Sagaz, inteligente, generoso
Su¨¢rez lleg¨® al centro de la escena pol¨ªtica justo cuando Espa?a entera ansiaba vivir una libertad dram¨¢ticamente aplazada
El 17 de enero de 1995, en el Teatro de Rojas de Toledo, entregamos a Adolfo Su¨¢rez el Premio Alfonso X El Sabio. Fue, seg¨²n dijo, el primer reconocimiento p¨²blico desde la izquierda. Mis palabras de entonces siguen vigentes.
¡°No necesitas homenajes. Al aceptar el nuestro, nos das tanto como recibes. Tu presencia es un acicate para la reflexi¨®n, porque para abrir las puertas al futuro es necesario no olvidar la historia.
Su¨¢rez lleg¨® al centro de la escena pol¨ªtica justo cuando Espa?a entera ansiaba vivir una libertad dram¨¢ticamente aplazada. Con su nombramiento en 1976 se abr¨ªa paso aquella libertad sin ira de la que hizo un lema pol¨ªtico.
No ten¨ªamos confianza en el poder establecido. Abundaba la incertidumbre y el miedo colectivo a que se repitiesen los peores episodios de nuestra historia.
Tres fueron tus cualidades: sagacidad, inteligencia y generosidad.
Sagacidad para esquivar las andanadas de quienes se cre¨ªan propietarios del Estado y de Espa?a y entend¨ªan que cualquier hilo que condujera a la soberan¨ªa popular significaba la perdici¨®n.
Una sagacidad compuesta de astucia y prudencia, de atrevimiento y mesura. Adolfo Su¨¢rez supo desenvolverse con soltura. Se atrevi¨® a dar pasos decisivos en el d¨ªa preciso. El s¨¢bado de gloria en que legaliz¨® el Partido Comunista, el d¨ªa que envi¨® un avi¨®n para el regreso de Tarradellas y con ¨¦l la recuperaci¨®n de la Generalitat, su planta erguida el 23 F.
Inteligencia para conocer el punto de vista de los adversarios pol¨ªticos que ni fueron pocos ni siempre fuimos templados.
El presidente Su¨¢rez tuvo la inteligencia suficiente para abrir paso a su reforma en medio de aquellas "ambig¨¹edades calculadas". Fue el que m¨¢s fruto pudo sacar de ¨¦stas aunque, a la postre, tambi¨¦n fue el que personalmente m¨¢s pag¨® por ellas.
Esquivaste, es decir, burlaste a maniqueos y a dogm¨¢ticos. Hiciste, en definitiva, del arte de lo posible el recurso para alcanzar lo que parec¨ªa, si no imposible, muy improbable.
Generosidad. Es decir, poner antes el decoro y la dignidad que los intereses personales.
Una generosidad que no es el contrapunto sino el complemento de una gran y leg¨ªtima ambici¨®n pol¨ªtica: la de identificar tu persona y tu trabajo con la superaci¨®n de aquella predicci¨®n que defin¨ªa a Espa?a como un perpetuo mot¨ªn de Esquilache.
Con Su¨¢rez se fragu¨® un nuevo modo de estar juntos. Y aquel epitafio que hab¨ªa escrito Larra durante nuestra primera guerra civil "Aqu¨ª yace media Espa?a, muri¨® de la otra media", dej¨® de ser una exacta predicci¨®n.
No somos pocos los que pensamos que a Su¨¢rez le cost¨® muy caro el atrevimiento de librarnos de los salvadores de siempre. Unos, hay que confesarlo, no le reconoc¨ªamos su tarea de innovador por raz¨®n de su origen. Otros lo rechazaban, precisamente, por no haberse encadenado a ¨¦l.
Lo cierto es que fue apartado de su espacio pol¨ªtico ante los at¨®nitos ojos de aquellos espa?oles que presintieron una conjura en las sombras del poder. Muchos no nos percatamos de ello hasta la investidura de su sucesor, en febrero del 81.
S¨®lo quiero finalizar invocando el derecho de la juventud espa?ola a conocer su historia. Que la avalancha cotidiana de noticias no sea anestesia para el olvido¡±.
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