¡°Tita, ?me voy a morir?¡±
La familia del ni?o valenciano de seis a?os que sufri¨® graves quemaduras durante una traca desbocada mantiene un largo contencioso con el Ayuntamiento La abogada del menor reclama 40.000 euros al Consistorio por no adoptar medidas de seguridad.
El Ayuntamiento de Bu?ol ¡ªel municipio valenciano que todos los veranos exhibe en televisiones de medio mundo su popular tomatina¡ª lleva seis a?os propinando tomatazos de olvido al peque?o Miguel E., uno de sus 10.000 vecinos. Miguel es ahora un chico de 12 a?os que desde que ten¨ªa seis ha tenido que pasar cinco veces por el quir¨®fano. Para operaciones muy dolorosas. Y todo por aquella maldita bengala que justo fue a caer donde estaba toda la traca de la fiesta, que estall¨® en mil pedazos. Y Miguel, al lado de ella, subido en una camioneta, junto a la imagen de san Crist¨®bal. ¡°Bien pudo impactar la bengala en san Crist¨®bal, pues yo soy de carne y ¨¦l era de madera...¡±, se ha desahogado alguna vez el menor ante su t¨ªa, Rosamar¨ªa.
A los tomatazos institucionales (nadie del Ayuntamiento ni de la comisi¨®n de fiestas de san Crist¨®bal se han interesado por el calvario que lleva vivido desde entonces), se une, adem¨¢s, el de la desidia judicial. El hecho ocurri¨® en julio de 2007 y a¨²n hoy ni siquiera hay sentencia (aunque, tras tanto a?os, parece que por fin se acerca el fallo judicial). El juez de Requena (Valencia) al que le toc¨® investigar el grave accidente pirot¨¦cnico, Guillermo Alegre, no investig¨® nada. Ten¨ªa el juzgado hecho unos zorros (retrasos y decenas de causas inactivas). M¨¢s tarde fue expedientado por el Poder Judicial.
Miguel nunca llor¨® pese al dolor de sus graves quemaduras
El peque?o Miguel se muestra ajeno a los laberintos de las instituciones de los mayores. Ha pasado el tiempo, pero siempre que se viste, su cuerpo recuerda la pesadilla que vivi¨® con solo seis a?os. Desde entonces no quiere saber nada ni de San Crist¨®bal ni de su romer¨ªa, la que celebra este municipio cada 14 de julio (Bu?ol est¨¢ situado a orillas de la autov¨ªa Madrid-Valencia, a unos 26 kil¨®metros de la capital del Turia).
Rosamar¨ªa, hermana del padre, recogi¨® aquella calurosa tarde de julio a Miguel y a otro sobrino y se los llev¨® a la romer¨ªa. Bu?ol corta algunas de sus calles para festejar a san Crist¨®bal: una caravana de veh¨ªculos parte de la ermita y sigue por las calles del pueblo a una camioneta en la que, erguida, sobresale la efigie del patr¨®n de los automovilistas. A ambos lados de la acera, devotos y curiosos ven el desfile.
El 14 de julio de 2007, Rosamar¨ªa y sus sobrinos, entre ellos Miguel, se subieron a la camioneta principal, al lado de san Crist¨®bal. Sobre las 20.30, la procesi¨®n se adentr¨® en las primeras casas del pueblo. J¨®venes, y no tan j¨®venes, tiraban sin tregua bengalas y petardos al paso de la comitiva. Solo dos polic¨ªas locales vigilaban el multitudinario evento, en el que el azar, el infortunio y la imprudencia de alguien se aliaron contra el peque?o Miguel. Una bengala zigzagueante fue a caer en la parte trasera de la camioneta, justo dentro de una enorme bolsa que conten¨ªa la traca final de la fiesta, llena de petardos y bengalas. Al lado de la bolsa, el peque?o Miguel, su primo, su t¨ªa, y otras dos personas. ¡°De pronto, aquello se convirti¨® en un infierno de humo, bengalas encendidas y explosiones¡±, recuerda Rosamar¨ªa. Nunca olvidar¨¢ la imagen de su sobrino ¡°envuelto en llamas de cintura hacia arriba¡±. Ella y otros vecinos lograron quitarle el fuego de encima. Su t¨ªa lo subi¨® r¨¢pido en un coche de la procesi¨®n, y corriendo al ambulatorio. En el trayecto, Miguel apenas si habl¨®. No dejaba de mirar la piel de su pecho y manos. ¡°Est¨¢n negras...; tita, ?me voy a morir?¡± ¡°Nooo... Vamos al m¨¦dico que nos cure [ella tambi¨¦n ten¨ªa quemaduras de tercer grado en un pie] y luego para casa...¡±, intentaba tranquilizarle.
"?Ojal¨¢ la bengala le hubiese estallado a san Crist¨®bal, que ¨¦l era de madera!"
Los cinco ocupantes de la camioneta resultaron con quemaduras. Pero ninguno como las de Miguel. En la ambulancia hacia la unidad de quemados del hospital La Fe de Valencia, Rosamar¨ªa y los padres de Miguel no cejaron de darle conversaci¨®n. Los m¨¦dicos del ambulatorio les dijeron que evitaran que se durmiera. El ch¨®fer de la ambulancia le habl¨® de una muy seria cogida de toro que sufri¨® de joven. ¡°?Y mira, aqu¨ª estoy, tan requetebi¨¦n; pues tu igual!¡±. Los m¨¦dicos de la Fe se quedaron sorprendidos por las heridas. Pas¨® tres semanas en el hospital. Una de ellas, totalmente aislado, para evitar infecciones. Y solo era el comienzo: le esperaban cinco dolorosas operaciones con injertos y dermoabrasiones. Y un a?o yendo al colegio con una camisa especial: la bengala abras¨® su t¨®rax.
Su padre, Eugenio, mec¨¢nico soldador, no quiere ni pensar que en esa ¨¦poca hubiera estado en el paro, como lo est¨¢ ahora desde hace seis meses. Fany tambi¨¦n est¨¢ desempleada. A veces cuida a alg¨²n ni?o, y tienen otra hija de 18 a?os. Los pocos ahorros los ha invertido la familia en los cuidados de Miguel. ¡°Solo en cremas, 150 euros cada bote, llevamos gastados m¨¢s de un mill¨®n de pesetas [6.000 euros]¡±, se?ala Eugenio.
?Qui¨¦n responde de todo este sufrimiento? ¡°El juzgado no hizo nada para averiguar qui¨¦n tir¨® la bengala; se limit¨® a pedir un infome al forense, que lo hizo para luego quedar aparcado en alguna estanter¨ªa, y preguntar a la comisi¨®n de fiestas de san Crist¨®bal si sab¨ªan qui¨¦n hab¨ªa lanzado la bengala. Contestaron que no era posible saberlo, y el juez dio carpetazo al asunto, y se acab¨®¡±, se queja Mercedez Boix, abogada de la familia. ¡°?A qui¨¦n se le ocurre preguntar a la comisi¨®n, que es la que organiza la fiesta, qui¨¦n ha tirado la bengala?¡±, cuestiona Boix. En el momento de la tragedia, en torno a la camioneta, solo hab¨ªa unas 15 o 20 personas. Nunca han sido interrogadas.
La comisi¨®n de san Crist¨®bal no ten¨ªa suscrito ning¨²n seguro para el evento (desde entonces s¨ª lo hace). Y el Ayuntamiento se ha desentendido del drama y responsabiliza a la comisi¨®n como gestora privada de la fiesta. Obviando, seg¨²n Boix, que se trata de un festejo popular que conlleva cortes de calles y, seg¨²n la ley, requiere autorizaci¨®n y control municipal. El Consistorio alega al tribunal de Valencia que analiza este caso (la sentencia est¨¢ al caer) que no procede la reclamaci¨®n de 40.000 euros que pide la familia porque la demanda estar¨ªa prescrita.
Eugenio y Fany est¨¢n dolido con la actitud del Ayuntamiento (entonces gobernado por el PSOE) y de la comisi¨®n: nadie en estos a?os se ha interesado por la salud de Miguel desde que varios directivos se acercaron aquel fat¨ªdico d¨ªa al ambulatorio para conocer lo ocurrido. ¡°Mientras a mi hijo lo llevaban a La Fe, ellos se fueron de comilona, y la fiesta sigui¨®¡±, se retuercen los padres, que llevan pasado lo suyo. Los psic¨®logos les han alertado de las secuelas emocionales que puede acarrear al menor la presencia de sus quemaduras.
La recuperaci¨®n est¨¢ siendo excelente, pero las marcas en el pecho y cuello perdurar¨¢n de por vida. A su t¨ªa se le cay¨® el alma cuando, hace dos veranos, llev¨® a Miguel a la piscina y le dijo: ¡°D¨¦jame puesta la camisa, que se me ve...¡±. ¡°?Y qu¨¦ pasa si se te ve! ?Mira c¨®mo tengo yo la pierna, y mis tatuajes, y me da igual que me las vean!¡±. Fany, la madre, se consuela con un deseo: ¡°Ojala esto sirva al menos para que la gente, y ahora vienen las fallas, tome conciencia de que un simple petardo, una bengala descontrolada, puede causar mucho dolor¡±.
El peque?o Miguel ha mostrado un gran fortaleza durante todos estos a?os, ajeno a tantos tomatazos de olvido. ¡°En ning¨²n momento llor¨® aquel d¨ªa. Solo le vi caer alguna l¨¢grima cuando ¨ªbamos al ambulatorio y, tras mirar su piel toda ennegrecida, se volvi¨® hacia m¨ª y me dijo: ¡®Tita, ?me voy a morir...?¡¯¡±
La 'tomatina' s¨ª se vigila
Rafael P¨¦rez, teniente alcalde de Bu?ol (IU), asegura a EL PA?S que no ten¨ªa conocimiento del accidente de Miguel. Se?ala que la seguridad se han extremado "en todos" los eventos, y que se acatar¨¢ la decisi¨®n que adopte la justicia sobre este "triste" suceso. P¨¦rez dice ignorar la actitud del municipio respecto al caso judicial de Miguel. El abogado consistorial declina en sus escritos judiciales toda responsabilidad y argumenta que, en todo caso, la reclamaci¨®n de la familia estar¨ªa prescrita. En la multitudinaria fiesta de san Crist¨®bal solo hab¨ªa dos polic¨ªas locales, mientras que, por ejemplo, en la popular tomatina de Bu?ol del pasado agosto intervinieron, lo afirma satisfecho el teniente de alcalde, "m¨¢s de 600 efectivos de seguridad". La tomatina re¨²ne todos los a?os a unas 40.000 personas. En 2013, como medidas de seguridad, solo se permiti¨® a 20.000 visistantes lanzarse los 160.000 kilos de tomates que adquiere el Ayuntamiento. "Viene gente de muchos pa¨ªses del mundo", destaca P¨¦rez.
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