Cuando la democracia derrot¨® a ETA
Los etarras salen a la calle por el cumplimiento de la ley, del ordenamiento jur¨¬dico
Ante la inminente excarcelaci¨®n de decenas de etarras no debe cegarnos la magra victoria jur¨ªdica de los terroristas: d¨¦cadas de a?os de bomba y metralla de In¨¦s del R¨ªo y dem¨¢s compadres de la banda para tener que salir de prisi¨®n por un recurso ante un tribunal de derechos humanos. De nada les sirvi¨® acumular muertos para depositar en las sucesivas mesas de negociaci¨®n. Los generales de ETA siempre plantearon la liberaci¨®n de todos sus presos como uno de los elementos indispensables para detener el "sufrimiento al pueblo vasco" que generaban, l¨¦ase el tiro en la nuca y la goma2 a cualquier espa?ol. Hasta el punto de que no consent¨ªan ninguna liberaci¨®n de sus presos previa a la "soluci¨®n del conflicto del pueblo vasco" con el Estado espa?ol. Porque ETA necesitaba que sus presos fueran m¨¢rtires, rehenes de la opresora democracia espa?ola, para que cuando volvieran a sus hogares, hallaran una Euskadi independiente lograda por la fuerza de las armas del resto de la banda.
Lo ¨²ltimo que quer¨ªa ETA era una salida escalonada. No. Ten¨ªa que notarse que los liberaba la victoria de ETA. No el Estado ni la ley, ni clemencia o instrumento penitenciario alguno. Todos los presos a casa y de golpe por rendici¨®n del enemigo estatal. Bajo tal doctrina incluso era signo de traici¨®n para la direcci¨®n de ETA que el colectivo de reclusos etarras buscara redimir la condena con f¨®rmulas propias de los presos comunes. Victoria o muerte. Luego aceptaron hacer manualidades en el taller penitenciario, muy distintas de las de su oficio de anta?o de construir bombas lapa, para acortar el tiempo entre rejas, pero sin pedir perd¨®n. Pero el tiempo es inexorable. Algunos presos etarras empezaron discretamente a jugar a dos barajas. Victoria o...bueno, por si acaso, tambi¨¦n taller. No sea que los m¨ªos no me liberen con la lucha armada y deba cumplir toda la condena. Y as¨ª acortaron tiempos de barrotes. Dos d¨ªas trabajados por uno redimido. Y he aqu¨ª que ahora vuelven al pueblo y no son los h¨¦roes. Porque no han vencido. No les espera una patria liberada, sino una comunidad m¨¢s, donde se discute del cupo o de la tasa de basuras. Y la Guardia Civil sigue en sus cuarteles en Euskadi. Y el Ej¨¦rcito. Y no han pedido perd¨®n a ETA ni al pueblo vasco. Nada de lo que exig¨ªan machaconamente en todas sus hojas de ruta. Y no vuelven a casa todos los presos etarras. Porque no es una rendici¨®n v¨ªa amnist¨ªa ni indulto: salen s¨®lo a los que les toca legalmente en estricta aplicaci¨®n de la ley vigente cuando fueron juzgados.
?Tiene motivos de alegr¨ªa In¨¦s del R¨ªo para festejar su libertad? A?os de exigir ser tratados como presos pol¨ªticos, de rehuir integrarse con los comunes, para festejar que la justicia los trate como al peor de los violadores de su ¨¦poca. ?Es un honor volver a Euskadi en el mismo tren que el violador del pueblo al calor de los efectos provocados por la sentencia sobre la doctrina Parot?
Acusan las v¨ªctimas de ETA al tribunal europeo de derechos humanos de no haber sido sensible a su dolor. Es verdad. Porque los tribunales no deben ni pueden ser sensibles, sino justos. Pero tampoco ha sido sensible el tribunal al elemento contrario: al terror, a la amenaza de ETA. No han emitido su fallo por temor a que ETA vuelva a la barbarie. Ni han escuchado a las v¨ªctimas ni han temido a los verdugos. Y eso es una victoria de la democracia espa?ola. Ya no precisamos ayuda internacional ni atajos para derrotar al terrorismo. Hace pocos a?os ETA festejaba la magnitud mortal de cada atentado. Hoy ETA festeja un fallo judicial. Enhorabuena. Han abrazado el imperio de la ley. Aceptan que todos sus compinches de la banda a¨²n refugiados en Francia no pueden liberarlos. Un recurso judicial, s¨ª. Mal regreso a una patria vasca donde en el camino desde cualquier remota prisi¨®n espa?ola te puede multar un guardia civil. Y ya s¨®lo te queda recurrir la multa. Partieron como heroicos gudaris, vuelven como villanos a una Euskadi donde un exetarra s¨®lo es un desempleado m¨¢s.
Y tampoco se puede obviar otro hecho, por un m¨ªnimo pudor intelectual y ¨¦tico. Este espect¨¢culo de vilipendiar el incumplimiento de penas lo contempla Jos¨¦ Amedo, condenado a 108 a?os de prisi¨®n y luego a otros nueve a?os por las actividades de los GAL, desde los mismos plat¨®s de televisi¨®n donde se clama contra esta excarcelaci¨®n de etarras mientras el exsubcomisario publicita su segundo libro donde narra c¨®mo se forj¨® su terrorismo de estado. Tan celebrado autor s¨®lo cumpli¨® doce a?os de prisi¨®n, no 117. Ning¨²n tertuliano cuestion¨® las fisuras judiciales y pol¨ªticas que permitieron tal cumplimiento expr¨¦s, la mitad en r¨¦gimen abierto.
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