Aquella noche de perros en Mazarr¨®n
La familia de un joven demanda a la Generalitat por liberar al preso fugitivo que le quit¨® la vida El chaval, de 16 a?os, recibi¨® un disparo en la cabeza cuando paseaba a su schnauzer
La fr¨ªa noche de 13 de noviembre de 2011, los ladridos de Hugo eran muy extra?os, diferentes... Tocaba la puerta de la casa con las patas delanteras elevadas, como alertando de que algo terrible suced¨ªa. Desde entonces (acaba de cumplirse el segundo aniversario de los espeluznantes cr¨ªmenes de Mazarr¨®n, Murcia), Hugo, un schnauzer, de siete a?os, no es el mismo. En cuanto oye un crujido, cohetes o cualquier ruido extra?o ¡°se esconde y se pone a temblar¡±, cuentan a EL PA?S M¨¢ximo Adame y su esposa, To?i (ambos en el ecuador de los 40). Son los padres de Adri¨¢n, el joven de 16 a?os en cuyo regazo tantas noches hab¨ªa dormido Hugo. Si Adri¨¢n estaba en casa, no se despegaban el uno del otro.
Adri¨¢n era quien sol¨ªa llevarle a pasear al parque que hay enfrente de su casa. Y eso hizo la noche de autos. Ser¨ªa la ¨²ltima vez. Un hombre vestido completamente de negro y ¡°caminar chulesco¡± (seg¨²n vecinos que le vieron aquella noche) se adentr¨® en el parque y, al llegar a la altura de Adri¨¢n, extrajo de una mochila negra una pistola negra, marca Glock, y le dispar¨® en la cabeza. Adri¨¢n ni se enter¨® de que le hab¨ªan quitado la vida. Sin m¨¢s.
El doble homicida llevaba seis meses fugado de una c¨¢rcel de Barcelona
El hombre de negro era Jorge Agust¨ªn S¨¢nchez Romero (43 a?os), el mismo que, minutos antes, tambi¨¦n en Mazarr¨®n (36.000 habitantes), varias calles m¨¢s abajo, hab¨ªa disparado tres veces, con la misma pistola, a otro vecino que paseaba tranquilamente por la calle. Era una ¡°bestia sin alma¡±, se?ala M¨¢ximo. Un recluso al que su prisi¨®n de Barcelona le hab¨ªa dado un permiso de cuatro d¨ªas en mayo de 2011 y no hab¨ªa vuelto. Un hombre que, en su huida, no hizo otra cosa que agigantar todav¨ªa m¨¢s su negro curr¨ªculo criminal: ten¨ªa 26 condenas a sus espaldas por robos, incendio, lesiones, cuchilladas...
En su fuga por la zona de Levante y Murcia, estuvo acompa?ado por su novia, Mar Soriguer, una exmonitora de Dibujo de la c¨¢rcel Modelo, aunque se conocieron fuera de las rejas. Pese a sus irracionales asesinatos, Jorge no estaba loco (tiene plena conciencia del bien y del mal, seg¨²n el juez que ahora le ha condenado por dos asesinatos y tenencia de armas a 34 a?os de c¨¢rcel). El motivo del asesinato de Adri¨¢n ¡ªy, minutos antes, de Manuel Aguilar, ciudadano boliviano afincado en Mazarr¨®n, que dej¨® esposa y un hijo de seis a?os¡ª es ¡°un mero capricho¡±. As¨ª lo dice la sentencia del tribunal de Murcia que lo ha enjuiciado.
Sali¨® a la calle con dos pistolas, un subfusil y chaleco antibalas
El pr¨®fugo Jorge S¨¢nchez sembr¨® mucho dolor en Mazarr¨®n esa noche delirante. Y no solo en las familias de las v¨ªctimas: a¨²n hoy, los amigos de Adri¨¢n siguen llevando velas al monolito que el alcalde de Mazarr¨®n levant¨® justo en el jard¨ªn en el que fue abatido. Y tambi¨¦n, seguro, en Hugo, su mascota, testigo mudo del crimen. Su perro lo vio todo la noche 13 noviembre de 2011. M¨¢ximo oy¨® ladrar a Hugo en torno a las 23.00. El parque, en forma de media luna, con enormes cactus, est¨¢ justo enfrente. No acierta a definirlos, pero aquellos ladridos no eran los de siempre (pens¨® que era el preludio del rutinario movimiento de llaves de Adri¨¢n abriendo la puerta). Pero la llave no se o¨ªa y Hugo insist¨ªa¡ Al abrir la puerta, M¨¢ximo vio luces de ne¨®n de coches policiales y se adentr¨® en el parque. Ya estaba all¨ª la polic¨ªa. Trataban de reanimar a su hijo. Cuando le dispararon ten¨ªa las manos en los bolsillos, y segu¨ªa con ellas dentro cuando se desplom¨® sobre el suelo. La mitad de los polic¨ªas que atend¨ªan el otro asesinato se desplazaron corriendo al parque donde yac¨ªa Adri¨¢n. Una empleada del hotel Costa, en el que esa tarde se hab¨ªan hospedado con nombres falsos Jorge y su novia Mar (La Rubia, como la llaman los investigadores), pasaba por all¨ª y vio tendido en el suelo a Adri¨¢n. A solo 400 metros estaba la Guardia Civil con el otro cad¨¢ver.
Al llegar M¨¢ximo, su hijo a¨²n respiraba, pero morir¨ªa horas despu¨¦s en el hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia (el padre don¨® sus ¨®rganos).
¡°No d¨¢bamos cr¨¦dito a lo que estaba ocurriendo en Mazarr¨®n¡±, se?alan fuentes de la Polic¨ªa Local. ¡°Dos muertos en cuesti¨®n de minutos, uno tras otro. Tem¨ªamos que hubiera alg¨²n asesino m¨²ltiple¡±. Desde los 14 a?os, la vida de Jorge hab¨ªa estado asociada a reformatorios y c¨¢rceles. Su aspecto de buena persona le granje¨® los primeros permisos carcelarios.
Unos minutos antes Jorge S¨¢nchez hab¨ªa matado a un transe¨²nte
La Rubia declarar¨ªa m¨¢s tarde que, tras fugarse de la c¨¢rcel, Jorge la amenaz¨® de muerte para que estuviese con ¨¦l. Y que la noche de Mazarr¨®n, ciego de coca¨ªna, sali¨® en busca de ¡°unas personas que dec¨ªa que le persegu¨ªan¡±. Una vecina, M¨®nica, que fumaba un pitillo en la terraza de su casa, vio la escalofriante escena del primer asesinato. Observ¨® al hombre vestido de negro cruzarse con otra persona con la camisa roja, franquearla, darse la vuelta y descerrajarle tres tiros. Lo dej¨® en el suelo y sigui¨® andando hacia la plaza del Molinete. All¨ª estaban, solos, Adri¨¢n y Hugo. Cuentan M¨¢ximo y To?i que Hugo, el perro, se ha vuelto m¨¢s desconfiado. Hugo est¨¢ al lado, en un rinc¨®n, y les mira cuando hablan con EL PA?S. Mira con recelo al visitante. ¡°Por c¨®mo lleg¨® aquella noche, debi¨® verlo todo... Y supongo que estuvo un rato junto a mi hijo, toc¨¢ndole en el suelo y, al ver que no se mov¨ªa, vino ladrando a la casa¡±, explica M¨¢ximo.
Mientras, el asesino hu¨ªa. Fue detenido por dos polic¨ªas de Mazarr¨®n sobre las cuatro de la madrugada. Pretend¨ªa volver al hotel. Iba descalzo, embarrado. En sus calzoncillos ocultaba un fajo de billetes de 50 euros. No se resisti¨®. Admiti¨® el primer crimen y dijo no recordar nada del segundo, el de Adri¨¢n.
M¨¢ximo est¨¢ ¡°indignad¨ªsimo¡±. ¡°El juez le ha puesto la pena m¨ªnima, solo 16 a?os por cada asesinato. Pod¨ªa llegar hasta los 20 y lo ha dejado en lo m¨ªnimo. Se ha dejado llevar por la falsa voz fr¨¢gil y arrepentida de ese asesino en el juicio¡±. Jorge reconoci¨® ambas muertes y pidi¨® perd¨®n. A trav¨¦s del despacho jur¨ªdico L¨®pez Gra?a, la familia ha demandado a la Generalitat de Catalu?a, responsable de la prisi¨®n que dio el permiso carcelario, para que les indemnice con 400.000 euros.
El animal, que vio todo el suceso, alert¨® a los padres del chaval
No se sabe si la noche homicida Jorge discuti¨® con su novia. En un v¨ªdeo se les ve salir juntos del hotel. Entre sus negras vestimentas y una mochila llevaba dos pistolas y un subfusil. Y, puesto, un chaleco antibalas. Mar se qued¨® en la furgoneta Citro?n Yumpi con la que se hab¨ªan desplazado ese d¨ªa a Mazarr¨®n desde la vecina localidad de ?guilas. All¨ª llevaban escondidos dos meses.
Detenido ¨¦l, la ¨²ltima vez que se vio a La Rubia en Mazarr¨®n sal¨ªa del hotel con un bolso. Y dentro, un perrito. Se subi¨® a un autob¨²s y volvi¨® a Barcelona. Fue detenida siete d¨ªas despu¨¦s. Ella tambi¨¦n hu¨ªa de la polic¨ªa. La buscaban porque facilit¨® que Jorge, al poco de salir de la c¨¢rcel, robara y acuchillara 25 veces a su exnovio. Las heridas le han dejado parapl¨¦jico (el padre de Adri¨¢n y el exnovio se han hecho amigos por Internet).
Ante tanta sinraz¨®n, M¨¢ximo se consuela con que la muerte de su hijo ¡°ocurri¨® porque una conjunci¨®n de cosas predetermin¨® que ocurriera¡±. Subiendo unas escaleras de la casa, a la izquierda, est¨¢ intacta la habitaci¨®n de Adri¨¢n. Aquel 11 de noviembre, Hugo estuvo tumbado en la puerta toda la noche¡ ¡°Pero desde entonces, y eso que la habitaci¨®n siempre la tenemos abierta, el animal no ha vuelto a entrar en ella, y hace ya dos a?os¡±, dice M¨¢ximo con congoja.
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