¡°Ya pod¨ªamos tener urdangarines e infantas todos los d¨ªas¡±
El barrio de los juzgados de Palma se divide ante el acontecimiento
Si Espa?a no hablaba de otra cosa, es decir, de si la Infanta deb¨ªa bajar o no la famosa cuesta de los juzgados de Palma, en las inmediaciones de la c¨¦lebre rampa el paisaje lo hace directamente imposible. Cables por las aceras, largas filas de unidades m¨®viles aparcadas donde anteayer aparcaban y donde hasta pasado ma?ana no volver¨¢n a aparcar los vecinos. Un helic¨®ptero que sobrevuela los tejados y carteles que recuerdan que no se podr¨¢ pasar por aqu¨ª, ni entrar por all¨¢, en el rato que do?a Cristina habite este en otros d¨ªas tranquilo barrio de Palma.
Jaime lo intenta. Se desga?ita gritando a los periodistas: ¡°?Idos a casa! ?Vamos a ignorar a la Infanta!¡±. Persigue a los c¨¢maras intentando convencerles de que hoy todos planten a do?a Cristina, que recojan los b¨¢rtulos y se marchen, pero nadie parece dispuesto a seguir su transgresor plan ante la impresionante cobertura medi¨¢tica de la primera declaraci¨®n como imputada de la hija de un rey.
Entre los vecinos, hay de todo: desde los que est¨¢n encantados con la atenci¨®n hasta los que no ven el d¨ªa en que los 300 periodistas acreditados ¡ª90 medios nacionales e internacionales¡ª se vayan. Los m¨¢s afortunados han alquilado su peque?o balc¨®n por unos 1.000 euros a las televisiones y podr¨¢n permitirse un capricho, cortes¨ªa de la hija del Rey. Otros, como Conchita, lamentan que un polic¨ªa llamase a la puerta de su casa para pedirle que se identificara. Interior ha desplegado m¨¢s de 200 agentes hoy en la zona para proteger a do?a Cristina.
Biel, propietario del bar Suprem, estrat¨¦gicamente situado en el inicio de la dichosa rampa, se prepara para atender a la multiplicada clientela que recibir¨¢ hoy. ¡°Ya pod¨ªan venir Urdangarines e Infantas todos los d¨ªas¡±, bromea. En su toldo, frente al cartel que promociona sus berenars y menjars (desayunos y comidas), han colocado la bandera gay por los juegos ol¨ªmpicos de invierno en Sochi y las leyes hom¨®fobas de Putin. Sobre el toldo, hay otra enorme pancarta en la que se lee: ¡°S.O.S educaci¨®n, Stop represi¨®n¡±. Quienes las han puesto conf¨ªan en que tanto la bandera como la pancarta roben hoy algunos planos de c¨¢mara en televisi¨®n. Es previsible que a lo largo de la jornada, a los antimon¨¢rquicos que han convocado una concentraci¨®n en las inmediaciones del juzgado se unan profesores en paro y despedidos de Coca-Cola con el mismo objetivo: aprovechar la presencia y atenci¨®n de los medios para reivindicar sus causas.
Dos se?oras de otro barrio confiesan que han venido ¡°a ver el ambiente¡±, pero a continuaci¨®n se quejan amargamente de ¡°la mala imagen¡± que creen que el acontecimiento est¨¢ dando a su ciudad. ¡°?Esto es una exageraci¨®n!¡±, lamenta una refiri¨¦ndose a los periodistas y los polic¨ªas que lo han invadido todo. ¡°Y todos estos vienen como nosotras, ?eh? Un d¨ªa normal este barrio est¨¢ muerto. Por aqu¨ª no pasa nadie¡±, dice refiri¨¦ndose a otras parejas que pasean cogidas de ganchete y se detienen a ver a los periodistas que informan en directo para sus informativos, y a los operarios que traen las vallas azules ¡ª25¡ª que hoy separar¨¢n a unos pocos de otros muchos.
Hay periodistas que hacen cola para entrevistar a algunos vecinos. ¡°A m¨ª me gustar¨ªa que bajase la cuesta. Ya toda Espa?a sabe que a la c¨¢rcel no va a ir, que no la van a condenar. ?Si hasta lo dijo Rajoy! Por eso creo que al menos deber¨ªa bajar la cuesta andando, como la bajan cada d¨ªa otros tantos, sin este despliegue policial que sabe Dios lo que nos est¨¢ costando. ?Es una verg¨¹enza! Y c¨®mo han presionado al juez. Y que sus abogados, encima, digan que viene voluntariamente. ?Pero si la han tenido que imputar dos veces!¡±, dice de un tir¨®n Jos¨¦ Luis.
Detr¨¢s de ¨¦l pasa un hombre que cuando se ve lo suficientemente cerca de las c¨¢maras grita: ¡°?Viva el Rey!¡±. Algunos actos oficiales del Monarca terminan con ese grito y un coro de ¡°Vivas¡± que lo secundan. Aqu¨ª no. Nadie le sigue, pero su grito se ha colado en la medianilla de alguna reportera de la tele con el foco encendido. Menos es nada.
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