Decisi¨®n tr¨¢gica

A tenor de todas las ¨²ltimas encuestas, la entrada de Podemos va a poner patas arriba al sistema de partidos espa?ol. Si esta formaci¨®n consiguiera alcanzar al final un resultado similar al que se le anticipa, la gobernabilidad tradicional se ver¨¢ considerablemente afectada. Un Gobierno de coalici¨®n ser¨¢ insoslayable y todos los ojos se pondr¨¢n sobre el PSOE como el ¨²nico partido capaz de facilitar una mayor¨ªa, ya sea coalig¨¢ndose con el PP o con el propio Podemos ¡ªy, quiz¨¢, IU¡ª. ?Por cu¨¢l de ellos podr¨ªa inclinarse? Hoy por hoy puede permitirse el lujo de no hablar del asunto o de hacer referencias vagas a que hay que esperar al resultado final o que ir¨¢ con aqu¨¦l que acepte su programa. Pero todos sabemos, como dijo Carl Schmitt con iron¨ªa, que ¡°la ventaja de los Gobiernos de coalici¨®n es que permiten no tener que cumplir el programa¡±; por definici¨®n, siempre se constituyen a partir de concesiones mutuas.

Hasta ahora la postura del PSOE, la ¨²nica en la que puede sentirse c¨®modo, consiste en ejercer de oposici¨®n cr¨ªtica al PP y en desechar a Podemos como expresi¨®n de un nuevo populismo. De ah¨ª que se resista a entrar en un pacto por la regeneraci¨®n democr¨¢tica con el actual partido en el Gobierno hasta que muestre con los hechos que es sincera y se asuman responsabilidades por los desmanes del pasado. Cuanto m¨¢s se separe de ¨¦l tanto m¨¢s habr¨¢ de ganar. El objetivo de momento es distanciarse lo m¨¢s posible hacia la izquierda sin abandonar su car¨¢cter de ¡°partido de orden¡±, con un cabo bien atado al centro; y esforzarse en dar credibilidad a su reciente cambio de liderazgo y actitud, que le alejar¨ªa de la imputaci¨®n de ser parte de ¡°la casta¡±. Paralelamente debe hacer veros¨ªmil que Podemos es una opci¨®n de aventurismo pol¨ªtico que nos abocar¨ªa al desastre. En otras palabras, su ¨¦xito electoral depende de su capacidad de diferenciarse n¨ªtidamente de sus adversarios. Pero ?c¨®mo hacer cre¨ªble entonces su colaboraci¨®n posterior con uno u otro?

Sobre el PSOE de despu¨¦s de las elecciones pende, en efecto, una decisi¨®n tr¨¢gica, elegir entre lo que previamente ha definido como dos males. No es nada excepcional en pol¨ªtica. Friedrich Meinecke lo llamaba la ¡°herida maquiaveliana¡±, que la pol¨ªtica muchas veces sit¨²a a sus actores ante encrucijadas en las que siempre est¨¢ obligado a decidir, a tomar partido, entre valores u opciones contrarias. Y que probablemente ninguna de ellas le conducir¨¢ a un resultado beneficioso. Son las reglas del juego.

Pronto le afectar¨¢ tambi¨¦n al mismo Podemos, que ahora mismo se siente c¨®modo buscando la ¡°centralidad del tablero¡± y rentabilizando el descontento sin tener que posicionarse n¨ªtidamente ante problemas como el conflicto catal¨¢n, por ejemplo. M¨¢s tarde o m¨¢s temprano tendr¨¢ que decidir por qu¨¦ se inclina de verdad, y esa decisi¨®n comportar¨¢ una p¨¦rdida. O al PP, pr¨¢cticamente condenado a prescindir de buena parte de una generaci¨®n de pol¨ªticos para volver a hacerse cre¨ªble. O esto o el inevitable desastre electoral. Claro que tambi¨¦n pueden decidir no decidir. Pero eso s¨ª que ser¨ªa una tragedia: la generalizaci¨®n del modelo Rajoy.