A vueltas con las rotondas
Urbanistas y expertos critican el abuso de las glorietas como soluci¨®n al tr¨¢fico en los cruces
Francisco Toscano, alcalde socialista de Dos Hermanas desde 1983, culpa a las retransmisiones del Tour de Francia. Bonifacio de Santiago, alcalde de Las Rozas entre 1995 y 2011, a la Place de L'?toile de Par¨ªs. Ambos regidores, por tel¨¦fono y por separado, recuerdan, c¨®mo, al principio de sus mandatos, quedaron "maravillados" al ver la "elegancia y fluidez" con que las rotondas francesas absorb¨ªan grandes flujos de veh¨ªculos sin precisar sem¨¢foros. Y c¨®mo luego, al afrontar el crecimiento urbano, demogr¨¢fico y del parque automovil¨ªstico de sus pueblos entre 1990 y 2000, apostaron por esta soluci¨®n redonda para ordenar calles y cruces.
Hoy, Dos Hermanas (Sevilla), con m¨¢s de 100 glorietas, y Las Rozas (Madrid), que presume de ser el ¨²nico municipio espa?ol de m¨¢s de 50.000 habitantes sin sem¨¢foros, son dos de las localidades con m¨¢s rotondas de un pa¨ªs en el que han brotado como setas.
Enormes, como la de Sanchinarro, en Madrid, con 200 metros de di¨¢metro. Min¨²sculas, como la de Alhend¨ªn (Granada), en la que se apelotonaron 14 pol¨ªticos para hacerse la foto la semana pasada. Vac¨ªas, como la de la avenida de la Ilustraci¨®n, en Madrid, tapizada de hormig¨®n y regulada por 19 sem¨¢foros. O historiadas, como la de Arroyo de La Encomienda (Valladolid), ornada con 300 carteles con la palabra "Hola" en otros tantos idiomas. Miles de redondeles tachonan los planos hasta "el disparate" de que, en ciertos barrios, hay uno en cada cruce, critica el urbanista Jos¨¦ Mar¨ªa Ezquiaga.
"Las rotondas son una herramienta ¨²til para regular el tr¨¢fico en intersecciones. Una soluci¨®n elemental. Redonda, s¨ª, pero no la ¨²nica. Hay grandes v¨ªas, como la Castellana, ordenadas por sem¨¢foros, que funcionan igual o mejor. Las glorietas funcionan cuando se adecuan en dise?o y tama?o a la intensidad de la circulaci¨®n que absorben. Muchas macro y microrrotondas crean m¨¢s problemas que resuelven. Se ha abusado. Ha habido una moda. Daban sensaci¨®n de modernidad y ha habido cierta fiebre de pol¨ªticos y profesionales por poner rotondas en sus pueblos", sostiene.
Jos¨¦ Segu¨ª, Premio Nacional de Urbanismo, es m¨¢s gr¨¢fico: "Una rotonda es como un sem¨¢foro o un bordillo, un recurso, no un monumento. Muchas han desvirtuado su funci¨®n y obstaculizan la visi¨®n del conductor al servir de expositor del horror-vacui o la megaloman¨ªa de algunos pol¨ªticos. Es como si a un sem¨¢foro lo vistieses de flamenca", ironiza.
Un antiguo Phantom F-4 del Ej¨¦rcito del Aire, tripulado por dos maniqu¨ªes pertrechados con uniformes reglamentarios, preside la rotonda de Berciales, en Getafe, una ciudad madrile?a profusa en glorietas, pero quiz¨¢ no tan llamativas como las de su vecina Legan¨¦s, cuyas rotondas ocupan lugares estelares en webs donde se debate sobre glorietas inefables. El avi¨®n fue un regalo de Defensa, pero en los a?os de bonanza, ciertos alcaldes no reparaban en gastos para ornar sus glorietas con obra de artistas de su gusto.
"Una rotonda vac¨ªa es fea", replica el alcalde de Dos Hermanas, cuyas glorietas est¨¢n, sobre todo, decoradas con plantas, pero que admite haber gastado 20.000 euros en una escultura "de dos guardias civiles y un pastor alem¨¢n" para el acceso al cuartel local. Poca cosa frente a los 300.000 que cost¨® la escultura inspirada en Carlos Fabra encargada al escultor Ripoll¨¦s por Aerocas, la sociedad p¨²blica promotora del aeropuerto de Castell¨®n para recibir a unos viajeros que nunca llegaron.
"La inflaci¨®n de rotondas fue paralela al modelo de urbanizaci¨®n expansiva de la burbuja inmobiliaria, en la que la primac¨ªa es para el autom¨®vil en detrimento del peat¨®n", opina Carlos Hern¨¢ndez-Pezzi, urbanista y edil independiente de M¨¢laga. "Hay que repensarlo todo. Las glorietas no tienen ninguna otra funci¨®n urbana. Si acaso, la banalizaci¨®n de la obra art¨ªstica que albergan. Son el no lugar absoluto", a?ade.
M¨¢s all¨¢ de las "monstruosas", como la de Sanchinarro, las glorietas cuentan con importantes puntos a favor, seg¨²n Carlos Lahoz, responsable de urbanismo del Colegio de Arquitectos de Madrid. "Calman el tr¨¢fico, son punto de referencia, mejoran la legibilidad urbana y la mayor¨ªa, funcionan", explica. A cambio, "inutilizan hect¨¢reas de espacio en las mejores encrucijadas", admite. El reto, sugiere, es darles uso. "Hay dos problemas. Uno, legal: son parte del viario y no se pueden urbanizar. Otro, t¨¦cnico: c¨®mo llegar a ellas". Mientras, hay quien toma la iniciativa. El pasado fin de semana, una familia hac¨ªa picnic en medio de un gran redondel de c¨¦sped rodeado de coches y asfalto en pleno ensanche de Alicante.
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