La bandera y la cartera: el tope de la solidaridad
Catalu?a se siente constre?ida con el sistema de autonom¨ªas actual Las multinacionales quieren saber qu¨¦ va a pasar con el proceso soberanista
La estampa ¡°palco del Bernab¨¦u¡±, que en el imaginario soberanista catal¨¢n reunir¨ªa a lo m¨¢s granado de los potentados espa?oles, pesa enormemente sobre las relaciones Barcelona-Madrid. El notario y analista Juan Jos¨¦ L¨®pez Burniol sostiene que la caracterizaci¨®n que el presidente de la II Rep¨²blica Manuel Aza?a realiz¨® sobre la ¡°casta¡± detentadora del poder pol¨ªtico-financiero-funcionarial y medi¨¢tico sigue hoy teniendo sentido y que lo que podr¨ªa llamarse el ¡°sindicato de intereses acoplado al Estado¡± se ha reproducido por met¨¢stasis en las comunidades aut¨®nomas. ?El palco del Camp Nou no ser¨ªa, en su escala, una r¨¦plica del del Bernab¨¦u?
¡°El sistema est¨¢ mal dise?ado porque produce ajenidad, desapego de las partes respecto al todo. Por un lado, otorga poderes omn¨ªmodos a los Gobiernos auton¨®micos y, por otro, les niega la capacidad de influir sobre el todo. Habr¨ªa que tratar de involucrar a las partes en la gobernanza del conjunto porque cada vez hay m¨¢s gente comprometida exclusivamente con su peque?a comunidad¡±, destaca Jaime Malet, presidente de la C¨¢mara de Comercio de Estados Unidos en Espa?a que tiene su sede en Barcelona. Fiado a su experiencia en EE UU, considera un error que la capital pol¨ªtica est¨¦ ubicada en una gran ciudad industrial, comercial y financiera. ¡°Eso hace que Madrid y Londres compitan con la doble ventaja de albergar el poder estatal y su parte auton¨®mica, pero introduce un elemento de rivalidad e inestabilidad muy fuerte. Catalu?a es la primera zona industrial espa?ola y, sin embargo, no irradia nada de eso al resto del pa¨ªs¡±, indica.
Bajo las acusaciones de expolio fiscal y las reivindicaciones, lo que late es la reclamaci¨®n del reparto de poder estatal. Motor econ¨®mico, potente comunidad cultural, capital espa?ola del turismo, la actividad editorial y el deporte, Catalu?a, con el 18% del PIB espa?ol, se siente constre?ida en el modelo actual de la Espa?a de las autonom¨ªas. Sus ¨¦lites no han dejado de considerarse m¨¢s modernas, cultas y europe¨ªstas que las madrile?as a lo largo del ¨²ltimo siglo y llevan mal la dependencia pol¨ªtica de Madrid. En un momento en el que el Estado naci¨®n soberano est¨¢ pasando a mejor vida, ?no habr¨ªa que refundar esta Espa?a, ¡°naci¨®n de naciones¡± que dice la Constituci¨®n, sobre bases nuevas que la hagan m¨¢s eficiente y capaz y, de paso, incluir la ley de claridad canadiense en la nueva Constituci¨®n para regular y arbitrar los procesos rupturistas?
Algo debe de fallar en el sistema auton¨®mico cuando el que da lo hace a disgusto y el que recibe nunca se muestra satisfecho
Algo debe de fallar en el sistema auton¨®mico cuando el que da lo hace a disgusto y el que recibe nunca se muestra satisfecho, pero no puede decirse que el juego de la negociaci¨®n bilateral haya resultado enojoso para todos. En un sistema como este, permanentemente abierto, los representantes auton¨®micos siempre pueden adjudicarse el m¨¦rito de lo obtenido o, si el objetivo no se consigue, descargar la culpa sobre ¡°Madrid¡± e incrementar la monta?a de los agravios. Marcar y ahondar las diferencias con el resto de las comunidades es requisito necesario para capitalizar los logros sin necesidad de responsabilizarse de los fracasos, abonar el clientelismo dom¨¦stico, controlar el asociacionismo civil, los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos, los resortes de poder.
No habr¨¢ en el mundo una poblaci¨®n tan familiarizada con herramientas contables y conceptos tan ¨¢speros como el de ¡°ordinalidad¡± y balanza fiscal. En el habla com¨²n, la ordinalidad ¡ªprincipio que establece que la aportaci¨®n financiera solidaria de una autonom¨ªa no puede acarrear p¨¦rdida de su posici¨®n en la financiaci¨®n per c¨¢pita o recursos¡ª, se ha sumado con igual desenvoltura a las balanzas fiscales. (O¨ªdo en un bar de Barcelona, a modo de conclusi¨®n conciliadora tras una discusi¨®n entre amigos sobre los provechos y peligros de la ruptura): ¡°Aqu¨ª, todos somos independentistas econ¨®micos¡±. La expresi¨®n: ¡°Hay que poner un tope a la solidaridad¡± (con Espa?a, el resto de Espa?a) es compartida de manera generalizada, aunque si hay algo que irrita sobremanera a los catalanes es que se cuestione su disposici¨®n a contribuir a la solidaridad.
En la derecha, como en buena parte de la izquierda, se da por supuesto que el 8% del PIB que Catalu?a aporta supuestamente a las arcas comunes deber¨ªa reducirse al 3%. ¡°Las demandas fiscales catalanas tienen base t¨¦cnica. Los l?nder alemanes, por ejemplo, consideran que una aportaci¨®n superior al 2,5% es ya una solidaridad interterritorial mal entendida¡±, asegura Joaquim Gay, presidente de la patronal Fomento del Trabajo. Noticias como que el Gobierno extreme?o ha bajado los impuestos son declaradas casus belli porque al convencimiento de que pagan bastantes m¨¢s impuestos que los ciudadanos del resto de Espa?a, se suma el dato de que Catalu?a cuenta con una financiaci¨®n p¨²blica per c¨¢pita inferior a la de otros territorios.
Expresiones como "nos estamos sacudiendo la vasquitis" es un comentario nada inusual a la hora de abordar la financiaci¨®n
Es ah¨ª, donde la proverbial consideraci¨®n pol¨ªtica de los catalanes hacia los vascos ha empezado a resquebrajarse. Expresiones como ¡°nos estamos sacudiendo la vasquitis¡± es un comentario nada inusual a la hora de abordar la financiaci¨®n auton¨®mica. ¡°Los vascos nos cuestan dinero¡±, apunta Juan Jos¨¦ L¨®pez Burniol, miembro en su d¨ªa de Ciutadans pel Canvi (CpC), plataforma c¨ªvico-pol¨ªtica que aup¨® a Pasqual Maragall al Gobierno de la Generalitat. Hay un coro de voces que desde ¨¢ngulos bien diversos se?ala al cupo vasco como un elemento de agravio e inequidad altamente disonante. ¡°El factor agravio respecto a Euskadi pesa mucho. De acuerdo con los datos del Centro de Documentaci¨®n y Estudios de San Sebasti¨¢n, el Pa¨ªs Vasco destina a ayudas sociales el 3,1% de su PIB; Alemania, el 4,2%; Francia, el 3,3% y Reino Unido el 2,8%, frente al 0,3% del conjunto de Espa?a. Los vascos destinan a este cap¨ªtulo un total de 450 millones de euros para una poblaci¨®n de 2,1 millones de personas, mientras que los 7,5 millones de catalanes contamos con un presupuesto de 173 millones de euros¡±, se?ala Joan Subirats, presidente del Instituto de Gobierno y de Pol¨ªticas P¨²blicas de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
¡°Todos sabemos que la excepcionalidad vasca y navarra permite a estas comunidades disponer de recursos per c¨¢pita superiores en un 40% o 50% a las dem¨¢s y ese es el germen de lo que est¨¢ pasando en Catalu?a. El pistoletazo de salida de la movilizaci¨®n independentista se produjo tras la reuni¨®n Rajoy-Mas en la que este ¨²ltimo le exigi¨® una f¨®rmula similar al cupo vasco¡±, indica Antonio Zabalza, que habla para este reportaje en su condici¨®n de catedr¨¢tico de Teor¨ªa Econ¨®mica. Antiguo secretario de Hacienda y actual presidente de Ercros, se muestra partidario de una ley que, sin privar a Euskadi y Navarra del r¨¦gimen foral, protegido por la Constituci¨®n, establezca un c¨¢lculo correcto del cupo de forma que contribuyan a la solidaridad com¨²n de manera equivalente a otras comunidades. ¡°Soy pesimista¡±, a?ade, ¡°porque hasta que esto no se resuelva habr¨¢ tensi¨®n e inestabilidad en el sistema de financiaci¨®n¡±. A su juicio, el sistema auton¨®mico, falto de coherencia global, necesita una reforma constitucional que lo adecue definitivamente.
La posibilidad de que el soberanismo obtenga la mayor¨ªa absoluta parlamentaria en septiembre y que ERC haga una declaraci¨®n unilateral de independencia genera en el mundo de la empresa inestabilidad e inseguridad jur¨ªdica. ¡°Las compa?¨ªas est¨¢n haciendo sus planes de contingencia para saber c¨®mo puede afectarles la independencia y qu¨¦ estrategia deben adoptar porque, adem¨¢s, hay miedo de que en torno al proceso independentista se genere una radicalizaci¨®n muy fuerte. El dossier Espa?a-Catalu?a va a estar presente en los centros decisorios financieros y si all¨ª no ven el panorama claro desviar¨¢n sus inversiones a otros destinos¡±, afirma Ram¨®n Abel, vicepresidente de la Asociaci¨®n de Directivos de Espa?a.
Parte del empresariado contempla con estupefacci¨®n la ligereza con que, desde las esferas oficiales, se plantea el proceso independentista
¡°No hay deslocalizaciones de empresas, pero s¨ª una pausa inversora¡±, asegura el director de una gran firma exportadora catalana. ¡°Las inversiones directas extranjeras est¨¢n siendo m¨¢s bajas aqu¨ª que en el resto de Espa?a porque la situaci¨®n preocupa y las compa?¨ªas est¨¢n a la espera de que el panorama pol¨ªtico se despeje. En las sedes centrales de las multinacionales existe un gran inter¨¦s informativo por saber qu¨¦ va a pasar. No entienden que este proceso pol¨ªtico no est¨¦ pactado y canalizado. Hay que tener en cuenta que las compa?¨ªas hacen sus planes a 10 a?os vista¡±, enfatiza este empresario que prefiere mantenerse en el anonimato. ¡°El Gobierno catal¨¢n est¨¢ completamente volcado en el soberanismo y todo se resiente, incluida la pol¨ªtica industrial. El proceso ya est¨¢ teniendo un coste¡±, a?ade.
Parte del empresariado contempla con estupefacci¨®n la ligereza con que, desde las esferas oficiales, se plantea el proceso independentista. ¡°Yo tambi¨¦n creo que Catalu?a puede ser un Estado de la UE dentro de 10 o 15 a?os, pero no se puede ocultar a la gente que la transici¨®n ser¨ªa dura y tendr¨ªa un alto coste en p¨¦rdida de inversiones y de nivel adquisitivo, aumento del paro¡¡±, indica Ram¨®n Abel. ¡°Vamos a un conflicto muy largo y aburrido en el que Catalu?a se va a dejar muchas plumas¡±, opina Jaime Malet. ¡°Si no hacemos nada antes de septiembre, si no hay un gesto desde Madrid y dejamos que esto descarrile vamos a sufrir todos. No hay puentes, ni di¨¢logo, ni caminos y el caf¨¦ para todos ya no sirve¡±, subraya Joaquim Gay.
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