Una mujer, acusada de matar a dos hijas por creerlas embrujadas
La mujer, de 27 a?os y origen marroqu¨ª, ha ingresado en la c¨¢rcel aragonesa de Zuera
Ikram B, una joven de origen marroqu¨ª residente en Zaragoza, est¨¢ acusada de asfixiar a dos de sus beb¨¦s e intentarlo con una tercera hija. Cre¨ªa que sus ni?as estaban embrujadas por el esp¨ªritu de Djinn, una fuerza maligna que, seg¨²n ella, aparece en el Cor¨¢n y que afecta a lactantes menores de tres meses a trav¨¦s de posesiones demon¨ªacas. As¨ª se lo explic¨® Ikram a la mediadora cultural que ejerci¨® de int¨¦rprete durante su declaraci¨®n ante la polic¨ªa. Adem¨¢s, estaba convencida de que la casa de la familia estaba embrujada. La juez orden¨® el ingreso la presunta parricida en la c¨¢rcel de Zuera (Zaragoza).
Es uno de los pocos detalles que Ikram B. aport¨® despu¨¦s de la muerte de su tercera hija el pasado 21 de noviembre. La mujer y su suegra acudieron al centro de salud Fuentes Norte de Zaragoza con el cad¨¢ver de Sara, de menos de tres meses. Hab¨ªa muerto por asfixia.
No era la primera vez que suced¨ªa un caso as¨ª: en julio de 2011, otra hija de la mujer, tambi¨¦n de s¨®lo tres meses, falleci¨® con s¨ªntomas similares. Fue presuntamente el primer homicidio, aunque en aquel momento se consider¨® una muerte s¨²bita y, pese al deseo de los m¨¦dicos de hacer la autopsia al cad¨¢ver, los padres de la chiquilla se negaron alegando motivos religiosos.
La sospechosa afirma que las ni?as estaban embrujadas
La primera sospecha de los facultativos se reforz¨® en marzo de 2013, cuando la mujer volvi¨® al centro de salud con otra de sus hijas, esta vez de dos a?os, de nuevo con los mismos s¨ªntomas: asfixia, mala coloraci¨®n, v¨®mitos con sangre, que se recuperaba r¨¢pidamente cuando se le suministraba ox¨ªgeno. Esta ni?a pas¨® un mes en el hospital y se restableci¨®, pero la alerta ya se hab¨ªa disparado entre los pediatras: hab¨ªan avisado a la polic¨ªa ante las sospechas de los dos casos similares. Inmediatamente, el Grupo de Delincuencia Violenta de la Brigada Judicial de Arag¨®n, junto al Grupo de Menores de la misma brigada, activaron el dispositivo. Quer¨ªan comprobar cu¨¢l era el comportamiento de los padres con la peque?a. Los agentes montaron una vigilancia especial sobre la ni?a y a sus padres durante su estancia en el centro sanitario. Instalaron c¨¢maras en la habitaci¨®n donde se recuperaba la beb¨¦. As¨ª observaban en directo lo que ocurr¨ªa en la estancia tanto de d¨ªa como de noche, durante las 24 horas. M¨¢s de 15 polic¨ªas lo hicieron durante 30 d¨ªas, pero sin resultado.
Al salir la ni?a del hospital, las autoridades solicitaron un informe psiqui¨¢trico de su madre, y la ni?a pas¨® a ser tutelada por los Servicios Sociales de la Diputaci¨®n General de Arag¨®n.
Uno de los hechos que m¨¢s llama la atenci¨®n a las doctoras es la frialdad con la que Ikram ha reaccionado cada vez que ha llevado a una de sus ni?as al centro sanitario. Las pediatras destacan la indiferencia de la mujer, pese al estado de salud de sus descendientes. Quienes la han visto aseguran que su actitud no es propia de una madre que ve a sus hijos en situaci¨®n de colapso.
Ikram B. es musulmana, tiene 27 a?os y vive en el barrio de Las Fuentes de Zaragoza. Lleva seis a?os en Espa?a, pero no tiene demasiadas amistades. Los vecinos del barrio no recuerdan la ¨²ltima vez que la vieron en la calle y aunque destacan su car¨¢cter afable, aseguran que carec¨ªa de vida social. Al contrario que su marido a quien las vecinas apodan El Zapaterico por el negocio de reparaci¨®n de calzado que regenta en la calle del Maestro Mingote, a pocos metros del piso familiar.
Familiares del marido de la detenida tambi¨¦n reparan calzado cerca de la calle de San Juan de la Cruz. Los vecinos aseguran que el hombre segu¨ªa muy pendiente del segundo beb¨¦, preocupado por lo que le hab¨ªa pasado a la primera hija. La preocupaci¨®n aument¨® en los ¨²ltimos d¨ªas ya que su madre ¡ªla suegra de Ikram¡ª increment¨® sus visitas a casa del matrimonio en los ¨²ltimos d¨ªas, preocupada por el estado de salud de su nieta.
Ikram niega todas las acusaciones y se declar¨® inocente ante la juez de instrucci¨®n n¨²mero 3 de Zaragoza, Mercedes Terrer, quien orden¨® ayer su ingreso en prisi¨®n por dos delitos de asesinato y uno en grado de tentativa.
El Zapaterico estaba muy inquieto
Ikram B. no ha dejado huella entre sus vecinos. Pocos la recuerdan como vecina del barrio. No sal¨ªa de casa y no se relacionaba con nadie. Muy al contrario que su marido, Mimohun Rajali. ?l era el zapatero del barrio, por lo que los vecinos le llaman El Zapaterico. Antonia lo recuerda madrugando y abriendo su local de la calle de Salvador Minguij¨®n. ¡°Es muy buen zapatero, barato y trabajador. Y buen vecino. Cuando Severina se qued¨® sola, se ofreci¨® a llevarla en coche a todas partes¡±. Trabajaba doce horas en la zapater¨ªa y como mucho se toma un caf¨¦ en un bar cercano, pero ¡°no era de cervezas, ni de amigotes¡±, asegura Antonia.
Los mismos vecinos que se acercaron a darle el p¨¦same por la muerte de la primera ni?a, muestran su pesar por la muerte de la segunda. Francisca, vecina casi puerta con puerta, avisa: ¡°?l estaba mosqueado por la muerte de la primera. Quer¨ªa hacerse pruebas, aunque le dec¨ªan que no era nada gen¨¦tico. A la segunda ni?a no la perd¨ªa de vista. Pero claro, trabajaba muchas horas¡±.
El Zapaterico se ha refugiado en casa de su madre, en un barrio cercano, con su ¨²nica hija viva. Pero en el barrio creen que en breve reabrir¨¢ el negocio porque ¡°abre incluso los domingos¡±.
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