Nostalgia
Quiero creer que la un¨¢nime canonizaci¨®n de Su¨¢rez celebrada el fin de semana pasado no responde al cinismo de quienes se lo cargaron (sus enemigos internos de UCD y la pinza del PSOE con AP) ni a la hipocres¨ªa de quienes lo provocaron y aplaudieron (la prensa y la sociedad civil) sino a una sincera y aut¨¦ntica rectificaci¨®n. Pues quiero creer que hoy todos los actores confabulados ya se han arrepentido de aquella conjura y han hecho un firme prop¨®sito de enmienda. Por eso quiero creer que a partir de aqu¨ª, y movidos por el esp¨ªritu del 23 de marzo (d¨ªa de la ascensi¨®n de Su¨¢rez al cielo pol¨ªtico espa?ol), la renacida clase pol¨ªtica espa?ola sabr¨¢ reencontrar el ansiado consenso suarista capaz de sanar todas nuestras muchas heridas sectarias.
Quiero creerlo pero no lo consigo porque no me parece cre¨ªble. Al rev¨¦s, todo indica que si estuviera en su mano, la historia de la defenestraci¨®n de Su¨¢rez se repetir¨ªa corregida y aumentada, aunque ya no como tragedia sino ahora como burda farsa. Nuestra clase pol¨ªtica parece haber aprendido de sus errores a cometerlos con mucha mayor impunidad, insidia y desfachatez. No hay m¨¢s que ver por ejemplo c¨®mo hemos pasado del caso Naseiro al caso B¨¢rcenas, del caso Banca Catalana al caso Palau e ITV, o del caso Filesa al caso ERE. Y en cuanto a la instrumentaci¨®n pol¨ªtica de las guerras culturales montadas en el escenario medi¨¢tico, no hay m¨¢s que ver c¨®mo hemos pasado del acoso de Su¨¢rez y Taranc¨®n al acoso de Madrid, culpable de expoliar a Catalu?a, y al de Artur Mas, culpable de traicionar a Espa?a.
Todo indica que la historia de la defenestraci¨®n de Su¨¢rez se repetir¨ªa corregida y aumentada
De ah¨ª la nostalgia que ha experimentado la ciudadan¨ªa al revivir la pasi¨®n y muerte pol¨ªtica del art¨ªfice de la transici¨®n. Pues la gran diferencia entre entonces y ahora es que en aquel momento el auto de fe parec¨ªa cre¨ªble al estar el futuro abierto a todas las contingencias, por lo que cab¨ªa esperar que superada la crisis pol¨ªtica nos aguardaba un destino mejor. Como en efecto llegamos a pensar ilusoriamente a partir de 1982. Pero hoy ya no somos ilusos, estamos escarmentados por demasiados desafueros, hemos aprendido a descreer de nuestros representantes y no podemos esperar nada bueno de las m¨²ltiples crisis pol¨ªticas que nos desgarran y nos desangran, sin que hayamos tenido arte ni parte en su gestaci¨®n. De modo que apurada la nostalgia lo ¨²nico que se impone es el fatalismo, pues el futuro que nos aguarda promete ser m¨¢s miserable y obsceno cada d¨ªa que pasa.
Miserable porque la salida y recuperaci¨®n de la crisis solo se ha hecho sobre las espaldas de las capas m¨¢s d¨¦biles de la poblaci¨®n, esos trabajadores manuales muchos de ellos extranjeros y sus familias a los que hemos despedido, empobrecido y desahuciado hasta la desesperaci¨®n, obligando a una parte de ellos a tener que huir de Espa?a. Y obsceno porque encima nuestras ¨¦lites alardean arrog¨¢ndose el m¨¦rito de habernos salvado gracias al sacrificio del pueblo condenado a la deflaci¨®n salarial. Est¨¢ visto que quieren que seamos sus c¨®mplices invit¨¢ndonos a votarles el 25 de mayo, para lo que tienen la desfachatez de incluir en sus listas a personajes como el exministro Blanco.
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