C¨®mo se consigui¨® el matrimonio gay
La conjunci¨®n de activistas y pol¨ªticos logr¨® la aprobaci¨®n de una ley pionera. El ¨¦xito comenz¨® al superar la idea de que bastaba una regulaci¨®n de parejas de hecho
En diciembre de 2002, Pedro Zerolo dio una entrevista a EL PA?S con motivo de su reelecci¨®n como presidente de la Federaci¨®n Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB). Al acabar la exhaustiva conversaci¨®n ¨Cdos horas de grabaci¨®n; Zerolo siempre fue un chorro de ideas- llev¨® al periodista hasta una mesa de trabajo en su despacho de abogados del paseo de Rosales de Madrid. Sobre ella, desparramados, decenas de folios, impresiones del BOE y fotocopias de c¨®digos marcados y subrayados. En el off the record (las declaraciones que se hacen pactando que no se van a publicar), Zerolo, orgulloso, explic¨® aquellos papeles: ¡°Son el futuro. Las m¨¢s de 60 leyes que estamos revisando para cuando se apruebe el matrimonio entre personas del mismo sexo¡±.
No dijo ¡°si se aprueba¡±. No hubo condicional. Lo expres¨® como una certeza. Y una novedad. El activismo LGTB viv¨ªa tiempos convulsos. No hac¨ªa tanto, recuerda Miguel ?ngel Fern¨¢ndez, entonces miembro de grupo LGTB del PSOE y secretario del Colectivo Lambda de Valencia, y posteriormente coordinador de la secretar¨ªa de Movimientos Sociales del PSOE cuando la dirigi¨® Zerolo, que el objetivo m¨¢s realista del movimiento era conseguir una ley de parejas de hecho que reconociera derechos b¨¢sicos (herencia, pensi¨®n, acceso a la sanidad) a las uniones del mismo sexo.
Era el camino que se ofrec¨ªa entonces. Catalu?a hab¨ªa aprobado su ley de parejas en 1998, y despu¨¦s llegaron las de Arag¨®n, Navarra, Pa¨ªs Vasco, y hasta comunidades gobernadas por el PP, como la valenciana y Madrid, hicieron las suyas. Adem¨¢s, en 1999 Francia aprob¨® su contrato de uni¨®n civil (PACS), poniendo las bases de lo que todos los participantes en esta historia no dudan en calificar ahora como ¡°un matrimonio de segunda¡±, pero que, a principios de este siglo, parec¨ªa un avance enorme. ¡°En 1991 y 1992, cuando empezamos a militar, brome¨¢bamos sobre que nuestros hijos o, m¨¢s probablemente, nuestros nietos, ver¨ªan la legalizaci¨®n del matrimonio igualitario¡±, dice Toni Poveda, expresidente de la FELGTB.
Los ¨²ltimos a?os del siglo XX apuntaban a que, despu¨¦s de siglos discriminados, gais y lesbianas se conformar¨ªan con una ley de parejas. De hecho, como recuerda Fern¨¢ndez, en 1997 y 1998 hubo dos manifestaciones en Madrid ¨C¡°eran en febrero y pas¨¢bamos mucho fr¨ªo¡±- pidiendo esa ley. No fueron tan multitudinarias como las del Orgullo, que desde 1995 a 2000 hab¨ªan pasado de la peque?a marcha de decenas de activistas a congregar a miles de personas (ya se hablaba de 500.000 o m¨¢s), pero s¨ª fueron significativas.
Aquella reclamaci¨®n tuvo su reflejo en las Cortes. Hasta cinco propuestas se presentaron durante las legislaturas de mayor¨ªa del Partido Popular (1996-2004), y el propio partido que dirig¨ªa Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar llev¨® la suya en 1997, que no se lleg¨® a votar. Fue la punta del iceberg de un inter¨¦s del PP por orillar un problema que crec¨ªa por momentos, y que causaba una profunda divisi¨®n entre sus votantes y diputados. El veterano activista Jordi Petit, de la Coordinadora Gai-Lesbiana de Catalunya y ex secretario general de la Asociaci¨®n Internacional de Lesbianas y Gais (ILGA), relata c¨®mo fue llamado dos veces a La Moncloa, sede de la presidencia del Gobierno, una durante cada una de las dos legislaturas de Aznar. ¡°Fueron encuentros muy discretos, sin ninguna publicidad. Me llamaron para intercambiar opiniones, y ni me pagaron el tren¡±, recuerda. ?l mismo, a trav¨¦s de aquellos encuentros, refleja el cambio de las aspiraciones de la poblaci¨®n LGTB. ¡°En el primer encuentro con los asesores de Aznar, pedimos una ley de parejas estatal que reconociera las relaciones de afectividad an¨¢logas a la del matrimonio con independencia de su orientaci¨®n sexual¡±, recuerda Petit. Aquella f¨®rmula, la de ¡°relaci¨®n an¨¢loga al matrimonio¡±, hab¨ªa sido acu?ada por una abogada, Mar¨ªa Jos¨¦ Valera, que consigui¨® por primera vez que se indemnizara como si fuera el viudo a la pareja masculina de un hombre muerto en accidente de tr¨¢fico, cuenta Petit. ¡°M¨¢s tarde se us¨® en la ley de arrendamientos urbanos de 1992¡±, y se mantuvo despu¨¦s.
Pero el propio Petit admite que cuando en la segunda legislatura (2000-2004) le volvieron a llamar, ya la coordinadora catalana hab¨ªa decidido que ¡°no aceptar¨ªa leyes gueto¡±. ¡°Ten¨ªamos claro que no entrar¨ªamos en una ley de segunda¡±. La calle ya ped¨ªa el matrimonio sin ambages, y que el PP al final no hiciera nada al respecto ¡°fue una suerte¡±, reflexiona ahora Petit. ¡°No quer¨ªamos un suced¨¢neo, ten¨ªa que ser matrimonio s¨ª o s¨ª. Algunos dec¨ªan que el matrimonio no iba a salir jam¨¢s, pero luego se vio que el PACS franc¨¦s fue un tap¨®n que no reconoc¨ªa la afectividad y era solo un contrato que, adem¨¢s, dejaba fuera aspectos como la posibilidad de adquirir la nacionalidad de la pareja o la adopci¨®n, y han tardado 15 a?os en regular el matrimonio igualitario¡±, a?ade.
Con ese bagaje, el congreso de la FELGTB de 2002 fue una ¡°refundaci¨®n orientada a la lucha por el matrimonio¡±, afirma Beatriz Gimeno, quien era presidenta de la asociaci¨®n cuando se aprob¨® la ley. Pero hicieron falta una serie de cambios para que esa meta se viera con realismo.
El primero fue la victoria de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero en 2000 en el congreso del PSOE que le nombr¨® secretario general. El expresidente tuvo una madrina en Trinidad Jim¨¦nez, la misma que ofreci¨® a Zerolo ir en su lista para el Ayuntamiento de Madrid en 2003, con lo que dio el salto desde el activismo en los movimientos sociales al de la pol¨ªtica formal. ¡°Le present¨¦ a Zapatero a ra¨ªz de su entrada en el Ayuntamiento. No cabe duda de que Pedro era muy simp¨¢tico y ten¨ªa mucho liderazgo. Le nombr¨¦ portavoz de Medio Ambiente para que se construyera un perfil m¨¢s all¨¢ del activismo LGTB, pero ¨¦l nunca renunci¨® a ¨¦l. Zerolo particip¨® mucho en la campa?a, y, cuando Zapatero le conoci¨®, qued¨® convencido¡±.
Nadie duda de aquel flechazo ¨Cel propio Zapatero ha admitido que acept¨® la necesidad de esa ley por Zerolo-, pero no todo fue cuesti¨®n de simpat¨ªa. Gimeno cuenta que ¡°al poco de ganar Zapatero el congreso¡±, fueron convocados a Ferraz, la sede del PSOE en Madrid. ¡°Lo dif¨ªcil fue convencerle de que pasara de una ley de parejas a la de matrimonio. Cuando nos vimos con ¨¦l en un s¨®tano de Ferraz al poco de ser elegido, gracias a Leire Paj¨ªn, en aquel momento secretaria de Movimientos Sociales del partido, no lo ten¨ªa muy claro. Pero hablamos mucho y ¨¦l dijo que le hab¨ªamos convencido y que lo iba a meter en el programa¡±. Gimeno, que es actualmente diputada auton¨®mica en Madrid, elegida en las listas de Podemos, cree que, en parte, fue relativamente f¨¢cil ganar su apoyo ¡°porque nadie pensaba que fuera a ganar¡± en las pr¨®ximas elecciones. ¡°Pero una vez metido en el programa ¨¦l se lo crey¨®, y nunca m¨¢s tem¨ª por el proceso¡±, afirma. Jim¨¦nez va m¨¢s all¨¢ en la importancia de que Zapatero estuviera convencido: ¡°Con otros l¨ªderes del PSOE de entonces la ley no habr¨ªa salido¡±, asegura.
Aquel apoyo pol¨ªtico fue reforzado con el de otros partidos de izquierda, como IU. ¡°A ellos tambi¨¦n tuvimos que convencerles. Su reparo era que dec¨ªan que casarse era conservador. En una reuni¨®n, una diputada me pregunt¨® muy agresiva que por qu¨¦ quer¨ªamos casarnos. Tuve que contestarle que ella se hab¨ªa casado ya tres veces¡±, cuenta Gimeno.
La lucha en los despachos no les hizo perder la de la calle. En octubre de 2003 los activistas escenificaron su apuesta y acudieron a los registros civiles de Madrid y Valencia a pedir casarse. Contaban con el rechazo, afirman Poveda y Fern¨¢ndez, pero aquella protesta fij¨® el objetivo. Y, tambi¨¦n, dej¨® dos fotos simb¨®licas de los protagonistas s¨ªmbolo de ese cambio. En Madrid, Zerolo, su novio, Jes¨²s Santos, y la pareja formada por Gimeno y Boti Garc¨ªa llevaron como testigos a las portavoces del PSOE, Trinidad Jim¨¦nez, y de IU, In¨¦s Saban¨¦s. En Valencia, a Fern¨¢ndez y Poveda les acompa?aron Carmen Mont¨®n (PSOE) y el portavoz de L'Entesa en las Cortes Valencianas, Ram¨®n Cardona.
¡°Eso fue antes de que fuera diputada nacional¡±, comenta Mont¨®n. Ella form¨® parte de ¡°una casualidad¡± que, cuando el PSOE gan¨® las elecciones de 2004, llev¨® a buen t¨¦rmino la promesa del programa electoral de modificar el C¨®digo Civil ¡°a fin de posibilitar el matrimonio entre personas del mismo sexo y el ejercicio de cuantos derechos conlleva, en igualdad de condiciones con otras formas de matrimonio, para asegurar la plena equiparaci¨®n legal y social de lesbianas y gais¡±.
Mont¨®n ¨C¡°una joven de 29 a?os sin conocimientos jur¨ªdicos¡±, como ella misma se define- se hizo cargo de la portavoc¨ªa en la Comisi¨®n de Igualdad, y Zerolo de la secretar¨ªa de Movimientos Sociales en la ejecutiva del PSOE. ¡°Yo era muy atrevida. Convencimos al portavoz del grupo, que era Alfredo P¨¦rez-Rubalcaba, para presentar una proposici¨®n no de ley por parte del grupo parlamentario. Bono expres¨® dudas respecto a la adopci¨®n, pero luego nos apoy¨®¡±, cuenta. Fern¨¢ndez afirma que fue el propio Zerolo quien pidi¨® a Rubalcaba y a Zapatero ese nombramiento para una diputada joven que se estrenaba esa legislatura, porque quer¨ªa tener una aliada. Aun as¨ª, convencer a los diputados no fue f¨¢cil. ¡°No hubo una guerra, pero s¨ª tuvimos que ir uno a uno. Y no solo con los del PSOE; tambi¨¦n quer¨ªamos que se unieran los de IU, ERC, PNV, CiU. Que fuera todo el mundo a excepci¨®n del PP, que sab¨ªamos que se iba a negar¡±, a?ade. ¡°Cuando fui a la Comisi¨®n de Justicia, hubo muchas preguntas sobre la adopci¨®n. Se esgrimieron estudios que eran falsos. Fue como estar ante un tribunal¡±, afirma.
Aquellos meses crearon ¡°un fuerte v¨ªnculo en un peque?o grupo¡±, dice la diputada: Zerolo, Gimeno, Poveda, Fern¨¢ndez, ella misma¡ ¡°Era un proyecto muy bonito del que nacieron alianzas indestructibles. Nos llam¨¢bamos todos los d¨ªas, comentando lo que hab¨ªa pasado, preparando argumentarios, adapt¨¢ndolos¡±, dice. ¡°Aprendimos mucho¡±, afirma Poveda. ¡°Por ejemplo, a referirnos a la jerarqu¨ªa cat¨®lica, y no a la Iglesia cat¨®lica, porque ten¨ªamos el apoyo de muchas agrupaciones de base y quer¨ªamos marcar la diferencia. Tambi¨¦n que hab¨ªa que contestar con serenidad, sin agresividad¡±, cuenta.
En aquella lucha pol¨ªtica y medi¨¢tica, contaron con muchos otros c¨®mplices. Fern¨¢ndez recuerda a Ximo C¨¢diz, que fue secretario de la FELGTB, ¡°y una m¨¢quina haciendo argumentarios¡±. Gimeno menciona el papel de Javier G¨®mez, entonces tesorero de la FELGTB y militante reconocido del PP (su boda con el abogado Manuel R¨®denas fue la ¨²nica gay que celebr¨® Alberto Ruiz-Gallard¨®n como alcalde de Madrid). ¡°?l nos contaba lo que pasaba en el partido, y as¨ª ¨ªbamos preparados¡±, relata. Precisamente por G¨®mez y los encuentros personales, Gim¨¦nez se dio cuenta de que ¡°no todo el PP estaba contra la ley. Muchos ten¨ªan hermanos, hijos, amigos, gais o lesbianas, y cuando los ve¨ªas te dec¨ªan: ¡®?nimo, lo vais a conseguir¡±. Aquella divisi¨®n se mantuvo hasta el d¨ªa de la votaci¨®n de la ley. Con las invitaciones de los parlamentarios de izquierda agotadas, hubo gais que obtuvieron invitaciones de diputados del PP para asistir a la sesi¨®n, aunque los invitadores iban a votar que no.
Poveda a?ade a la lista de aliados fundamentales a Pilar Blanco Morales, directora de Registros y Notariado, ¡°que sacaba argumentos propios que ni nosotros hab¨ªamos previsto, como hizo en un debate con Benigno Blanco, del Foro de la Familia¡±.
El tr¨¢mite fue relativamente r¨¢pido ¨Cl¨®gico si se tiene en cuenta el trabajo previo-, y tuvo una fuerte oposici¨®n en las C¨¢maras y en la calle. El Consejo de Ministros aprob¨® el anteproyecto el 1 de octubre de 2004 y el Congreso vot¨® la ley el 30 de junio de 2005. Pero, en medio, los obispos, parte del PP y organizaciones como el Foro de la Familia convocaron una manifestaci¨®n el 18 de junio como ¨²ltimo recurso de protesta. Fue muy numerosa, pero no torci¨® la voluntad del Gobierno. ¡°Aquella vez vi a Zerolo triste. Costaba ver tanto odio¡±, recuerda Fern¨¢ndez. Doce d¨ªas despu¨¦s, la ley sali¨® adelante con 187 votos: los de PSOE, ERC, Izquierda Verde, PNV, BNG, CC, CHA y los diputados de Converg¨¨ncia Democr¨¤tica de Catalunya (CDC) Carles Campuzano y Merc¨¨ Pigem. Celia Villalobos, del PP, tambi¨¦n vot¨® a favor. Se abstuvieron los otros cuatro diputados de CDC, y votaron en contra el PP y los diputados de Uni¨® Democr¨¤tica de Catalunya (147 votos en total).
Parte de los populares no se resign¨®, y presentaron un recurso de anticonstitucionalidad. En noviembre de 2012, el tribunal aval¨® la ley. 31.610 matrimonios despu¨¦s (datos hasta 2014, los ¨²ltimos que da el INE), de los que el 39% son de mujeres, la normalidad legal de estas parejas es el fruto de toda aquella fren¨¦tica actividad.
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