Polarizaci¨®n ideol¨®gica
El nacionalismo y el doctrinarismo de derechas est¨¢n tan vivos como siempre
?Estamos en Espa?a ante una reacci¨®n neoconservadora? Todo parece indicarlo. El ¨²ltimo acto ha sido la propuesta de ley del aborto del ministro Ruiz-Gallard¨®n, que se une a otras ya bien conocidas que van m¨¢s en la l¨ªnea del tradicional principio de ¡°ley y orden¡±. Las se?as de identidad de la derecha han sido siempre esas, ley y orden y la imposici¨®n de un moralismo p¨²blico que obstaculiza las opciones morales libres de las personas.
En la econom¨ªa, sin embargo, se propugna la no interferencia, salvo en las esferas reguladas, donde hasta ahora su intervencionismo ha creado ¡ªv¨¦ase el caso de la energ¨ªa¡ª m¨¢s perplejidad que otra cosa. Pero todas estas medidas, que nos pueden provocar m¨¢s o menos indignaci¨®n, son leg¨ªtimas siempre y cuando respeten los derechos constitucionales reconocidos, algo que, por cierto, en alguno de estos casos podr¨ªa ser objeto de disputa. Responden a los criterios ideol¨®gicos de un partido que ha conseguido la mayor¨ªa absoluta y act¨²a en consecuencia.
Hasta aqu¨ª, y desde una perspectiva formal, nada que objetar. Desde otro ¨¢ngulo, el de la oportunidad pol¨ªtica, la cosa cambia. Estamos pasando por lo que sin duda son los momentos m¨¢s cr¨ªticos de nuestra democracia y la prioridad no deber¨ªa ser la polarizaci¨®n de posturas, sino el buscar la mayor convergencia posible entre partidos; evitar los juegos de suma cero, la exacerbaci¨®n de los antagonismos. No es lo que estamos viendo en el caso de Catalu?a ni en toda esta ristra de medidas que parecen nacidas m¨¢s del esp¨ªritu de un Tea party popular que de aquel partido m¨¢s moderado de otras ¨¦pocas. Cuanto mayor es la necesidad por avenirse, por promover consensos que confluyan en una ya inevitable reforma constitucional, tanto m¨¢s dif¨ªcil se hace el entendimiento.
Cada cual busca satisfacer a su parroquia, no a gobernar para todos
Es como si estuvi¨¦ramos hipnotizados por nuestros tradicionales impulsos cainitas, y respondi¨¦ramos a un loco af¨¢n por llevar la tensi¨®n hasta el paroxismo. Cada cual solo busca satisfacer a su parroquia, nadie aspira a gobernar para todos, aunque en el camino queden desgarradas las bases de la convivencia.
Lo m¨¢s fascinante de esta situaci¨®n es que ha refutado de plano a quienes afirmaban que hab¨ªan desaparecido las ideolog¨ªas, que la vida pol¨ªtica del presente se reduc¨ªa ya a la mera gesti¨®n tecnocr¨¢tica. El nacionalismo est¨¢ tan vivo como siempre, igual que el doctrinarismo de derechas.
?Y la izquierda? La izquierda ha hecho ya tantas concesiones que no le llega el agua al cuerpo. Ahora se ve impelida o bien a radicalizarse a su vez y tomar la calle, o bien a conformarse con la "utop¨ªa pudorosa" (Fernando Savater) de hacer de tripas coraz¨®n y propugnar el entendimiento y las soluciones sensatas. Hacia cu¨¢l de estas dos opciones se incline determinar¨¢ el futuro inmediato de nuestro pa¨ªs.
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