Manda Mas
Rajoy y el ¡®president¡¯ se echaron atr¨¢s: no osaron sacar a la calle urnas o tanques de verdad
Mariano Rajoy se pregunt¨® ret¨®ricamente un d¨ªa: ¡°?Qui¨¦n manda en Catalu?a?¡±. Pues bien, ya lo sabemos: hoy manda Mas. Ahora mismo, el presidentes el ¨²nico ¨¢rbitro del tablero con capacidad de imponer su propia agenda a los dem¨¢s. Y para pararle los pies, la politizada fiscal¨ªa ha solicitado su encausamiento a petici¨®n de La Moncloa, acus¨¢ndole de supuestos delitos de lesa majestad: unos arcaicos delitos sin v¨ªctimas que son m¨¢s propios del Antiguo R¨¦gimen. ?A qu¨¦ viene semejante imprudencia por parte del timorato Rajoy?
Se trata sin duda de una pat¨¦tica confesi¨®n de derrota en el juego del gallina al que le hab¨ªa retado Mas. Un pulso de honra belicosa del que ambos acabaron por echarse atr¨¢s, puesto que al final no osaron sacar a la calle urnas o tanques de verdad. Y los datos del recuento demuestran que los dos perdieron su apuesta, pues la mascarada se celebr¨® contra lo que pretend¨ªa Rajoy, pero la secesi¨®n qued¨® en minor¨ªa contra lo que esperaba Mas. Sin embargo, la batalla de la comunicaci¨®n la gan¨® por incomparecencia el president catal¨¢n.
En 2012, cuando perdi¨® las elecciones que hab¨ªa adelantado esperando obtener mayor¨ªa absoluta, todos dimos por acabado prematuramente al president Mas. Pero ¨¦l dobl¨® su apuesta y forz¨® el juego con un relato ¨¦pico: el viaje a las urnas de ?taca como ¨¦xodo hacia la libertad. Pues bien, ese storytelling se ha cumplido como una aut¨¦ntica odisea, en la que su propio liderazgo travestido de astuto Ulises se ha impuesto finalmente tras burlar tanto al omnipotente Poseid¨®n (Rajoy) como al c¨ªclope Polifemo (Junqueras). Y ahora Odiseo, tras redondear su faena maestra de torear al Estado (muestra iconoclasta de esa ideolog¨ªa espa?ola que en su d¨ªa bautic¨¦ como ¡°lidia de Leviat¨¢n¡±), recupera su trono en ?taca de nuevo y con ello el favor de su pueblo (a juzgar por la encuesta del viernes pasado en El Peri¨®dico).
Se contraponen as¨ª dos planos, el de la realidad pol¨ªtica y el de la percepci¨®n medi¨¢tica. En el plano real, la batalla del 9-N qued¨® en tablas, demostr¨¢ndose que, a d¨ªa de hoy, el secesionismo s¨®lo cuenta con un tercio del electorado. Pero en el plano imaginario, el pulso medi¨¢tico lo ha ganado de calle Artur Mas. Y seg¨²n c¨®mo juegue sus actuales cartas, podr¨ªa iniciar a partir de aqu¨ª otra nueva epopeya propagand¨ªstica para tratar de ampliar la base social de sus seguidores.
Los resultados de la pseudo consulta del 9-N demuestran que si se hubiera hecho un refer¨¦ndum con todas las de la ley, hoy el secesionismo estar¨ªa vencido como en Quebec o Escocia. Pero tras ser prohibido y celebrarse su versi¨®n proscrita, transgresora y desobediente, el auge del soberanismo puede darse hoy por descontado, al resultar todav¨ªa m¨¢s rompedor y sexy que antes. Y la reciente interdicci¨®n judicial interpuesta por la politizada fiscal¨ªa terminar¨¢ de adornarlo con un aura de morboso victimismo todav¨ªa mayor. Por tanto, si el storytelling del 9-N acrecent¨® el soberanismo en un mill¨®n de conversos, ?por qu¨¦ no apostar por la celebraci¨®n de nuevas performances rupturistas capaces de empoderarlo con otro mill¨®n adicional, hasta alcanzar con su masa cr¨ªtica el umbral del 50%? A Mas nadie se lo impedir¨¢, pues Rajoy carece de relato alternativo que oponer.
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