¡°Estamos hartos de las grullas¡±
Villar de Ca?as teme perder su silo nuclear por la protecci¨®n de las aves
Las grullas que cada a?o llegan durante su migraci¨®n a la laguna de El Hito, en Cuenca, no son conscientes de la animadversi¨®n que despiertan desde ayer entre muchos vecinos del cercano Villar de Ca?as. Este municipio de medio millar de habitantes fue elegido por el Gobierno en 2011 para acoger el cementerio nuclear que pretende albergar los residuos radiactivos de Espa?a. Pero la Junta de Castilla-La Mancha se ha propuesto impedirlo utilizando una medida de corte medioambiental: ampliar de 1.000 a 25.000 hect¨¢reas la zona protegida alrededor de la laguna de El Hito, hogar temporal de las grullas, lo que dar¨ªa al traste con el proyecto nuclear.
La mayor¨ªa del pueblo ve en este proyecto un salvavidas econ¨®mico y social, ya que supone inversiones y empleo para una zona despoblada y deprimida. La decisi¨®n de la Junta, que ha cambiado de Gobierno en las ¨²ltimas elecciones, no ha sentado bien. "Estamos hartos de las grullas", comenta el alcalde de este municipio, Jos¨¦ Mar¨ªa S¨¢iz, del PP. En el diminuto sal¨®n de plenos del Consistorio, con las manos llenas de tierra (viene de trabajar en la construcci¨®n de una granja), explica que est¨¢ sorprendido por la decisi¨®n de la Junta.
"?25.000 hect¨¢reas para una banda de grullas que viene 15 d¨ªas al a?o?", se pregunta, molesto. "Eso es una masacre", se queja el regidor, que sostiene que ampliar el espacio de protecci¨®n perjudicar¨ªa no solo al ATC, sino tambi¨¦n a los agricultores de una veintena de pueblos circundantes. Asegura que ya antes de conocerse la intenci¨®n del Gobierno regional estas aves no gozaban de mucha simpat¨ªa en los alrededores porque provocan da?os en los cultivos de cereal y cebada, la base econ¨®mica de la comarca.
Me gustar¨ªa que Garc¨ªa-Page se sentara conmigo a explicarme el problema Jos¨¦ Mar¨ªa S¨¢iz, alcalde de Villar de Ca?as
En las calles azotadas por el sol de Villar de Ca?as cuesta encontrar un alma. Entre las pocas personas que se ven, muchas van ataviadas con chalecos fluorescentes. Trabajan en las obras surgidas al calor del proyecto nuclear. Suelen comer en una de las tres tabernas del pueblo. En el bar El Nido trabaja Natalia Cifuentes, de 23 a?os, hija de los propietarios del establecimiento. "Damos muchas comidas diarias", explica, sonriente. No son del pueblo, vinieron "por el ATC". Decidieron abrir por las perspectivas de negocio. Tienen la esperanza de que el proyecto no se suspenda, porque ya han renovado el local y han suscrito un contrato de renta por dos a?os m¨¢s. "No ser¨ªa mala idea, servir grulla asada", bromean tras la barra.
S¨¢iz no entiende que el Gobierno regional, presidido por el socialista Emiliano Garc¨ªa-Page, ponga "traviesas" a un proyecto que es "la salvaci¨®n" de la zona y que traer¨ªa a la comunidad, seg¨²n explica, cientos de millones de euros.
A las afueras del pueblo, junto a un campo de girasoles enturbiado por el polvo que levantan los veh¨ªculos que construyen la carretera al silo, el alcalde r¨ªe enfadado. "?Y qu¨¦ va a pasar con todo esto?", inquiere mientras se?ala las obras. "Me gustar¨ªa que Garc¨ªa-Page se sentara conmigo a explicarme el problema", dice, "porque para Villar de Ca?as, el ATC es la diferencia entre estar vivo o estar muerto".
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