Plebiscitos
Nos enfrentamos ante lo que podr¨ªamos llamar el 18 Brumario de Artur Mas
En una intervenci¨®n reciente, el flamante ministro de Justicia cay¨® en flagrante reductio ad Hitlerum al comparar la disyuntiva entre legalidad y legitimidad que plantea el president Mas con el debate entre Kelsen, el fil¨®sofo del estado de derecho, y Schmitt, el jurista del nazismo. Aquello fue un error, pues aunque la raz¨®n le asistiera en teor¨ªa, sin embargo con ello acab¨® perdi¨¦ndola, seg¨²n predice la c¨¦lebre ley de Godwin que reza: "Una discusi¨®n caduca cuando uno de los participantes menciona a Hitler o a los nazis".
Ahora bien, ese mismo error hitleriano lo cometen casi todos los comentaristas que critican la apelaci¨®n a las masas o a la soberan¨ªa popular formulada tanto desde hace tiempo por los soberanistas catalanes como m¨¢s recientemente por los ide¨®logos de Podemos, a los que antes o despu¨¦s se termina por descalificar con alguna forma de argumentum ad nazium. De modo que para no perder la raz¨®n cuando m¨¢s convendr¨ªa preservarla conviene recurrir a otra f¨®rmula ret¨®rica m¨¢s s¨®lida y resistente. En este sentido, aqu¨ª propongo abandonar la reductio ad Hitlerum para remontarse a sus or¨ªgenes remotos: el 18 Brumario de Luis Bonaparte, futuro Napole¨®n III, que fue el inventor original 85 a?os antes que Hitler de la democracia plebiscitaria.
En 1848 se convocaron en Francia por primera vez en la historia elecciones por sufragio universal masculino, que gan¨® por mayor¨ªa absoluta Luis Bonaparte, sobrino de Napole¨®n I. Pero tres a?os despu¨¦s, el flamante presidente dio un autogolpe de Estado para transformar la Segunda Rep¨²blica en el III Imperio, convocando un plebiscito que le invisti¨® como emperador por sufragio universal. As¨ª se instaur¨® una forma de autocracia, legitimada a golpe de referendos por la soberan¨ªa popular, sobre cuyo precedente geneal¨®gico se fund¨® la forma de presidencialismo autoritario a la que hoy conocemos como cesarismo (Weber), bonapartismo (Gramsci), democracia delegativa (O'Donnell) o democracia plebiscitaria, como la define David Held en su manual Modelos de democracia (Alianza, 1992, pp. 175-199).
La democracia plebiscitaria pasa por ser la cultura pol¨ªtica tradicional de las democracias latinas, y de ah¨ª procede tanto el modelo Berlusconi como el populismo presidencial latinoamericano teorizado por Laclau que hoy inspira al emergente Podemos. Pero tambi¨¦n se inspira en ese modelo el presidencialismo bonapartista por el que parece apostar Artur Mas, cuando se dispone a convocar unas elecciones plebiscitarias vocacionalmente destinadas a refrendar una supraparti-daria Llista del President que, de obtener mayor¨ªa absoluta, le permitir¨ªa dar un autogolpe para proclamar la Rep¨²blica Catalana. Nos enfrentamos pues ante lo que bien podr¨ªamos llamar, parafraseando a Marx, el 18 Brumario de Artur Mas. Y al hilo de este s¨ªmil cabe recordar la c¨¦lebre frase que el propio Marx escribi¨® en esa obra can¨®nica: "La historia siempre se repite dos veces, la primera como tragedia, la segunda como farsa". Artur Mas ser¨¢ la caricatura de Bonaparte.
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