨ªmenes se hubieran hecho merecedores de beneficios. Exist¨ªa en Espa?a una intolerable desproporci¨®n entre las condenas y su cumplimiento efectivo, m¨¢s aun si el delincuente se hallaba cerca del poder, sin importar que el delito consistiera en una acci¨®n terrorista, como sucedi¨® con los personajes condenados por su intervenci¨®n en los GAL (casos Marey y Lasa-Zabala). Cierto que el problema concern¨ªa sobre todo a los etarras, y la reforma parec¨ªa pertinente. Lo arriesgado fue jugar con el principio de no retroactividad, aun cuando s¨ª existan precedentes de la condena de un delito por una norma posterior al momento en que se cometi¨®.
La responsabilidad del Gobierno reside, como tantas veces, en no estar preparado para esta muerte anunciada
Ah¨ª est¨¢ el juicio de N¨¹remberg, donde los cr¨ªmenes contra la humanidad nazis llevaron a una justicia ex post facto. Solo que aqu¨ª delitos y penas no ten¨ªan que ser revisados; solo su c¨®mputo que alargaba deliberadamente los a?os de cumplimiento. Por eso, a la vista de la primera sentencia de Estrasburgo y del recurso del Gobierno, opin¨¦ que la citada supresi¨®n era ¡°justa¡±, si bien pensando en la ausencia de cualquier forma de arrepentimiento y en las tragedias humanas causadas por sus asesinatos, su aplicaci¨®n concreta ofreciese un balance de summum ius, summa iniuria. Pero resultaba muy dif¨ªcil para un Tribunal Internacional consagrar en este caso la vulneraci¨®n de la no retroactividad. Otra cosa es que debamos dar saltos de "alegr¨ªa ciudadana" por ello.
M¨¢s pertinente parece adoptar una postura socr¨¢tica, aceptando lo que antes o despu¨¦s hab¨ªa de suceder, para reflexionar a continuaci¨®n sobre el episodio y el desgarramiento causado a las v¨ªctimas. La responsabilidad del Gobierno reside, como tantas veces, en no estar preparado para esta muerte anunciada, y al mismo tiempo en no ensayar siquiera una labor pedag¨®gica dirigida al conjunto de la sociedad y a las v¨ªctimas. Despu¨¦s de la primera sentencia de Estrasburgo, recurrirla era inevitable, pues de otro modo se admit¨ªa t¨¢citamente que el gobierno y la judicatura espa?ola operaban frente a ETA desconociendo los derechos humanos. Algo muy distinto fue no percibir tras esa primera unanimidad que la causa estaba perdida. Y, en fin, era imprescindible dotarse de una explicaci¨®n muy precisa, al llegar la sentencia, sobre la misma y sus consecuencias.
El regreso de los parots a sus lugares de origen provocar¨¢ actos colectivos de adhesi¨®n a ETA
La euforia de la izquierda abertzale es l¨®gica. Proclamar¨¢ a los cuatro vientos que el fallo de Estrasburgo demuestra a los ojos de Europa que Espa?a viola los derechos humanos. La denuncia de esa injusticia servir¨¢ de aliciente para nuevas y crecidas movilizaciones y el regreso de los parots a sus lugares de origen, provocar¨¢ actos colectivos de adhesi¨®n a ETA, a trav¨¦s de sus veteranos. El Gobierno vasco se sumar¨¢ a la subida de la marea y el PSE mantendr¨¢ sus cr¨ªticas. Todo ello supone un paso m¨¢s en la direcci¨®n apuntada de insistir sobre la equidistancia entre todas las v¨ªctimas, mientras ¡°los nuestros¡± son ensalzados. El tema de la memoria hist¨®rica encalla, tambi¨¦n por el PNV, mientras se aten¨²a la exigencia de que ETA entregue cuanto antes las armas y se autodisuelva.
Para nada cabe confundir la creciente satisfacci¨®n de todos los vascos ante el alejamiento del terrorismo (perd¨®n, de la violencia) con una desaparici¨®n efectiva de ETA. Sigue viva en el imaginario abertzale y se proyecta sobre el conjunto de la sociedad bajo la piel de cordero que proporciona la aspiraci¨®n a la paz. Nadie se fija en que si todo va tan bien, no tienen sentido las continuas invocaciones abertzales a consolidar la paz y las denuncias dirigidas contra el Gobierno por obstaculizarla. ETA sigue ah¨ª, aun con su debilidad ag¨®nica. Claro que con los parots en la calle, la ausencia de dirigentes, y duros, puede encontrar soluci¨®n y al calor del nuevo optimismo, relanzar su presi¨®n. La historia no ha acabado y con la sentencia de Estrasburgo la "alegr¨ªa ciudadana" est¨¢ fuera de lugar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.