Gran aficionada a los toros y amiga de los toreros
Amaba la fiesta y tuvo la dicha de casar a su hija Eugenia con un matador
No est¨¢ claro que la duquesa de Alba fuese una gran aficionada a los toros, pero de lo que no cabe duda es que le encantaban los toreros. No fue la primera ni la ¨²ltima arist¨®crata que se dej¨® deslumbrar por los trajes de luces, pero ella, la m¨¢s noble, la ni?a bonita de la nobleza, referencia del casticismo m¨¢s genuino, amante del flamenco y los caballos, pudo presumir de tutear a las figuras de su juventud, enamoriscarse de uno de ellos, mantener supuestos romances con otros, admirar a los artistas, ser amiga de verdad de Curro cuando ambos ya peinaban canas, e, incluso, casar a su hija Mar¨ªa Eugenia con el nieto de Antonio Ord¨®?ez, uno de los m¨¢s grandes.
No est¨¢ claro que la duquesa de Alba fuese una gran aficionada a los toros, pero s¨ª mantuvo una estrecha vinculaci¨®n con la fiesta, que promocion¨® y defendi¨® con su asistencia a actos taurinos, su asidua presencia en las plazas o como anfitriona en una barrera de La Maestranza o Las Ventas de figuras de talla internacional, como Grace Kelly o Jacqueline Kennedy.
Por ser hija de quien era ten¨ªa tiempo y posibilidades para dedicarse a aquellas actividades ociosas que el resto de la sociedad admiraba por inalcanzables. Y los toros y su relaci¨®n con los toreros eran de las m¨¢s codiciadas en los cincuenta.
Solo ten¨ªa 17 a?os cuando conoci¨® a un veintea?ero Pepe Luis V¨¢zquez, tan t¨ªmido como de buena planta. Cuando quiso tener con el torero algo m¨¢s que palabras, el duque de Alba cort¨® por lo sano aquella relaci¨®n insana, mandando a su hija a la capital de Inglaterra. De aquellos ardores casi adolescentes qued¨®, primero, el brindis de un toro en la plaza de Madrid y, despu¨¦s y para siempre, una mutua admiraci¨®n y una sincera amistad que se mantuvo hasta la muerte de Pepe Luis en mayo de 2012, que Cayetana dijo sentir sinceramente.
Conoci¨® y admir¨® a Manolete, a quien invit¨® a su boda, en octubre de 1947, pero unos meses antes, el toro Islero, en la plaza de Linares, se encarg¨® de trastocar los planes. Fue amiga de toreros y ganaderos, aprendi¨® lecciones de rejoneo de Juan Belmonte, Conchita Cintr¨®n y ?ngel Peralta, y parece que lleg¨® a torear a caballo en la intimidad de una plaza de tientas.
Conoci¨® y admir¨® a Manolo V¨¢zquez, Miguel B¨¢ez Litri, Manolo Gonz¨¢lez, Antonio Ord¨®?ez y Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares, entre otros toreros de post¨ªn, y las lenguas viperinas aseguran que el embeleso con alguno lleg¨® a mayores.
Abri¨® a caballo el pase¨ªllo en festejos ben¨¦ficos, luci¨® mantilla blanca y peineta cuando la ocasi¨®n as¨ª lo requiri¨®, distingui¨® corridas con su presencia, y como ella no pudo ¡ªo no quiso¡ª casarse con un torero, tuvo la dicha de unir a su hija Mar¨ªa Eugenia con uno de arraigada dinast¨ªa, Francisco Rivera Ord¨®?ez, a quien prohij¨® hasta que se torcieron las cosas del querer en la pareja y el yerno solicit¨® la custodia exclusiva de la nieta de la duquesa y el cari?o de Cayetana hacia el diestro se volvi¨® inquina. Antes de la ruptura matrimonial de su hija, la duquesa era asidua a la corrida goyesca de Ronda, de cuya plaza es empresario Rivera. Siempre mostr¨® su inclinaci¨®n por el torero Cayetano, hermano de su exyerno.
Tom¨® lecciones de rejoneo y? lidi¨® a caballo en una plaza de tientas
Y Curro¡ Hace 11 a?os, en febrero de 2003, la duquesa de Alba actu¨® como testigo de la boda civil entre su amiga Carmen Tello y el matador Curro Romero. Ha sido un largo tiempo de ¨ªntima amistad, de admiraci¨®n correspondida y de un mayor acercamiento de la arist¨®crata al mundo de los toros.
Ha muerto una se?ora de la fiesta, que conoci¨® por casticismo y a la que prestigi¨® sin pretenderlo. Ha muerto una aficionada, sin duda; a su noble modo, pero aficionada.
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