Endogamia universitaria: efectos y remedios
"La castraci¨®n intelectual que supone la seguridad de quedarse en el propio departamento favorece la redacci¨®n de tesis doctorales mediocres", defiende el autor
La endogamia universitaria, entendida como la situaci¨®n en la que los reci¨¦n doctorados son contratados por el mismo departamento universitario en el que han cursado sus estudios de doctorado, es una pr¨¢ctica extendida en muchos pa¨ªses aunque existe cierto consenso, que no unanimidad, en condenarla. A esta pr¨¢ctica la universidad espa?ola se ha dedicado con innegable fruici¨®n. Seg¨²n datos de la Uni¨®n Europea de 2008, Espa?a lideraba la clasificaci¨®n de pa¨ªses europeos con un porcentaje m¨¢s alto de profesores que han obtenido su doctorado en la misma universidad en la que trabajan. Dicho porcentaje se situaba en un 69 por ciento, a gran distancia de los otros pa¨ªses de la UE con sistemas universitarios de tama?o comparable, como Reino Unido (8 por ciento), Alemania (8 por ciento) o Italia (24 por ciento).
Si bien la endogamia universitaria puede ser atribuible a factores socio-econ¨®micos ajenos a la propia universidad, como por ejemplo la escasa tendencia a la movilidad geogr¨¢fica de nuestro mercado de trabajo, ello no es ¨®bice para que sea combatida con todas las armas legales o de repudio social. Existe suficiente evidencia emp¨ªrica acerca de que la productividad cient¨ªfica de los profesores que han obtenido su plaza bajo un r¨¦gimen endog¨¢mico es en promedio menor que la de los que la han adquirido en un r¨¦gimen m¨¢s abierto y competitivo. Huelga decir que podemos encontrar excepciones a este patr¨®n y que algunas de ellas rozan lo heroico. Los datos a nivel internacional muestran porcentajes de productividad, medidos por el ¨ªndice h, que oscilan enormemente dependiendo de los pa¨ªses y de las especialidades, pero que se sit¨²an entre un 15 a un 89 por ciento m¨¢s bajos para el profesorado endog¨¢mico. Estos ¨ªndices menores de productividad son, de entrada, una consecuencia directa de una pol¨ªtica de contrataci¨®n que limita voluntariamente la capacidad del pozo del que se extrae el talento.
Las consecuencias de la endogamia son bien conocidas. Desde el punto de vista de la calidad de la producci¨®n cient¨ªfica, la endogamia tiende a limitar enormemente la proyecci¨®n internacional de los resultados obtenidos. Los grupos de investigaci¨®n tienden a mirarse el ombligo y a fijar est¨¢ndares de calidad muy por debajo de lo deseable. En este microcosmos el intercambio de conocimiento cient¨ªfico queda enormemente limitado al tener menor comunicaci¨®n con el mundo exterior y carecer de una perspectiva m¨¢s amplia para conseguir avances cient¨ªficos significativos ya que las l¨ªneas de investigaci¨®n de los reci¨¦n incorporados quedan supeditadas a las que realiza el ex-director de tesis que trabaja en el mismo departamento.
Los grupos de investigaci¨®n tienden a mirarse el ombligo y a fijar est¨¢ndares de calidad muy por debajo de lo deseable
La castraci¨®n intelectual que supone la seguridad de quedarse en el propio departamento favorece la redacci¨®n de tesis doctorales mediocres, aunque siempre encontremos honrosas excepciones. Hay que se?alar en este punto que ciertos suced¨¢neos consistentes en el env¨ªo de doctores recientes a estancias postdoctorales en otros centros pero con el compromiso de vuelta a la instituci¨®n matriz son igualmente poco favorecedores de la calidad. Estas ¡°garant¨ªas de recompra¡± son incompatibles con la apertura efectiva del mercado de doctores. Por contra, si un departamento universitario adopta una estricta pol¨ªtica anti-endog¨¢mica, obliga con ello a los directores de las tesis doctorales y a sus estudiantes a una exigencia m¨¢xima ya que deber¨¢n enfrentarse a la competencia propia del mercado de doctores para conseguir una contrataci¨®n externa, la cual redundar¨¢ positivamente en la calidad de su investigaci¨®n y en la homologaci¨®n internacional de la misma.
Los efectos perniciosos de la endogamia tambi¨¦n se extienden en el ¨¢mbito docente. As¨ª, es frecuente que los contenidos de las asignaturas acaben estando supeditados a las directrices de la jerarqu¨ªa departamental responsable de la contrataci¨®n. Estos contenidos son asumidos naturalmente por los j¨®venes profesores ya que ¨¦stos se gu¨ªan por la experiencia docente que hab¨ªan adquirido previamente como becarios en el mismo departamento. En estos entornos proliferan los libros de texto escritos por los jerarcas departamentales, muchas veces publicados por las editoriales de las propias universidades y los manuales con m¨¦todos caseros no validados por la comunidad internacional.
Aun resultan m¨¢s tristes las implicaciones sociol¨®gicas de la endogamia. No es aceptable que el progreso en la carrera universitaria de un profesor dependa del grado de servilismo, aunque sea intelectual, que muestre hacia su mentor o que, en casos m¨¢s extremos, obtengan una promoci¨®n aquellos que hayan demostrado mayor destreza en ser ¡°percheros o maleteros mayores¡± de su jerarca, seg¨²n afortunada expresi¨®n del ¨ªnclito periodista deportivo Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa.
No queda otra soluci¨®n que exigir a los administradores de las universidades que echen sus redes en mares que les permitan pescar a los investigadores m¨¢s cualificados
Para aliviar los anteriores males no queda otra soluci¨®n que exigir a los administradores de nuestras universidades que echen sus redes en mares m¨¢s abiertos que les permitan pescar a los investigadores m¨¢s cualificados y que mantengan sus plazas de profesorado realmente abiertas a candidatos externos. Los intentos normativos que pretenden abrir el sistema a la competencia que se han adoptado en Espa?a, tales como exigir alg¨²n tipo de acreditaci¨®n por parte de agencias de evaluaci¨®n nacionales o auton¨®micas externas a las universidades, van en la buena direcci¨®n si no fuera por el hecho de que estos procesos imponen criterios cuantitativos, pretendidamente objetivos, para obtener una evaluaci¨®n favorable y ello se hace muchas veces en detrimento de la calidad. En otras palabras, el sistema de acreditaci¨®n favorece que los investigadores se conviertan en sat¨¦lites que reflejan de manera m¨¢s o menos afortunada la luz, antes que estimularlos para convertirse en estrellas generadoras de dicha luz. El resultado est¨¢ a la vista: una enorme bolsa de 6000 profesores acreditados para acceder a unas escas¨ªsimas plazas cuyo destino final est¨¢ controlado por los propios departamentos universitarios. Otras medidas, aun incipientes, consistentes en vincular la financiaci¨®n de las universidades a su producci¨®n cient¨ªfica tambi¨¦n ayudan a incentivar las buenas pr¨¢cticas en t¨¦rminos de contrataci¨®n.
Ha habido tambi¨¦n iniciativas tendentes a establecer claramente que la carrera profesional de un profesor universitario empieza a partir del momento en que ha defendido su tesis doctoral y no antes. Es ciertamente un paso en la direcci¨®n correcta que algunos equipos rectorales han complementado con el requisito de que dicha carrera se desarrolle en una instituci¨®n distinta. Estas medidas son dif¨ªciles de adoptar ya sea por las propias caracter¨ªsticas de los equipos rectorales, al ser fruto de un sistema que les ha llevado al poder y que no pueden ni quieren combatir, o por la presi¨®n de los llamados agentes sociales que, si bien pueden plantear exigencias razonables en otros ¨¢mbitos, no soy consciente, al menos en el entorno que yo conozco, de que est¨¦n dispuestos a impulsar medidas de mayor competitividad y exigencia en la selecci¨®n de profesorado sino mas bien las contrarias.
Otras iniciativas llevadas a cabo por diversas comunidades aut¨®nomas, a trav¨¦s de fundaciones tales como IMDEA en Madrid, ICREA en Catalu?a o Ikerbasque en el Pa¨ªs Vasco o la creaci¨®n de nuevos centros de referencia como los agrupados en la instituci¨®n CERCA de Catalu?a han tenido cierto ¨¦xito a la hora de atraer a cient¨ªficos notables utilizando para ello mecanismos de contrataci¨®n que no son convencionales seg¨²n los criterios de la administraci¨®n p¨²blica espa?ola pero que son comunes en otras latitudes. El ¨¦xito de estas iniciativas no hace m¨¢s que poner de relieve, por contraste, el fracaso de las universidades espa?olas a la hora de atraer talento.
Quisiera finalizar contando la experiencia de un grupo de departamentos universitarios de mi ¨¢mbito cient¨ªfico, la Econom¨ªa, que adoptaron entre finales de los a?os 80 y principios de los a?os 90 una estricta pol¨ªtica anti-endog¨¢mica. Estos departamentos, por una parte, producen doctores que deben competir en el mercado internacional para encontrar trabajo y, por otra parte, contratan a su profesorado exclusivamente en dicho mercado. Estos departamentos figuran sistem¨¢ticamente en lugares destacados en t¨¦rminos de investigaci¨®n en los rankings europeos y mundiales. Asimismo, desde finales de la d¨¦cada de los 90, la Asociaci¨®n Espa?ola de Econom¨ªa organiza en el seno de su Simposio anual un mercado de trabajo en el que instituciones espa?olas y extranjeras entrevistan a doctores recientes procedentes de universidades de todo el mundo para su potencial contrataci¨®n. Previamente, tanto los curr¨ªculums, los trabajos cient¨ªficos y las cartas de recomendaci¨®n de los candidatos, as¨ª como la caracter¨ªsticas de las plazas ofrecidas por las diferentes instituciones han sigo colgadas en un plataforma de internet que permite f¨¢cilmente el emparejamiento de contratantes y potenciales contratados. La generalizaci¨®n de este modelo a todos los ¨¢mbitos cient¨ªficos, as¨ª como la adopci¨®n de un marco jur¨ªdico que lo ampare sin reservas, facilitar¨ªan sin duda que el capital humano y el talento, que son ciertamente recursos escasos, se localicen y se utilicen de manera ¨®ptima en nuestros campus universitarios.
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