Solbes / Zapatero
Apenas pasadas las elecciones de 2008, empezaron a hacerse visibles los signos de un cambio de coyuntura econ¨®mica, incluso antes del hundimiento de Lehman Brothers. Tambi¨¦n pudo comprobarse muy pronto que el reci¨¦n confirmado presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, no estaba dispuesto a que un diagn¨®stico realista enturbiara su proverbial optimismo. El t¨¦rmino ¡°desaceleraci¨®n¡±, utilizado por el ministro Solbes en el debate preelectoral con Manuel Pizarro, por el PP, se convirti¨® en un mantra que permit¨ªa conjurar el proscrito de ¡°crisis¡± en el discurso oficial del socialismo. Como soy contrario al toreo a toro pasado, dentro de mi oposici¨®n al toreo en general, citar¨¦ unas observaciones incluidas en un art¨ªculo m¨ªo de este diario, Sin agua de mayo, publicado el 14 de junio de ese a?o, donde censuraba la insistencia del presidente en rehuir el an¨¢lisis de la situaci¨®n: ¡°Entrar en ese resbaladizo terreno supon¨ªa abordar el tema de las causas de la crisis y, consecuentemente, de las responsabilidades gubernamentales al ignorar los riesgos derivados del crecimiento, espectacular pero asentado sobre supuestos muy fr¨¢giles a medio plazo, el famoso ladrillo¡±, a lo que se sum¨® la subida de precios del petr¨®leo. Sin ser economista, bastaba haber le¨ªdo el estudio de Galbraith sobre la crisis del 29 para pensar que esa ceguera voluntaria pod¨ªa tener un desenlace con t¨ªtulo de filme de Bogart: M¨¢s dura ser¨¢ la ca¨ªda.
Me extra?aba entonces que el ministro Pedro Solbes, hombre competente y riguroso, hubiese apadrinado ese diagn¨®stico de la situaci¨®n econ¨®mica, ¡°desaceleraci¨®n¡± incluida, m¨¢s all¨¢ de las elecciones y antes de las mismas, con ocasi¨®n del famoso debate Solbes-Pizarro. En el mismo obtuvo una clara victoria, convirti¨¦ndolo en plataforma de lanzamiento para el triunfo en las urnas de Zapatero. Joaqu¨ªn Estefan¨ªa lo calific¨® de debate entre marcianos, por lo lejos que quedaba la situaci¨®n real del pa¨ªs. Cierto, pero hubo unos marcianos m¨¢s iguales que otros. Pizarro acert¨® de entrada al advertir que ¡°hay una crisis de modelo, el modelo de ladrillo y consumo¡±. Solo que pensando en los intereses econ¨®micos del PP se qued¨® ah¨ª. En cuanto a Solbes, tom¨® nota de la observaci¨®n y resolvi¨® el asunto con una larga cambiada, prosiguiendo con la enumeraci¨®n de cifras positivas en otros ¨®rdenes, que permit¨ªan augurar la superaci¨®n de las ¡°turbulencias¡±. En sus Recuerdos, nada dice sobre la propia responsabilidad al silenciar que el motor del crecimiento, ladrillo y consumo, renqueaba desde meses atr¨¢s. Su desaforado optimismo, aval de la gesti¨®n de Zapatero, estaba fuera de lugar.
A partir del verano de 2008 se inicia el calvario de Solbes, confirmado como ministro, al ver c¨®mo sus propuestas de rectificaci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica son deso¨ªdas una tras otra. Para ZP, deb¨ªa seguir la carrera ciclista del crecimiento para adelantar a Francia. Todo culmina con el rechazo al plan de acci¨®n de Solbes en enero de 2009, cuya existencia niega el c¨ªrculo de ZP. Exist¨ªan antecedentes, siendo vox populi a?os atr¨¢s la tajante oposici¨®n a los planteamientos financieros del Estatuto catal¨¢n, sin por ello dimitir. En el dilema entre sus an¨¢lisis econ¨®micos y el sentido de responsabilidad ante el Gobierno del cual formaba parte, Solbes opt¨® siempre por lo segundo. Incluso para dimitir, espera dos meses a que le dimita Zapatero. Hoy lo explica en su autobiograf¨ªa y resulta dif¨ªcil suscribir que tal elecci¨®n fuese acertada.
El exvicepresidente nada dice en sus memorias de su responsabilidad al callarlos problemas del ladrillo
Sobre todo porque no fue algo transitorio, sino el resultado de una forma de gobernar cuyas claves Solbes nos ofrece. Zapatero era ¡°una persona con ilusi¨®n y buena voluntad, pero con enfoques muy distintos¡± a los suyos. Dicho de otro modo, sin preparaci¨®n para afrontar problemas de gravedad y, seg¨²n muestran estos Recuerdos, dispuesto siempre a adoptar por s¨ª y ante s¨ª soluciones populistas y de rendimiento inmediato y sobre todo a imponerlas de un plumazo, sin esperar a la posible argumentaci¨®n en contra de los especialistas de su propio Gobierno. Para avalar tales ocurrencias, ah¨ª estaba su Oficina Econ¨®mica. De ah¨ª decisiones demag¨®gicas tales como el cheque-beb¨¦ o los 400 euros regalados del IRPF. Para Solchaga, Zapatero se comportaba como un Pap¨¢ Noel. A?adir¨ªamos que como un Pap¨¢ Noel autoritario.
Pronto podremos leer El dilema, las memorias de Zapatero. Con toda seguridad el expresidente intentar¨¢ en ellas encubrir el balance de su gesti¨®n tras la cortina de humo de una crisis internacional cuyos efectos para Espa?a nadie habr¨ªa previsto, y con la eximente de que sus errores respondieron a la prioridad otorgada siempre en la pol¨ªtica econ¨®mica a la defensa de los d¨¦biles. Gran sufrimiento el suyo.
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