Su¨¢rez marc¨® las pautas del futuro para el Pa¨ªs Vasco
En 1980, Su¨¢rez adquiri¨® conciencia de la necesidad de desbloquear el Concierto Econ¨®mico y el despliegue de la Polic¨ªa Auton¨®mica, piezas claves del Estatuto de Gernika
Para ilustrar la importancia que para Adolfo Su¨¢rez tuvo el Pa¨ªs Vasco solo cabe recordar que tan solo un mes antes de presentar su dimisi¨®n, recorri¨® durante tres d¨ªas sus tres provincias y habl¨® con todos sus representantes pol¨ªticos, sociales y empresariales. En la rueda de prensa que ofreci¨® en San Sebasti¨¢n el 12 de diciembre de 1980, con la que cerr¨® aquel marat¨®n de reuniones, public¨® su testamento pol¨ªtico sobre el Pa¨ªs Vasco. Fue un mensaje definitorio del momento y hasta cierto punto premonitorio: ¡°La pacificaci¨®n que desea el Gobierno espa?ol y la inmensa mayor¨ªa del pueblo vasco se va a lograr con la dimensi¨®n de tiempo que requiera con medidas policiales, pol¨ªticas y econ¨®micas y fundamentalmente con el desarrollo del Estatuto vasco¡±.
Su¨¢rez, ya muy desgastado tras casi cinco a?os de presidente del Gobierno, cont¨® en aquel viaje con la incomprensi¨®n del nacionalismo vasco, que le recibi¨® con un boicot de sus Ayuntamientos y del diputado general de Vizcaya, Jos¨¦ Mar¨ªa Makua, que ni siquiera acudi¨® a la recepci¨®n de su propia instituci¨®n. Pero aquel viaje de Su¨¢rez, el propio PNV lo reconocer¨ªa a posteriori, fue clave en el desarrollo del autogobierno vasco y en el futuro de la propia comunidad.
Aquel a?o de 1980 se cerraba con el r¨¦cord de asesinatos del terrorismo etarra, cerca del centenar, que acarreaba una enorme inestabilidad institucional, que unas semanas despu¨¦s pondr¨ªa de relieve el intento de golpe de Estado del 23-F; con una contestaci¨®n pol¨ªtica nacionalista muy fuerte por el bloqueo del Estatuto de autonom¨ªa, refrendado un a?o antes, y con una enorme crisis econ¨®mica que generaba, a su vez, una fuerte contestaci¨®n social.
Pero treinta y tres a?os despu¨¦s, puede decirse que Su¨¢rez, en aquel viaje, tras hablar con todos los interlocutores, estableci¨® las pautas de la salida a la grav¨ªsima crisis pol¨ªtica que atravesaba Euskadi en la Transici¨®n.Y tambi¨¦n puede decirse que marc¨® las pautas con que el Estado democr¨¢tico espa?ol tratar¨ªa en el futuro la cuesti¨®n vasca. Sus sucesores en La Moncloa siguieron las l¨ªneas generales que marc¨® Su¨¢rez, con la ¨²nica excepci¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar.
En aquel viaje, Su¨¢rez adquiri¨® conciencia, en vivo, tras hablar con todos los interlocutores pol¨ªticos, especialmente el lehendakari Carlos Garaikoetxea, de la necesidad de desbloquear el Concierto Econ¨®mico y el despliegue de la Polic¨ªa Auton¨®mica, piezas claves del Estatuto de Gernika. Y lo materializ¨® en diciembre, tan s¨®lo d¨ªas antes de abandonar La Moncloa.
Tambi¨¦n, en aquel viaje, en sus conversaciones con los representantes de Euskadiko Ezkerra, Juan Mar¨ªa Bandr¨¦s y Mario Onaindia, sali¨® con las expectativas de un final negociado de ETA pol¨ªtico-militar, con la f¨®rmula de paz por presos, que se materializar¨ªa antes de dos a?os, en septiembre de 1982. Y que, en clave pol¨ªtica, estar¨ªa vinculado al desarrollo del Estatuto de Gernika. La desaparici¨®n de la rama pol¨ªtico-militar de ETA hizo buena esta apuesta. Aunque ETA militar tardar¨ªa casi treinta a?os m¨¢s en seguir sus pasos, pero sin lograr abatir el Estatuto de Gernika, la gran apuesta de Su¨¢rez. Bandr¨¦s sol¨ªa comentar que el entendimiento con Su¨¢rez en esta materia fue f¨¢cil porque al haber liquidado la estructura del Movimiento franquista le resultaba familiar entender la liquidaci¨®n de otra estructura, en este caso, la de ETA pol¨ªtico-militar.
Su¨¢rez tuvo claro, desde la celebraci¨®n de las primeras elecciones democr¨¢ticas en 1977, que para construir el Pa¨ªs Vasco, asediado por el terrorismo etarra, ten¨ªa que contar con el nacionalismo democr¨¢tico. Tras la marginaci¨®n del PNV del debate constitucional, que le llev¨® a abstenerse en el refer¨¦ndum de la Carta Magna en 1978, Su¨¢rez trat¨® por todos los medios de repescar al PNV en las instituciones democr¨¢ticas con la negociaci¨®n del Estatuto de Gernika.
Su¨¢rez tuvo claro que para construir el Pa¨ªs Vasco, asediado por el terrorismo etarra, ten¨ªa que contar con el nacionalismo democr¨¢tico
Le otorg¨® una participaci¨®n estelar -una negociaci¨®n personal entre el propio Su¨¢rez y Garaikoetxea en la Moncloa- con el objetivo de que el Pa¨ªs Vasco tuviera una referencia con la que avalar su identidad propia y con la que combatir a su enemigo, el terrorismo etarra. Lo logr¨® con una negociaci¨®n flexible y su convicci¨®n personal de que responsabilizar al PNV en el Gobierno de Euskadi era una garant¨ªa para lograr la pacificaci¨®n en el Pa¨ªs Vasco.
Para ello tuvo que dar batallas internas en su propio partido, la UCD. As¨ª, tuvo que vencer las resistencias de Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez frente al Concierto Econ¨®mico vasco. Donde Fern¨¢ndez Ord¨®?ez ve¨ªa un privilegio fiscal, Su¨¢rez ve¨ªa un hecho diferencial, anclado en la tradici¨®n foral vasca, que hab¨ªa que preservar para garantizar la adhesi¨®n del Pa¨ªs Vasco a la nueva democracia espa?ola. Tambi¨¦n tuvo que dar la pelea en ?lava, donde un sector de la UCD no quer¨ªa integrar a su provincia en la comunidad vasca. Y en Navarra, donde otro sector de su partido se opon¨ªa a la disposici¨®n constitucional que permit¨ªa la posibilidad de una futura uni¨®n entre el Pa¨ªs Vasco y Navarra.
Por todo ello, la derecha medi¨¢tica no perdon¨® a Su¨¢rez. ¡°Frente al pacto UCD-PNV, frente a ETA y Herri Batasuna, frente al terrorismo, Espa?a fuera de combate. La aceptaci¨®n por parte del Gobierno del Estatuto de Gernika consuma la ruptura de la unidad nacional¡±, dec¨ªan unos. Otros no tan tremendistas, pero tambi¨¦n cr¨ªticos: ¡°Parece que a Su¨¢rez le ha sucedido como a tantos equipos de esos que se empe?an en encerrarse en el ¨¢rea, buscando el empate a cero y, al final, pierden¡±.
El tratamiento de la cuesti¨®n vasca, y la territorial en general, irritaba a una parte del estamento militar, espoleada adem¨¢s por cierta prensa. De tal modo que Su¨¢rez no abordaba la cuesti¨®n vasca en los consejos de ministros en los que estaban presentes altos mandos del Ej¨¦rcito, como Pita da Veiga y Fernando de Santiago, seg¨²n recuerda Marcelino Oreja, que fue ministro con ¨¦l y despu¨¦s delegado del Gobierno en el Pa¨ªs Vasco, en Memoria de Euskadi. Pero la presi¨®n que pretend¨ªan ejercer sobre Su¨¢rez, sigue recordando Marcelino Oreja, le era indiferente; era un hombre muy atrevido y valiente, con unas convicciones muy claras.
Se puede decir que Su¨¢rez tuvo claras sus convicciones sobre el Pa¨ªs Vasco desde el comienzo. Antes de sus grandes logros -el Estatuto de Gernika y el comienzo de la negociaci¨®n de la disoluci¨®n de ETA pol¨ªtico-militar-, propici¨® la legalizaci¨®n de la ikurri?a en enero de 1977; en marzo del mismo a?o se sent¨® con Juan Mar¨ªa Bandr¨¦s, que poco despu¨¦s ser¨ªa parlamentario por Euskadiko Ezkerra, para buscar una salida para los presos de ETA que garantizara la participaci¨®n de los partidos nacionalistas vascos en las primeras elecciones democr¨¢ticas de junio de ese a?o.
Incluso estando fuera del Gobierno sigui¨® contribuyendo a la pacificaci¨®n del Pa¨ªs Vasco. Felipe Gonz¨¢lez y Txiki Benegas pudieron contar con ¨¦l, siendo presidente del CDS, como figura clave para poner en marcha el Pacto de Madrid, primer pacto antiterrorista, que propici¨® el Pacto de Ajuria Enea de enero de 1988. Su¨¢rez hizo en su etapa de Gobierno una apuesta de largo alcance a la que, desgraciadamente, su salud no le ha permitido ver sus frutos.
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