Irreformismo
El Gobierno no ha sido capaz de sacar adelante ninguna de las reformas que se precisan
?Es Espa?a irreformable? Que necesita profundas reformas nadie lo duda. Econ¨®micas, con urgente cambio de modelo productivo. Pol¨ªticas, con imprescindible refundaci¨®n del sistema de partidos y el modelo territorial. Y sobre todo institucionales, con la anquilosada justicia y la impunidad de la corrupci¨®n como cuestiones cruciales. El problema es qui¨¦n se lleva el gato al agua. La transici¨®n instaur¨® un reparto del poder basado en la alternancia bipartidista que, a pesar de su sectario antagonismo (la ret¨®rica de la crispaci¨®n), ha blindado un sistema que s¨®lo beneficia a sus c¨²pulas haci¨¦ndolo irreformable.
Ah¨ª est¨¢ el caso del actual partido en el poder, que se define como reformista. Pues bien, a pesar de la mayor¨ªa absoluta que obtuvo por la catastr¨®fica gesti¨®n del gobierno anterior, no ha sido capaz de sacar adelante ninguna de las reformas que se precisan. Es verdad que, al ser un gobierno de altos cuerpos estatales, ha revestido su gesti¨®n con una cascada de decretos oficialmente reformistas. Pero la mayor parte son papel mojado en flagrante contradicci¨®n con el esp¨ªritu de la ley, y ah¨ª est¨¢ para probarlo la flamante Ley de Transparencia. Es pues de sospechar que su pretendido reformismo ha sucumbido ante la prioridad partidista de tapar sus grav¨ªsimos esc¨¢ndalos de corrupci¨®n.
El resultado es que cuando la legislatura est¨¢ amortizada tras iniciarse el ciclo preelectoral, Espa?a contin¨²a en un agujero negro con todas las reformas esenciales pendientes de acometer. Y el ¨²nico resultado pr¨¢ctico del ejercicio absoluto del reformismo gubernamental, los recortes presupuestarios y la reforma laboral, han sido contra-producentes pues s¨®lo sirvieron para agravar la segunda recesi¨®n. Menos mal que, ante su evidente fracaso, y espoleado por la inminencia electoral, el gobierno ha decidido poner fin a la suicida pol¨ªtica de austeridad, y por eso estamos saliendo a duras penas de la recesi¨®n.
Pero la oposici¨®n tampoco ha sabido ofrecer un programa ni una ejecutoria reformistas, pues han perdido estos dos a?os de traves¨ªa por el desierto sin acometer las necesarias reformas internas en su estructura partidaria ni proceder tampoco a una renovaci¨®n personal y moral de sus ¨¦lites dirigentes. Lo que puede explicarse, pero no justificarse, por la conveniencia de tapar sus responsabilidades por la ejecutoria de Zapatero y por sus propias corrupciones internas. El resultado es que, como demuestran los sondeos, nadie conf¨ªa en la capaci-dad socialista para enfrentarse a las reformas que Espa?a necesita.
Ergo nuestro sistema resulta irreformable, como pregonan los promotores extramuros de un nuevo proceso constituyente que liquide el amortizado r¨¦gimen de la transici¨®n. Pero queda una posibilidad de que el sistema se reforme a s¨ª mismo. Y es que el resultado electoral rompa definitivamente el bipartidismo sin posibilidad de apuntalar mayor¨ªas turnantes con el apoyo de partidos bisagra. Entonces el sistema tendr¨ªa que evolucionar hacia un nuevo r¨¦gimen consociativo basado en el consenso multipartidario. Lo que brindar¨ªa una oportunidad para el reformismo regenerador. Los ciudadanos deciden.
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