¡°Espa?a no debe dejarse arrastrar por ninguna superpotencia¡±
El jurista y polit¨®logo Joan Garc¨¦s enjuicia el convenio de ampliaci¨®n de la dotaci¨®n militar estadounidense de la base andaluza de Mor¨®n
Joan Garc¨¦s (Lliria, Valencia, 1944) es un jurista y polit¨®logo especializado en el estudio de la geopol¨ªtica estatal de Espa?a e Iberoam¨¦rica y de sus aliados y adversarios hist¨®ricos. Doctor en Ciencias Pol¨ªticas por la Complutense y por la Sorbona, donde se licenci¨® en Derecho, fue consejero del presidente chileno Salvador Allende. Es autor de media docena de libros, tesis y ensayos hist¨®rico-pol¨ªticos. Su libro ¡°Soberanos e intervenidos¡± lleva cuatro ediciones, revisadas, desde 1996 y se ha convertido en texto de referencia para diplom¨¢ticos y estudiosos espa?oles e iberoamericanos. Y ello, por la entidad de su copiosa documentaci¨®n cosechada en los principales archivos norteamericanos y, asimismo, por la novedad, heterodoxia y contundencia de sus tesis. A prop¨®sito del reciente convenio firmado entre el Gobierno de Mariano Rajoy y el de los Estados Unidos de Am¨¦rica para incrementar hasta 3.500 el n¨²mero de militares estadounidenses y recrecer el n¨²mero de aeronaves en la base a¨¦rea de Mor¨®n, en Andaluc¨ªa, conversar con Joan Garc¨¦s permite obtener una versi¨®n original y distinta del discurso oficial de ambos Gobiernos.
Pregunta. ?Qu¨¦ opini¨®n le merece el reciente convenido entre Madrid y Washington a prop¨®sito de la base andaluza de Mor¨®n de la Frontera?
Respuesta. Creo que el despliegue militar estadounidense en torno a Mor¨®n se inserta en la articulaci¨®n entre el llamado Escudo Antimisiles norteamericano y la pol¨ªtica hacia los pa¨ªses isl¨¢micos.
P. ?Podr¨ªa explicarlo?
R. Empezar¨¦ por los pa¨ªses isl¨¢micos. En 2001, Estados Unidos invadi¨® Afganist¨¢n en contra del Derecho Internacional, ya que el ataque contra las Torres Gemelas de Nueva York no proced¨ªa de un Estado sino de un grupo terrorista. Dos a?os despu¨¦s, Washington protagoniza la invasi¨®n de Irak, considerada, incluso por algunos importantes estrategas estadounidenses, como el mayor error estrat¨¦gico de toda la Historia de los Estados Unidos de Am¨¦rica. Ya en 2011 Washington promueve el derrocamiento del presidente de Libia Moammar Gadaffi y la demolici¨®n del Estado libio. La suma de estos tres factores ha sido el motor m¨¢s poderoso para la expansi¨®n del terrorismo internacional, con proyecci¨®n sobre Espa?a, que nunca debi¨® haber participado en esas reiteradas violaciones del Derecho Internacional.
P. Y el Escudo Antimisiles, ?qu¨¦ relaci¨®n guarda con aquello?
R. Por primera vez desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, hoy tenemos una guerra ¡°caliente¡±, con disparos, heridos y muchos muertos en una Europa Central en la que los dos sistemas militares m¨¢s poderosos se hallan enfrentados. Por el momento, el conflicto concierne ¨²nicamente a Ucrania, pero nadie puede averiguar el alcance ni el desarrollo potencial que puede llegar a adquirir esta confrontaci¨®n por su propio impulso o, incluso, por un accidente. Hay armas nucleares en juego.
P. Espa?a ?qu¨¦ papel juega en todo esto?
R. Instalar un escudo antimisiles en territorio espa?ol es un im¨¢n que puede atraer, precisamente hacia Espa?a, el primer misil que salga de Rusia. Desde que el Secretario de Estado norteamericano, James Baker, formulara a principios de los a?os 90 su famosa frase ¡°queremos una Europa libre, desde el Atl¨¢ntico hasta Vladivostock¡±, esto es, la hegemon¨ªa norteamericana sobre Eurasia (Rusia y China), que Washington persigue y proyecta hacia el futuro, Espa?a no puede, ni debe, ser ap¨¦ndice ni blanco de tiro de nadie.
P. Rusia ya no es una superpotencia comunista, es una gran potencia mas su modelo econ¨®mico podr¨ªa ser homologado con el de un pa¨ªs capitalista cualquiera. ?Qu¨¦ sentido tiene esa confrontaci¨®n a prop¨®sito del Escudo Antimisiles?
R. Josep Fouch¨¦, consejero y jefe de Polic¨ªa de Napole¨®n, advirti¨® de la existencia en Rusia de dos poderosos partidos: ¡°el de los nuevos rusos, que nos quieren, y el de los viejos rusos, que nos consideran enemigos¡±. Y explic¨® al Emperador que ¡°cuanta m¨¢s protecci¨®n brindemos a los pa¨ªses fronterizos de Rusia, mayor ser¨¢ el peso de los viejos rusos, que desplazar¨¢n a los nuevos, con todos los riesgos que ello implica¡±. La frase puede ser extrapolada hoy a la Rusia poscomunista. Yeltsin era un ¡°nuevo ruso¡±, amaba a Occidente y Putin fue nombrado por ¨¦l bajo esa misma adscripci¨®n. Sin embargo, a medida que Estados Unidos, a trav¨¦s de la OTAN, se ha acercado cada vez m¨¢s a las fronteras occidentales de Rusia ¨Cen Polonia quiso instalar el escudo antimisiles- , los ¡°viejos rusos¡± se han hecho m¨¢s fuertes y Putin ha pasado a pertenecer a esta categor¨ªa.
P. Volviendo a la base andaluza de Mor¨®n, ?explicar¨ªa el incremento militar el que, a ojos de Washington, peligrara la seguridad en los Estrechos del Sur de Europa, como el Gibraltar, junto a Andaluc¨ªa?
R. Desde 1945 no ha habido, ni por asomo, la menor duda ni el menor cuestionamiento de que el estrecho de Gibraltar tenga otro tipo de control distinto del occidental que hasta hoy tiene. Cuando termin¨® la segunda gran contienda mundial con la capitulaci¨®n de Alemania, la l¨ªder comunista espa?ola Dolores Ibarruri, Pasionaria, le dijo a Stalin que hab¨ªa llegado la hora de acabar con el fascismo en Espa?a; pero ya entonces, el dirigente sovi¨¦tico le aclar¨® que ¡°Espa?a pertenece a la esfera de influencia anglo-sajona¡±. No hay ninguna potencia grande, mediana o peque?a que cuestione hoy este principio.
P. ?Entonces, a qu¨¦ fines sirve el convenio hispano-estadounidense sobre la ampliaci¨®n de Mor¨®n, convenio apoyado por todos los partidos parlamentarios salvo Izquierda Unida?
R. La OTAN es una alianza defensiva y no ofensiva. M¨¢s pronto o m¨¢s tarde, Espa?a, en funci¨®n de sus intereses nacionales, debe buscar una pol¨ªtica exterior que encuentre una salida de paz dentro y fuera de la OTAN y no dejarse arrastrar por los intereses geoestrat¨¦gicos de una superpotencia, cualquiera que sea. Y eso no significa romper la OTAN, sino proteger los intereses estatales de Espa?a, que implica mantener a la naci¨®n fuera de los grandes conflictos b¨¦licos ajenos, como se puso de manifiesto ante la Primera Guerra Mundial, o en el masivo rechazo de los espa?oles, de derecha e izquierda -nueve de cada 10-, a que Espa?a participara en la invasi¨®n de Irak.
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