El descenso secreto a los infiernos de una madre
La mujer que abandon¨® a tres hijos en Oviedo fing¨ªa vivir en el extranjero
Licenciada en Filolog¨ªa Inglesa y con estudios de Magisterio, y nacida en el seno de una familia acomodada y propietaria de varios pisos en Oviedo, la mujer que este viernes ingres¨® en prisi¨®n por haber abandonado una semana antes a tres hijas de corta edad en una vivienda de la ciudad, encarna un dram¨¢tico caso de descenso a los infiernos de una persona de clase media y notable cualificaci¨®n acad¨¦mica.
Cuando tras ser detenida, un polic¨ªa le pregunt¨® por qu¨¦ hab¨ªa acabado en la marginalidad, la mujer, M. J. F. G., de 42 a?os, se encogi¨® de hombros y musit¨®: ¡°La vida es as¨ª¡±. Parece que una suma de errores, compa?¨ªas, infortunios y fracasos la condujeron a una degradaci¨®n progresiva, en una espiral que termin¨® por no poder controlar.
Ocult¨® su situaci¨®n a su familia (su madre, con la que hablaba todos los d¨ªas por tel¨¦fono, la cre¨ªa viviendo en el extranjero desde hace a?os), se fue cargando de embarazos (5 con distintas parejas) y recurri¨® a lo que pudo para sobrevivir. En noviembre el fallecimiento de su ¨²ltimo compa?ero estable extrem¨® su situaci¨®n.
La detenida llamaba a su madre cada d¨ªa fingiendo estar en el extranjero
Para alimentar a sus hijos prestaba servicios sexuales ocasionales, seg¨²n testimonios vecinales. En Pumar¨ªn, un barrio de gente trabajadora, tambi¨¦n se le atribuy¨® relaci¨®n con las drogas y el alcohol, pero en la comisar¨ªa no se le apreciaron s¨ªntomas de drogodependencia y, aunque aparentaba estar muy preocupada, nerviosa e incluso angustiada, ten¨ªa buen aspecto.
Es probable que la mujer nunca tuviese intenci¨®n de dejar abandonados a sus hijos. Varios vecinos aseguraron haberla visto volver a casa esa noche y huir tras percatarse de la presencia de la polic¨ªa.
La abuela desconoc¨ªa la existencia de cuatro de sus cinco nietos
La mujer hab¨ªa sido vista por ¨²ltima vez esa tarde cuando se produjo un incendio en la cocina de la casa que compart¨ªa con sus tres hijas y varios vecinos la ayudaron a sofocar las llamas.
Desde hac¨ªa a?os hab¨ªa ocultado su situaci¨®n a su madre y hab¨ªa inventado una realidad falsa, por lo que tampoco vio factible pedir ayuda a su familia. La madre, viuda, y que vive en una posici¨®n acomodada en Oviedo, desconoc¨ªa que su hija resid¨ªa en la ciudad. Se hab¨ªa quedado al cuidado del que cre¨ªa que era su ¨²nico nieto, un ni?o de siete a?os con el que reside en el barrio de La Corredoria. El peque?o est¨¢ escolarizado y bien atendido. M. J. F. G. tiene otro hijo de cinco a?os, que vive con la familia de su padre en el extranjero.
Los otros tres hijos son los que la mujer dej¨® solos en un piso del barrio de Pumar¨ªn. Son tres ni?as de tres a?os, a?o y medio y 27 d¨ªas de vida. Se cree que son hijas de distintos padres. Las menores est¨¢n registradas con los dos apellidos maternos con el orden invertido.
La vivienda del barrio de Pumar¨ªn es propiedad de la abuela materna de las peque?as, quien, en la creencia de que su hija viv¨ªa en otro pa¨ªs, le hab¨ªa dado una llave para cuando visitara Oviedo. La propietaria apenas pasaba por la casa. Y la hija s¨®lo la usaba, seg¨²n residentes en la zona, para encuentros ocasionales y citas con las que obten¨ªa recursos.
Hasta noviembre, la mujer viv¨ªa con las ni?as y su ¨²ltimo compa?ero en Latores, un n¨²cleo rural cerca de Oviedo. Pero tras la muerte de su pareja por c¨¢ncer se traslad¨® con las peque?as, incluida ahora una reci¨¦n nacida, al piso de Pumar¨ªn.
La mujer no tiene antecedentes por abandono de sus hijos aunque a veces los dejaba solos durante unas horas para hacer compras o para lo que algunos vecinos consideraban como posibles pr¨¢cticas ocasionales de prostituci¨®n a domicilio. No explic¨® por qu¨¦ huy¨® en la madrugada del viernes 20 cuando al regresar al hogar vio a polic¨ªas y ambulancias frente a su edificio. S¨®lo ante la juez, en una declaraci¨®n vaga y bastante imprecisa, asegur¨® que se ¡°puso nerviosa¡±.
Quiz¨¢ temi¨® que la estuviesen buscando por algunas de sus supuestas actividades, quiz¨¢ crey¨® que pod¨ªa haber ocurrido una desgracia en el hogar de mayores proporciones que el incendio de esa tarde y que le imputaran el abandono y desamparo de los menores o quiz¨¢ entendi¨® que toda la ficci¨®n que hab¨ªa tejido en torno a su vida para ocultarle la realidad a su madre se hab¨ªa desvanecido con la presencia policial y ya no quiso afrontar la situaci¨®n o no se sinti¨® con fuerzas para hacerlo.
Durante los seis d¨ªas que estuvo oculta, la mujer permaneci¨® en Oviedo y tuvo conocimiento de la repercusi¨®n del caso y de que el Gobierno de Asturias hab¨ªa asumido la tutela de sus hijas. Es posible que se propusiera emprender una nueva vida. Pero acababa de dar un paso m¨¢s hacia la marginalidad. Ahora se la buscaba por un delito de abandono de menores.
La polic¨ªa hab¨ªa acudido a su domicilio alertada por los vecinos. Desde las nueve de la noche o¨ªan el llanto de un beb¨¦ y nadie contestaba a las llamadas. Los agentes hallaron sobre una cama a la beb¨¦, de 27 d¨ªas de vida, llorando y aterida de fr¨ªo. Uno de los polic¨ªas utiliz¨® la chaqueta de su uniforme para envolverla y darle calor. Bast¨® con abrigarla para que se quedara dormida. En el sal¨®n, se encontraron con otra escena pat¨¦tica: una ni?a de a?o y medio, con una lata de cerveza vac¨ªa en la mano y golpeando su cabeza contra una pared, y otra, de tres a?os, sentada en un sof¨¢, sumida en el silencio y con la mirada perdida y absorta.
Aunque se temi¨® que la madre de las ni?as hubiese fallecido o estuviera retenida, la investigaci¨®n determin¨® que se mov¨ªa por Oviedo cambiando de zona dos veces al d¨ªa para dificultar su localizaci¨®n, hab¨ªa reemplazado la tarjeta de su tel¨¦fono m¨®vil y no dorm¨ªa m¨¢s de una noche en el mismo sitio. Para pernoctar recurri¨® a pisos que alquilan habitaciones por horas para ejercer la prostituci¨®n y traficar con drogas. El rastro telef¨®nico permiti¨® situarla en Nochebuena en el casco hist¨®rico de Oviedo. Por la ma?ana se hizo un rastreo pero la mujer, que ocultaba el rostro con un gorro y una bufanda, detect¨® la presencia policial y se zaf¨®. Agentes no uniformados la detuvieron en un parque cercano.
Desde entonces, M. J. F. G. se pertrech¨® en el silencio y en las evasivas. Antes de comparecer ante la juez, se la vio preocupada, inquieta, con los brazos cruzados, a ratos cabizbaja y mordi¨¦ndose los labios. De media melena, muy morena y vestida de negro, mantuvo el semblante grave y la mirada pesarosa. El viernes ingres¨® en prisi¨®n. Afronta posibles penas de dos a cuatro a?os de c¨¢rcel.
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