Regeneraciones
El grueso de votantes de Podemos no fueron tanto los j¨®venes del 15-M como sus progenitores
La sorpresa que produjo el ¨¦xito inesperado de la candidatura Podemos en las pasadas elecciones europeas ha cogido a casi todos los actores pol¨ªticos con el paso cambiado, oblig¨¢ndoles a improvisar un plan b para reincorporarse a la competici¨®n con alguna esperanza de no perder demasiado. Es evidente que para el progresismo ha sido un jarro de agua fr¨ªa, pero tambi¨¦n los conservadores han visto las orejas al lobo, asustados todos ellos por el temor de que sus respectivas clientelas se dejen seducir por el nuevo flautista de Hamelin que ha logrado fascinar a las sufridas y ofendidas masas urbanas. Y una vez recuperados del primer golpe, han procedido a contraatacar para enfrentarse al supuesto peligro que tendr¨ªa Podemos.
Es posible que con esto exageren, pues lo m¨¢s probable es que en unos comicios normales los electores retornen al voto utilitario, instrumental y estrat¨¦gico, en lugar del indignado desahogo que se tomaron el 25-M. Pero como m¨¢s vale prevenir que curar, y de acuerdo al principio de precauci¨®n, lo cierto que todos los partidos han adoptado nuevas estrategias imaginativas para tratar de contener el riesgo. Y el com¨²n denominador de su plan b ha sido el concepto o encuadre (framing) de regeneraci¨®n, como ¨²nica forma de enfrentarse con esperanzas de ¨¦xito al nuevo encuadre populista y justiciero adoptado por Podemos, que demanda la cabeza de la culpable casta pol¨ªtica.
En las filas conservadoras, y tras los pat¨¦ticos excesos del Tea Party espa?ol que porf¨ªa en hacer vud¨² contra el mu?eco de Iglesias, la Moncloa ha optado por acogerse al contrastado encuadre de la regeneraci¨®n propiamente dicha, de rancia alcurnia moral desde los tiempos de Costa. Si Podemos culpa de todos los males a la casta del r¨¦gimen, nada mejor que proceder a depurarla. Lo malo es que nuestra derecha vuelve a darnos gato por libre tal como suele, llamando regeneraci¨®n no a la redenci¨®n de culpas sino al cambio del r¨¦gimen electoral. ?Qu¨¦ tendr¨¢ que ver el culo con las t¨¦mporas? Un cambio, adem¨¢s, de aroma inconstitucional, pues pretende sustituir el consagrado sistema proporcional (corregido como ya est¨¢ por el m¨¦todo d'Hondt) por otro mayoritario al estilo anglosaj¨®n, lo que agravar¨ªa todav¨ªa m¨¢s nuestro ya de por s¨ª abultado d¨¦ficit de representaci¨®n.
Y la izquierda tambi¨¦n ha optado por la regeneraci¨®n como nuevo encuadre capaz de contener las p¨¦rdidas. Pero una regeneraci¨®n entendida no como reparaci¨®n de responsabilidades, pues todav¨ªa no ha sabido dar la cara por los grav¨ªsimos indicios de corrupci¨®n que se le imputan, sino en el sentido publicitario de la renovaci¨®n generacional, del que tanto abusa el marketing digital para vendernos artilugios de ultim¨ªsima generaci¨®n. Y ah¨ª est¨¢n los flamantes candidatos Pedro S¨¢nchez, Eduardo Madina y Alberto Garz¨®n, incapaces de tomar iniciativas arriesgadas como Matteo Renzi pero dispuestos eso s¨ª a competir con Pablo Iglesias en juventud, imagen cool y uso de redes sociales. Pero con eso olvidan que el grueso de votantes de Podemos no fueron tanto los j¨®venes del 15-M que acamparon en la Puerta del Sol como sus propios progenitores: los profesionales de los servicios p¨²blicos que protagonizaron en 2012 las mareas blanca y verde. Y esa clase media de edad adulta no se dejar¨¢ impresionar tan f¨¢cilmente.
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