Le¨®n: Seis mujeres en torno a un crimen
Las tres acusadas de la muerte de la presidenta de la Diputaci¨®n formaban un tri¨¢ngulo plagado de aristas
Las mujeres implicadas en el asesinato de Isabel Carrasco Lorenzo, la presidenta de la Diputaci¨®n de Le¨®n, podr¨ªan formar parte de una tragedia griega. Como en las obras de Eur¨ªpides y S¨®focles, las mujeres de Le¨®n aparecen como personajes tortuosos, atormentados y marcados por un destino fatal. Monserrat Gonz¨¢lez, su hija Monserrat Triana Mart¨ªnez y la polic¨ªa local Raquel Gago Rodr¨ªguez tienen una vida interior atribulada, a veces oscura, llena de recovecos. Componen un extra?o tri¨¢ngulo cuajado de aristas. Un retablo del que son personajes principales de un sumario judicial, que acaba de dejar de ser secreto, y que se completa con otras muchas mujeres a su alrededor. Los caprichos del destino.
Carrasco, nacida en Santib¨¢?ez del Bernesga (Le¨®n), dura y cortante como el pedernal, muri¨® a sus 58 a?os por los tres balazos que?le asest¨® el pasado 12 de mayo Monserrat Gonz¨¢lez en la pasarela sobre el r¨ªo Bernesga que une el paseo de la Condesa Sagasta con el de Salamanca. Con un tiro por la espalda, que le afect¨® al coraz¨®n, nada pudo hacer por ella una mujer ¡ªla enfermera Teresa Fern¨¢ndez Garc¨ªa¡ª que casualmente caminaba a pocos pasos de distancia. Un polic¨ªa retirado, Pedro Mielgo Silv¨¢n, que pasaba por la zona, sigui¨® a la presunta asesina hasta que fue detenida en las inmediaciones, junto con su hija Triana. Al d¨ªa siguiente fue arrestada la polic¨ªa local Raquel Gago, tras hallarse en su coche el rev¨®lver Taurus, calibre 32, empleado en el crimen.
Desde entonces, las tres supuestas implicadas en el homicidio est¨¢n en prisi¨®n por orden de la juez Sonia Gonz¨¢lez P¨¦rez. Otra mujer en el caso. Igual que la inspectora Elena Mart¨ªnez Robles, la detective responsable de la investigaci¨®n. Igual que la jefa de la polic¨ªa de Le¨®n, la comisaria Mar¨ªa Marcos Salvador. Igual que la secretaria del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 4, Mar¨ªa ?ngeles Quintas ?lvarez.
La polic¨ªa Raquel Gago no?aclara por qu¨¦ ocult¨® que?estuvo con Monserrat y?Triana antes del homicidio
Monserrat Gonz¨¢lez est¨¢ casada con Pablo Antonio Mart¨ªnez Garc¨ªa, un leon¨¦s de Santa Marina del Rey, ahora inspector jefe de la comisar¨ªa de Astorga. Como ocurre con muchos matrimonios a?ejos, la pasi¨®n inicial hab¨ªa ido languideciendo y ahora sus relaciones eran g¨¦lidas. Desde hace diez a?os viven en Astorga, donde su marido ocupa la jefatura de la comisar¨ªa de polic¨ªa, aunque ella pasa largas temporadas con su hija Triana en Le¨®n. Unas veces porque va a consulta m¨¦dica, otras simplemente para hacer compras. Cualquier excusa es buena. Las dos son u?a y carne. Est¨¢n tan unidas que su mutua dependencia resulta un tanto enfermiza ante los ojos ajenos. ¡°Mi mujer y mi hija no me hacen ni pu?etero caso¡±, ha comentado el polic¨ªa m¨¢s de una vez.
El domingo anterior al crimen, Monserrat, su esposo y su hija comieron con la abuela en la casa de Carrizo, el pueblo natal de las mujeres. Despu¨¦s, madre e hija se fueron a Le¨®n, mientras que Pablo se march¨® a Astorga. Una vez m¨¢s solo.
Triana y la polic¨ªa Raquel Gago eran ¨ªntimas desde que esta, muchos a?os atr¨¢s, hab¨ªa trabajado de socorrista en la piscina de Carrizo. Desde entonces se hicieron casi inseparables. As¨ª que en la ma?ana del lunes d¨ªa 12, Triana telefone¨® a su amiga Raquel por si le apetec¨ªa comer en su casa algo que a ella le encanta: mejillones. Sin embargo, esta rechaz¨® la invitaci¨®n y prefiri¨® juntarse para tomar caf¨¦ tras el almuerzo. La agente estuvo en un coche patrulla con su compa?ero Manuel Ch¨¢vez Jaramillo hasta las tres de la tarde. Sali¨® del trabajo y lleg¨® poco despu¨¦s de las cuatro al piso de la calle de la Cruz Roja, donde permaneci¨® 15 o 20 minutos con Triana en la cocina, mientras la madre ve¨ªa la televisi¨®n en el sal¨®n. Eso es lo que Raquel ha declarado: que charlaron de todo y de nada y que no hubo ning¨²n complot para dar muerte a Isabel Carrasco, la todopoderosa presidenta de la Diputaci¨®n, a quien Triana, a sus 34 a?os, culpaba de haberle truncado un futuro otrora prometedor.
Tras despedirse de su amiga, la polic¨ªa local subi¨® a su Volkswagen Golf y enfil¨® hacia el centro de la ciudad. Seg¨²n ella, quer¨ªa comprar en la tienda El Rinc¨®n del Arte unos materiales para arreglar un mueble en las clases de restauraci¨®n a las que sol¨ªa acudir en Trobajo del Cerecedo. Aparc¨® en la calle de Lucas de Tuy, entre la Gran V¨ªa de San Marcos y la calle de Sampiro.
La tienda estaba cerrada. Aprovech¨® la espera para ojear una revista y hacer varias llamadas con su m¨®vil: a Desguaces LJM Hermanos Garc¨ªa, de Le¨®n; a la Herborister¨ªa Pepe Navarro de la calle de Fuencarral de Madrid; otra llamada para felicitar a una amiga que ese d¨ªa celebraba su cumplea?os¡ Adem¨¢s, pas¨® un buen rato charlando con Julio Mozo, un controlador de los parqu¨ªmetros callejeros.
A las 17.19 recibi¨® una llamada de Triana de solo 17 segundos de duraci¨®n. ?Llegaron a hablar? ?Qu¨¦ es lo que le dijo? Nadie lo sabe. Pero resulta harto sospechoso que ese telefonazo coincidiera con el instante exacto en que el 091 de la polic¨ªa recib¨ªa el aviso de un ciudadano alertando del tiroteo ocurrido en la pasarela.
Si realmente estaba compinchada en el asesinato de Isabel Carrasco, resulta dif¨ªcil de entender que se dedicase a conversar con el controlador y a hablar por tel¨¦fono en vez de estar en tensi¨®n. Salvo que tenga nervios de acero, cosa que muchos de sus compa?eros de la polic¨ªa desmienten: ¡°Raquel se pon¨ªa muy alterada si hab¨ªa que hacer una intervenci¨®n complicada. Odiaba las armas¡±.
?Fue simplemente fruto de la casualidad que estuviera a unos pocos metros de donde Monserrat acababa de descerrajar cuatro tiros a la presidenta de la Diputaci¨®n? ?Estaba en el lugar equivocado a la hora equivocada? ?Fue el azar lo que hizo caer sobre ella una maldici¨®n de tragedia griega? Porque estando a esa hora y en esa calle, apareci¨® Triana. Esta le pregunt¨® si ten¨ªa abierto su coche y en un abrir y cerrar de ojos tir¨® un bolso grande tras el asiento del copiloto, antes de marcharse dici¨¦ndole que iba a comprar fruta. En vista de que pasaba el tiempo y que la amiga no regresaba, Raquel le telefone¨® a las 17.36. Pero aquella le contest¨®, azorada, que le llamar¨ªa m¨¢s tarde. As¨ª que arranc¨® el coche. A los pocos metros vio un tumulto de gente y polic¨ªas, pero no se par¨® a ver qu¨¦ suced¨ªa. Resulta extra?o que no le picase la curiosidad. Enfil¨® hacia su clase de restauraci¨®n en Trobajo del Cerecedo, una pedan¨ªa a dos kil¨®metros de Le¨®n.
"Mi mujer y mi hija no me hacen ni pu?etero caso¡±, coment¨® el marido de la presunta homicida
El alboroto estaba causado por los polic¨ªas que ten¨ªan cercada a Monserrat, la cual se hab¨ªa subido al coche de su hija despu¨¦s de haberle entregado a esta, en una calle pr¨®xima, el bolso que conten¨ªa el rev¨®lver con el que acababa de matar a su odiada Isabel Carrasco. ¡°Deshazte de esto¡±, le orden¨®. Por eso, Triana ¡ªsiempre d¨®cil, siempre u?a y carne con su madre¡ª hab¨ªa ido y hab¨ªa cumplido a rajatabla. Y cuando regres¨® a su propio veh¨ªculo, los polic¨ªas tambi¨¦n le arrestaron por su relaci¨®n con el crimen.
Monserrat tard¨® poco en cantar de plano. Estaba atrapada. Sin escapatoria. Justific¨® el asesinato trazando un retrato cruel y despiadado de la v¨ªctima: ¡°Llevaba un a?o queriendo encontrarme con Isabel Carrasco. Mi hija lo estaba pasando muy mal por su culpa. Lo que le ha hecho no tiene nombre. Yo me estaba volviendo loca¡±.
Triana, ingeniera de Telecomunicaciones, hab¨ªa trabajado de interina en la Diputaci¨®n entre 2006 y 2011 y all¨ª hizo buenas migas con Isabel Carrasco, la presidenta, la dama de hierro de Le¨®n. Pero las cosas empezaron a torcerse cuando la joven se present¨® a unas oposiciones y, en su opini¨®n, hubo una especie de pucherazo que hizo que el aprobado fuera otro aspirante al puesto. Cuando este qued¨® nuevamente vacante, Triana tampoco logr¨® ser nominada. Como tampoco fue designada concejal de Astorga por el PP en sustituci¨®n de un compa?ero de lista que caus¨® baja. Y el colmo fue cuando la Diputaci¨®n se empecin¨® en hacerle devolver 12.000 euros que presuntamente hab¨ªa cobrado indebidamente.
Detr¨¢s de todos estos avatares, seg¨²n la muchacha y su madre, estaba la mano negra de Isabel Carrasco. Y eso les fue envenenando la sangre y acrecentando el rencor hacia una mujer que gobernaba Le¨®n a su antojo. ¡°No s¨¦ por qu¨¦ quer¨ªa joderme. Ella quer¨ªa ser el centro de todo. Pero para m¨ª era un demonio¡±, declar¨® Triana a la juez. En esa misma declaraci¨®n, la ingeniera intent¨® enga?ar a la magistrada dici¨¦ndole que no hab¨ªa visto a Raquel Gago hasta que meti¨® el rev¨®lver en su coche. Pero tuvo que admitir que se vieron ese mismo d¨ªa en su casa: ¡°Raquel sab¨ªa lo que yo estaba pasando y mi situaci¨®n en el trabajo. Mi vida es un sinvivir¡±.
La polic¨ªa municipal, de 40 a?os, hab¨ªa conocido hace 20 a?os a Triana, pero hasta hace 10 no volvieron a reencontrarse. Se hicieron inseparables. ¡°Desde entonces habl¨¢bamos de los problemas del trabajo, de las preocupaciones familiares, sal¨ªamos a comer o a cenar, ten¨ªamos amigas comunes (mi hermana Beatriz, Lorena, Leticia, Silvia). Yo hablaba con Triana todos los d¨ªas, a no ser que alguna de nosotras estuviese fuera. No tenemos amigos en com¨²n que sean chicos¡±. Viv¨ªan en un mundo femenino.
Precisamente la aparente ausencia de hombres en el alambicado c¨ªrculo de Triana y Raquel ven¨ªa siendo objeto de cuchicheos y rumores sobre una presunta relaci¨®n l¨¦sbica entre ambas. Los propios investigadores del caso creyeron ver ah¨ª, en una pasi¨®n irrefrenable y encubierta, una posible explicaci¨®n a la conducta de ambas. Sin embargo, la verdad es que Raquel tiene una vida oculta y complicada: desde hace 15 a?os mantiene una relaci¨®n secreta con un hombre casado, con el que sol¨ªa hablar por tel¨¦fono muchas veces al d¨ªa. Un amor a escondidas. Y eso, para una persona introvertida y herm¨¦tica como ella, le estaba causando m¨¢s de un quebranto.
Pero ?por qu¨¦ tras enterarse de la detenci¨®n de su amiga no corri¨® a contar que hab¨ªan estado juntas poco antes del crimen? ?C¨®mo se explica que Raquel, siendo polic¨ªa local desde hace 17 a?os, no fuera rauda a la comisar¨ªa? ¡°No me pod¨ªa creer lo que estaba pasando. Me qued¨¦ bloqueada. En estado de shock. Esa noche no dorm¨ª¡±, declar¨® ante la juez Sonia Gonz¨¢lez. Pero ese olvido es lo que le ha llevado a la c¨¢rcel.
Todav¨ªa hoy, un mes despu¨¦s del asesinato, est¨¢ por aclarar c¨®mo es posible que Raquel no viera hasta 30 horas despu¨¦s que Triana hab¨ªa dejado en su coche un bolso con el rev¨®lver homicida. Lo vio el martes 13 de mayo por la tarde, cuando trataba de meter en su Volkswagen Golf una bicicleta de su hermana para llevarla a reparar.
¡°Al ir a meter la bici, se sali¨® el tap¨®n de una garrafa de agua y empap¨® todo el coche y lo que ten¨ªa dentro. En ese momento vi tras el asiento del copiloto el bolso que le hab¨ªa prestado a Triana. Lo abr¨ª y vi unos fulares grandes y otro bolso m¨¢s peque?o. Toqu¨¦ las cachas de un rev¨®lver y me puse muy nerviosa. Me qued¨¦ sin respiraci¨®n. No pod¨ªa hablar. Mi hermana y mis amigas me preguntaban qu¨¦ ocurr¨ªa. Al final ped¨ª a mi hermana que llamara a Nacho Garc¨ªa Prieto, un polic¨ªa nacional que conozco¡±.
Nacho lleg¨® volando a su casa y abronc¨® a Raquel: ¡°?Hostias, c¨®mo no llamaste antes, si se ha enterado toda Espa?a...!¡±. Se la llev¨® a comisar¨ªa. ¡°Si hubiera sabido que Triana me hab¨ªa metido el arma en el coche, habr¨ªa tenido tiempo suficiente para deshacerme de ella. Y, como ven, no lo he hecho. Nadie me ha coaccionado, ni yo tengo ninguna dependencia de nadie que me obligara a colaborar en una cosa as¨ª¡±, declar¨®. Tras tomarle declaraci¨®n, los agentes encargados de la investigaci¨®n la dejaron libre al considerar que no hab¨ªa riesgo de que se fugara.
La juez orden¨® posteriormente su detenci¨®n e ingreso en prisi¨®n por su presunta implicaci¨®n en el homicidio. El fiscal considera que ¡°Raquel se concert¨® con Monserrat y Triana para dar muerte a Isabel Carrasco¡± y que ¡°tuvo una intervenci¨®n relevante en el plan, consistente en la ocultaci¨®n del arma¡±. Ser¨ªa, por tanto, ¡°cooperadora necesaria de los delitos cometidos por aquellas¡±.
A la magistrada no le convenci¨® que la sospechosa asegurase: ¡°Yo no ten¨ªa ninguna enemistad con Isabel Carrasco. Ni siquiera la conoc¨ªa. No la deseaba nada malo porque nada malo ha hecho a mi familia, ni directa ni indirectamente¡±. De nada vali¨® que su abogado, Ferm¨ªn Guerrero Faura, argumentara que su clienta tuvo tiempo m¨¢s que suficiente para desprenderse del rev¨®lver comprometedor y que si no lo hizo es porque ignoraba su existencia y porque era ajena a cualquier conjura criminal.
Monserrat, Triana y Raquel, atrapadas en una espiral de tragedia griega, esperan entre rejas el dictamen de la justicia.
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