Cambio
El propio S¨¢nchez es sujeto de cambio, un hombre nuevo y elegido en primarias abiertas
El ciclo electoral de 2015 va a estar presidido por una sola idea central: el cambio pol¨ªtico como ¨²nico marco de encuadre. Seg¨²n los expertos, los comicios se clasifican en dos grandes grupos: elecciones de continuidad, cuando se revalida al equipo gubernamental tras su primera legislatura, o elecciones de cambio, cuando el desgaste del Gobierno reclama renovar al partido en el poder. En principio, ahora tocar¨ªa elecciones de continuidad, dado que el primer mandato de Rajoy va a terminar razonablemente bien gracias a la evidente recuperaci¨®n econ¨®mica. Y as¨ª lo va a plantear la campa?a dise?ada por Arriola como un refer¨¦ndum sobre la continuidad del Gobierno. Pero, por m¨²ltiples razones, se va a imponer un encuadre diametralmente opuesto, que har¨¢ de las elecciones un plebiscito sobre el cambio pol¨ªtico.
Entre esas razones destacan tres en especial. Ante todo, el amplio descontento popular por el elevad¨ªsimo coste social de las injustas pol¨ªticas de austeridad. En segundo lugar, la oleada de indignaci¨®n y desafecto ante los inadmisibles esc¨¢ndalos de corrupci¨®n descubiertos en esta legislatura. Especialmente tras febrero de 2013, cuando las revelaciones del caso B¨¢rcenas hicieron crecer la desconfianza pol¨ªtica al primer rango de la agenda p¨²blica. Y, por ¨²ltimo, el surgimiento de una nueva candidatura antisistema que ha pasado a corporizar la mayoritaria voluntad de castigo y cambio pol¨ªticos. De ah¨ª el plebiscito convocado en contra de esta declinante casta pol¨ªtica.
Y eso lo saben muy bien las c¨²pulas actuales de los partidos, que, paralizados por la mala conciencia, no saben c¨®mo reaccionar ante el vendaval del cambio que se anuncia. Muchos han optado por retirarse de la vida p¨²blica siguiendo el ejemplo del anterior monarca y otros, como Rajoy, porf¨ªan por aguantar imp¨¢vidos. Pero parece claro que s¨®lo quienes logren representar una imagen de cambio, como sucede con Podemos o Ciudadanos, podr¨¢n tener alguna oportunidad.
Es en esta clave del cambio por el cambio que cabe interpretar el golpe de mano protagonizado la pasada semana por S¨¢nchez, al defenestrar al m¨¢s conspicuo representante de la casta socialista madrile?a: el t¨®xico y desabrido Tom¨¢s G¨®mez, que representaba la peor continuidad hist¨®rica de los viejos fantasmas del partido.
El propio S¨¢nchez es sujeto de cambio, al ser un hombre nuevo, intacto y elegido adem¨¢s en primarias abiertas a los simpatizantes. Pero su debilidad ante los ataques que sufr¨ªa por parte de la casta de su partido, tras coaligarse contra ¨¦l los perdedores, el resentido pero ladino l¨ªder anterior y la hechura andaluza de la vieja guardia, le hac¨ªan incapaz de transmitir ninguna esperanza de cambio posible. Por nueva y clara que pareciera su imagen, siempre se despertaba rodeado por los mismos dinosaurios. Hasta la pasada semana, cuando por fin ha decidido abrir una crisis controlada cuya resoluci¨®n puede suponer un punto de inflexi¨®n. Y ello no tanto por la demostraci¨®n de liderazgo que implica su golpe de autoridad, ni siquiera porque simbolice su bautismo como nuevo h¨¦roe renacido (reborn), sino porque expresa un alea jacta est: un punto de no retorno, una puesta a cero del reloj del partido. Es decir, un acontecimiento de reinicio (reset o stop and go) y vuelta a empezar ex novo, transmitiendo as¨ª la imagen de sujeto agente del cambio pol¨ªtico.
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