El futuro en una cent¨¦sima
Poder o no estudiar lo que se desea. Ese, y no tanto aprobar o no, es el drama que se vive en la Prueba de Acceso a la Universidad
O la generaci¨®n del 98 o la del 27. O Plat¨®n o Arist¨®teles. Hay dilemas que no se olvidan. Y la elecci¨®n del tema en filosof¨ªa y literatura, los dos cl¨¢sicos de Selectividad,es uno de ellos. Quien ha pasado el trance lo sabe. La Prueba de Acceso a la Universidad es un antes y un despu¨¦s en la vida. La nota se queda, como el NIF; grabada en el cerebelo. En el mejor de los casos, formar¨¢ parte del curr¨ªculo sentimental del interesado. En el peor, una d¨¦cima arriba o abajo puede suponer el ingreso, o la exclusi¨®n, del aspirante en su futuro so?ado. Ese, y no tanto el de aprobar o no a secas, es el drama que se libra estos d¨ªas en las universidades. Poder o no estudiar lo que uno desea.
La Prueba de Acceso a la Universidad es un antes y un despu¨¦s en la vida. La nota se queda, como el NIF; grabada en el cerebelo
La estad¨ªstica dice que m¨¢s del 90% pasar¨¢ la prueba. Pero m¨¢s del 90% no puede pagar una universidad privada, donde un 5 pelado ¡ªm¨¢s la matr¨ªcula, prohibitiva para la mayor¨ªa¡ª es la ¨²nica medalla requerida para honrar sus presuntamente selectas aulas. Para el resto, por muy brillante que sea, como Irene, con un 9,24 en Bachillerato, una cent¨¦sima es oro. Por eso pele¨® a muerte por cada una con cada profesor de su instituto, por muy hueso que fuera. Como si le fuera la vida en ello. Porque le va, en cierto modo. Aunque saque un 8,5 sobre 10 en selectividad, todo un notable alto en la calle, para ella ser¨¢ como si hubiera suspendido, y, de momento, se le caer¨¢ el mundo encima. Irene quiere ser neurocirujana. La nota de corte de Medicina en Alcal¨¢ de Henares, donde vive, fue el a?o pasado de un 12,422 sobre 14. Y la opci¨®n de empezar Qu¨ªmica, donde quiere entrar su novio, ?scar, y que requiere un 6,357, se le antoja hoy por hoy una tragedia. Por eso, Irene, como tantos, siente que se juega el porvenir a una carta.
Da gusto verles con sus shorts y sus tops de tirantes, ellas, y sus bermudas y sus camisetas con mensaje, ellos. Con su boli, su resma de cuatro carillas, su c¨®digo de barras como toda identificaci¨®n y su agonizante hora y media para demostrar lo que saben. En literatura les cay¨® un texto de Almudena Grandes sobre Ana Mar¨ªa Matute publicado en El Pa¨ªs Semanal en 2014. Una mujer glosando a otra, como mujeres son la mayor¨ªa de universitarias, aunque su n¨²mero baje luego en relaci¨®n inversamente proporcional al cargo que ocupan.
M¨¢s del 90% no puede pagar una universidad privada, donde un 5 pelado es la ¨²nica medalla requerida
La invasi¨®n de las chicas es uno de los cambios que ha visto Eugenio Alcaide, encargado de la cafeter¨ªa de Medicina de la UAH, en sus 36 a?os detr¨¢s de la barra. Ha licenciado a varias promociones de galenos. A su m¨¦dico, sin ir m¨¢s lejos, le puso miles de los bocatas de calamares que ahora le tiene prohibid¨ªsimos por los triglic¨¦ridos. Les ha visto pasar de los apuntes a los l¨¢pices de memoria. Del mus al Candy Crush. Del armario a la libertad de afectos.
Desde la ventana, Irene mira el hospital donde quiz¨¢ haga las pr¨¢cticas, incluso el MIR, si da la notaza. El 19 de junio podr¨¢ verla en la web del instituto. Pero no va a esperar sentada. Gand¨ªa se llenar¨¢ en las pr¨®ximas horas de hordas de preuniversitarios ahogando en el mar y las discotecas la ansiedad de las v¨ªsperas. Eso tampoco se olvida. Lo dec¨ªa, no sin envidia cochina, una profesora que pas¨® selectividad (¡°8,75¡±) hace 30 a?os: "Yo soy cada a?o m¨¢s vieja, ellos siempre est¨¢n en la flor de la vida".
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