Pactos dif¨ªciles

A la luz de las encuestas estar¨ªamos casi condenados a los pactos de Gobierno o a los Gobiernos de coalici¨®n. La situaci¨®n en Andaluc¨ªa est¨¢ demostrando, sin embargo, que no va a ser tan hacedero como lo pintan. En los partidos hay un temor casi supersticioso a retratarse, seguramente porque se intuya que todo pacto puede pasar factura en elecciones posteriores: dime con qui¨¦n pactas y te dir¨¦ qui¨¦n eres. La actitud dominante es la de ponerse estrechos, no dar la impresi¨®n de que uno se deja seducir con facilidad; mostrar que se tienen principios o ¡°propuestas program¨¢ticas¡± que no pueden ponerse en riesgo as¨ª como as¨ª. Y eso afecta sobre todo a los partidos nuevos, que no por casualidad se presentan como alternativa a los viejos, no como sus mamporreros.

Hay temor a retratarse, porque se intuya que todo pacto puede pasar factura

Con todo, ya empiezan a asomar maneras y tendencias que habr¨¢ que confirmar en la pr¨®xima convocatoria electoral. Como la jactancia del partido ¡°m¨¢s votado¡±, que contempla toda concesi¨®n a otros como un signo de debilidad. Es un tic muy propio de los viejos partidos, que todav¨ªa siguen pensando que el mero hecho de quedar por delante ya les da derecho de pernada. O que s¨®lo son factibles los pactos entre alguno de ellos y uno de los nuevos: Ciudadanos como comod¨ªn universal, que habr¨ªa de estar dispuesto a casarse con Susana en Andaluc¨ªa y con Esperanza en Madrid, por poner dos ejemplos posibles.

Lo cierto es que todav¨ªa sigue vivo el bipartidismo metodol¨®gico. Un ejemplo de ello es la propia encuesta de Metroscopia que publicaba este peri¨®dico el pasado domingo. Ah¨ª, en las opciones de pactos posibles no figuraba la de los nuevos entre s¨ª, Ciudadanos y Podemos, cuando ser¨ªa perfectamente factible si el objetivo al que ambos aspiran es la renovaci¨®n a fondo de la pol¨ªtica espa?ola y conjuntamente sumaran mayor¨ªa absoluta. Siempre tiene que haber alguno de los viejos en todas las combinaciones, a pesar de que la propia encuesta daba a cada uno de los cuatro grandes un peso aproximadamente igual.

Nos cuesta interiorizar un sistema de gobernabilidad m¨¢s complejo

Es muy posible que ello se deba a la enorme extra?eza que sentimos cuando nos apartamos del eje izquierda-derecha. Aunque todos sabemos que a ¨¦l se le superpone el otro de nuevo-viejo, en el fondo seguimos pensando que es una distinci¨®n artificial y que, llegado el caso de la decisi¨®n l¨ªmite, la de sumar mayor¨ªas, cada cual acabar¨¢ inclin¨¢ndose por afinidades ideol¨®gicas. De ah¨ª la ventaja de C¡¯s como partner universal aparente, el pivote que desde el centro puede oscilar hacia un lado u otro, algo que, insisto, todav¨ªa est¨¢ por demostrar.

El caso es que a¨²n no hemos dado con una cultura de pactos y nos cuesta interiorizar un sistema de gobernabilidad m¨¢s complejo, aqu¨¦l que se construye sobre las concesiones mutuas. O compatibilizar la inveterada pr¨¢ctica de dar le?a en la campa?a para acabar despu¨¦s sent¨¢ndose a conciliar con los que antes hemos puesto a caldo. Lo que ya podemos empezar a abandonar es la idea de que uno puede contribuir a gobernar y mantener a la vez su virginidad program¨¢tica.