Procesos
El diccionario explica bastante bien la polisemia con que se usa el llamado proceso catal¨¢n o vasco
A las palabras, como a las armas, las carga el diablo. Ah¨ª est¨¢ la voz periferia. En la eurozona se llama perif¨¦ricos a los pa¨ªses m¨¢s pobres, mientras en Espa?a se llama as¨ª al nacionalismo catal¨¢n y vasco. Pues bien, ahora mismo en ambos ¨¢mbitos se cruzan intensos debates sustantivados con un mismo t¨¦rmino: el proceso, en singular. En el Pa¨ªs Vasco, el proceso es el llamado proceso de paz, cuyo ¨²ltimo acto es el teatrito de t¨ªteres que hace poco represent¨® ETA. Y en Catalu?a, el proceso es la llamada consulta que reclama el derecho a decidir. Un uso ling¨¹¨ªstico ya generalizado, pues tanto promotores como adversarios saben qu¨¦ se dice al usar tan manido vocablo.
?Por qu¨¦ se ha impuesto el t¨¦rmino de proceso? ?Cu¨¢l es la clave de su ¨¦xito pol¨ªtico a fuer de ling¨¹¨ªstico? Como dijo Wittgenstein, el significado de un signo est¨¢ en su uso. Los tres usos m¨¢s comunes de la voz, entendida como transformaci¨®n hacia adelante en el tiempo (DRAE), son el econ¨®mico (proceso de producci¨®n), el judicial (litigio contencioso, proceso criminal) y el hist¨®rico (evoluci¨®n irreversible). Y todos ellos explican bastante bien la polisemia con que hoy se usa el llamado proceso catal¨¢n o vasco.
Como proceso productivo, lo que se pretende producir o fabricar en el caso vasco es la paz (make peace, not war), entendida como resoluci¨®n del llamado conflicto vasco. Y en el caso catal¨¢n, lo que se espera fabricar o producir es el nacimiento de una naci¨®n (nation building). M¨¢s pertinente es el significado procedimental que se le atribuye al t¨¦rmino en su uso judicial, pues el proceso alude al pleito contencioso de demandas y r¨¦plicas, d¨²plicas y contrarr¨¦plicas, donde ambas partes en litigio, la acusaci¨®n y la defensa, pugnan por criminalizar a la otra tratando de probar sus respectivas razones y culpas, a la espera de ganar el juicio obteniendo un veredicto favorable y una sentencia condenatoria: delenda est Hispania.
Y finalmente, el uso hist¨®rico pero tambi¨¦n sociol¨®gico sugiere el determinismo teleol¨®gico que se predica de las leyes universales, como en los conocidos procesos de industrializaci¨®n, de racionalizaci¨®n, de modernizaci¨®n o de civilizaci¨®n. Unos procesos ineluctables caracterizados por la necesidad hist¨®rica que impondr¨ªan el advenimiento futuro de la gran meta final, de antemano predestinada: la escatol¨®gica Civitas Dei de Agust¨ªn, cuya sacralidad se transfiere a la independencia de la patria imaginada.
Pero a¨²n existe otro factor no sem¨¢ntico que explica la insistencia en hacer de la cuesti¨®n nacional 'el proceso' por antonomasia (como se hac¨ªa con el PC para ningunear a los dem¨¢s partidos). Y es la de reclamar para ella el monopolio de la verdad leg¨ªtima, lo que seg¨²n Bourdieu permite ejercer la hegemon¨ªa cultural o dominaci¨®n simb¨®lica. Pues llamar 'el proceso' al debate nacionalista implica entronizarlo como ¨²nico tema admitido a tr¨¢mite, expulsando a los dem¨¢s fuera de la agenda p¨²blica para reducir el pluralismo pol¨ªtico a la espiral del silencio un¨¢nime. Algo digno de El proceso de Kafka.
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