El congreso de Isidoro
La operaci¨®n Suresnes puso fin a la etapa de culto del PSOE a sus reliquias de la guerra civil y del exilio
La operaci¨®n Suresnes, en octubre de 1974, puso fin a la etapa de culto del PSOE a sus reliquias de la guerra civil y del exilio, y sent¨® las bases para convertir a este partido en la m¨¢quina de poder que hemos conocido. De all¨ª sali¨® un primer secretario, Isidoro (Felipe Gonz¨¢lez) del que solo sab¨ªa un pu?ado de los poco m¨¢s de 2.000 correligionarios de la ¨¦poca, que adoptaban seud¨®nimos para sortear mejor a la polic¨ªa del vencedor de la Guerra Civil. Junto al primer secretario fue elegida una ejecutiva en la que se encontraban Andr¨¦s (Alfonso Guerra), Juan (Nicol¨¢s Redondo Urbieta) o Herv¨¢s (Pablo Castellano), que terminaron distanci¨¢ndose de Gonz¨¢lez con el devenir de los acontecimientos pol¨ªticos.
La trascendencia del congreso de Suresnes se debe al momento estrat¨¦gico en que se celebr¨®. Franco hab¨ªa ca¨ªdo enfermo pocos meses antes y, aunque se recuper¨® y recobr¨® sin miramientos los poderes que hab¨ªa cedido al pr¨ªncipe Juan Carlos, la mayor parte de la oposici¨®n ya se estaba agrupando en torno al PCE en la Junta Democr¨¢tica. El PSOE no se integr¨® ah¨ª, sino que aprob¨® la aceptaci¨®n de alianzas con otras ¡°fuerzas antifranquistas¡±, v¨¢lidas hasta que se produjera la ¡°ruptura democr¨¢tica¡±.
M¨¢s que por sus declaraciones ideol¨®gicas, la escenograf¨ªa de Suresnes marc¨® el fin del reinado de los militantes de edad provecta. Este congreso fue fruto de la escisi¨®n entre los j¨®venes activistas y los dirigentes veteranos que guardaban en Francia la llama del partido de Francisco Largo Caballero e Indalecio Prieto, pero cuya efectividad era casi nula en Espa?a. El PSOE empez¨® a recorrer el camino que le situ¨® en excelentes condiciones para participar en la transici¨®n a la democracia promovida por don Juan Carlos, una vez rey, y el entonces presidente del Gobierno, Adolfo Su¨¢rez, a partir de 1976.
Los hechos desmienten a los que comparan la renovaci¨®n socialista encabezada ahora por Pedro S¨¢nchez, en pleno sistema constitucional de libertades, con la azarosa reconstrucci¨®n de un partido pol¨ªtico desde la clandestinidad, con Franco declinante, pero en el poder y que segu¨ªa arrestando y condenando a severas penas a sus oponentes. Sin embargo, entre ambas operaciones s¨ª hay un nexo con alto valor pol¨ªtico: la voluntad de mantenerse como proyecto aut¨®nomo. Fue lo que los Gonz¨¢lez y los Guerra quisieron frente al Partido Comunista y la extrema izquierda del pasado, como S¨¢nchez lo intenta frente a los adversarios del tablero pol¨ªtico de hoga?o.
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