P¨¦simas relaciones con Justicia y ninguneo permanente
Torres-Dulce no fue consultado en decisiones que le afectaban, aunque coincidi¨® con el Gobierno en las esenciales y amag¨® reiteradamente con irse
Pese a ser un experto y reconocido cin¨¦filo, Eduardo Torres-Dulce escribi¨® un guion para su marcha en el que el ¨²nico suspense era el del momento en el que se ir¨ªa, porque desde hac¨ªa mucho tiempo estaba claro que no terminaba la legislatura como fiscal general del Estado. El final estaba escrito.
El plano general era el de un distanciamiento enorme del Gobierno y, como en los Oscar o los Goya honor¨ªficos, su dimisi¨®n es consecuencia de una larga trayectoria m¨¢s que de una escena o una pel¨ªcula concreta.?
Hab¨ªa amagado y amenazado reiteradamente con hacerlo y hasta se hab¨ªan hecho quinielas sobre posibles sucesores desde hace muchos meses. Su marcha tiene m¨¢s que ver con un ninguneo, una falta de peso pol¨ªtico y, sobre todo, de malas relaciones con el Ejecutivo que con discrepancias de criterio sobre asuntos esenciales o con el ejercicio de una autonom¨ªa respecto al Ministerio de Justicia y al Gobierno en general.
Sus relaciones eran especialmente malas con el equipo de Alberto Ruiz-Gallard¨®n, anterior ministro de Justicia, y no mejoraron nada con el actual, Rafael Catal¨¢. Pero no se han traducido en discrepancias graves sobre sus decisiones esenciales. Por ejemplo, aunque el Gobierno hubiera deseado otra gesti¨®n y otro ritmo, Torres-Dulce coincidi¨® con el Ejecutivo en la querella contra Artur Mas y sus consejeros por el 9-N. En eso no hubo discrepancia de fondo y ese episodio solo sirvi¨® para retrasar el anuncio de dimisi¨®n que ya hab¨ªa decidido.
Tambi¨¦n coincidi¨® con el Gobierno cuando orden¨® investigar la situaci¨®n de los trenes del 11-M, a¨²n sabiendo que, como ocurri¨®, se archivar¨ªa en breve. O cuando acus¨® a dos polic¨ªas de colaboraci¨®n con ETA en el caso Fais¨¢n, en contra del criterio del fiscal del caso, y aunque despu¨¦s, obviamente, tambi¨¦n lo perdiera en el Tribunal Supremo.
No discrep¨® tampoco cuando se empe?¨® en hacer declaraciones p¨²blicas en apoyo de la inocencia de la infanta Cristina. Tambi¨¦n en eso hubo coincidencia con el Gobierno en la gesti¨®n de asuntos concretos, como lo ha habido respecto a casos de corrupci¨®n conocidos o en las excarcelaciones de etarras, como en las que ahora estudia el Supremo.
Tampoco fue molesto para el Gobierno al no actuar de forma global en los casos de las preferentes o en Bankia y esperar a que fueran partidos y grupos ciudadanos los que como acci¨®n popular provocaran la apertura de procedimientos.
Pero en muchas decisiones del Gobierno que afectaban a la Fiscal¨ªa, Torres Dulce s¨ª se sent¨ªa ninguneado. El 20 de octubre de 2013 EL PA?S public¨® que sus malas relaciones con Gallard¨®n le hab¨ªan llevado a plantearse su dimisi¨®n.
En el listado se inclu¨ªa su rechazo a reformas legales que entonces ten¨ªa en marcha el ministerio como la del C¨®digo Penal y el C¨®digo Procesal Penal. Ahora, Catal¨¢ ha dado marcha atr¨¢s en la instrucci¨®n del fiscal, ha enterrado el C¨®digo Procesal y lo ha dejado en un parche de la ley de Enjuiciamiento, y el ya dimitido no ha tenido posibilidad de influir o torcer la intenci¨®n del Gobierno para frenar esa rectificaci¨®n.
Entre las discrepancias admitidas por la fiscal¨ªa y el Ministerio de Justicia se inclu¨ªa el nombramiento del llamado corresponsal en Eurojust ¡ªorganismo europeo de coordinaci¨®n judicial¡ª que, pese a ser un fiscal de carrera, fue decisi¨®n exclusiva de Gallard¨®n. Torres-Dulce se enter¨® una vez decidido.
El ministerio nombr¨® para ese cargo a la fiscal Teresa G¨¢lvez sin consultar a Torres-Dulce; y, seg¨²n la fiscal¨ªa, la designaci¨®n alteraba el orden l¨®gico y org¨¢nico del cargo. Adem¨¢s, el ministerio p¨²blico hab¨ªa trabajado desde la etapa de C¨¢ndido Conde-Pumpido en un proyecto de fiscal europeo con el que recientemente acab¨® Gallard¨®n, de nuevo al margen de Torres-Dulce. Seg¨²n la versi¨®n oficial de la fiscal¨ªa, Espa?a era pionera en el proyecto y se hab¨ªan dedicado medios personales y materiales para sacarlo adelante. El entonces ministro acord¨® con Francia y Alemania sumarse a su proyecto, que no tiene nada que ver con el que defend¨ªan los dos ¨²ltimos fiscales generales. Torres-Dulce tambi¨¦n se enter¨® cuando estaba consumado.
Otra de las discrepancias tiene que ver con la convocatoria de plazas en la Administraci¨®n de Justicia. Tambi¨¦n cuando Gallard¨®n pact¨® la renovaci¨®n del Consejo General del Poder Judicial con el PSOE y "olvid¨®" incluir por primera vez en la historia a un miembro de la carrera fiscal.
Hace meses, el Gobierno nombr¨® magistrado del Tribunal Constitucional a Antonio Narv¨¢ez, teniente fiscal del Tribunal Supremo, y Torres-Dulce se enter¨® por la prensa, pese a que afectaba a un puesto clave de la carrera fiscal.
El pasado mes de abril, Torres-Dulce hizo en el Congreso un duro alegato sobre la falta de medios de la Justicia y, especialmente, para los grandes casos de corrupci¨®n, sin obtener respuesta alguna del Gobierno. Solo el silencio. Ahora, la dimisi¨®n, anunciada pero inoportuna, quiebra la estrategia del Gobierno de intentar aparecer como adalid de la corrupci¨®n con medidas atascadas hace meses.
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