Los pactos de los dem¨¢s partidos benefician al PP
Los populares suben, frente a los que hicieron acuerdos en ayuntamientos y comunidades
Los pactos benefician al PP y movilizan a su electorado, incluso a los m¨¢s molestos con la gesti¨®n de Mariano Rajoy. Al menos eso se deduce a bote pronto del resultado del bar¨®metro del CIS.
Si el acontecimiento pol¨ªtico principal que se ha producido entre el anterior sondeo y el de ahora es la firma de los pactos municipales y auton¨®micos y si eso se combina con la subida de casi tres puntos del PP habr¨¢ que concluir que su estrategia de machacar sobre esos acuerdos es acertada. Al menos queda claro que le ha dado buenos resultados insistir en la denuncia de esos acuerdos y apunta a cu¨¢l ser¨¢ la base fundamental del discurso de Mariano Rajoy: o yo o el caos de los pactos y la estabilidad sin aventuras como valor electoral.
El miedo moviliza y el PP lo usar¨¢ hasta el aburrimiento, camino de los 140 esca?os que le garanticen gobernar con pactos. Sigue estando en un exiguo 28,2% de voto estimado y nunca antes un partido hab¨ªa ganado en Espa?a con tan poco porcentaje de voto. Su gran reto es con qui¨¦n y c¨®mo pactar. Con estos porcentajes, ni Podemos ni Ciudadanos garantizan completar una mayor¨ªa absoluta para gobernar de forma estable con PSOE y PP.
No obstante, la opci¨®n preferida de Gobierno es, significativamente, una coalici¨®n entre PSOE y Podemos, seg¨²n la encuesta.
El PSOE tienen una subida m¨ªnima de 0,6 puntos, que casi queda borrada por el margen de error de la encuesta. Teniendo en cuenta que parte de un porcentaje de voto muy bajo no se puede considerar que la encuesta sea buena para Pedro S¨¢nchez. Al menos para poder aventurar una recuperaci¨®n suficiente para ganar las elecciones generales de diciembre, porque no se adivina tendencia sostenida a recortar distancias con el PP.
Los socialistas necesitan dar un salto en voto que no se deduce de la encuesta. El l¨ªder del PSOE puede respirar, pero est¨¢ a¨²n m¨¢s lejos de poder ser el m¨¢s votado. S¨ª lo es en voto directo, pero esa ventaja se diluye por el sesgo de la muestra del CIS.
Para los llamados emergentes, es decir, Podemos y Ciudadanos, el sondeo es malo porque en ambos casos hay descensos. Si se da por buena la hip¨®tesis de la influencia de los pactos hay que admitir que los electores no les premian los acuerdos, sino que se los castigan. No gustan sus acuerdos poselectorales.
Los dos partidos han encontrado el sitio pol¨ªtico en la cr¨ªtica y la denuncia del bipartidismo y da la impresi¨®n de que a sus posibles votantes no les gusta que se apoyen en los dos grandes partidos, Podemos con el PSOE y Ciudadanos con el PP.
Aparentemente, anteriores votantes del PP que estaban dispuestos a pasarse a Ciudadanos, ahora podr¨ªan volver al partido de Rajoy como reacci¨®n a otras posibilidades como una coalici¨®n de izquierda. El voto del miedo que explota Rajoy juega en contra de los de Albert Rivera.
En el caso de Podemos hay que entender que tambi¨¦n les influye el ejercicio del poder y la llegada a las instituciones. En los ayuntamientos no concurr¨ªan como Podemos, pero el partido de Pablo Iglesias se ha esforzado en atribuirse el resultado de las candidaturas municipales y finalmente se produce la identificaci¨®n para bien, pero tambi¨¦n para mal. Su ca¨ªda en tres meses es cercana al punto.
En ambos casos, lo importante no es tanto la ca¨ªda en porcentaje, como el freno a la tendencia ascendente y, por tanto, la imposibilidad de alcanzar a PP y PSOE. El partido de Pablo Iglesias aspiraba a sustituir al PSOE y va camino de quedarse en sustituto de Izquierda Unida, como ya le ocurri¨® en Andaluc¨ªa. No logra polarizar entre PP y Podemos.
Sigue quedando claro que de las generales de diciembre saldr¨¢ un Congreso muy fragmentado, con necesidad de pactos, pero estamos muy lejos de que los dos principales partidos queden relegados. Es decir, el bipartidismo sigue vivo, auqnue la suma de los dos principales partidos siga en un 53%, frente al 80% que siempre han superado juntos en todas las elecciones generales.
Hay que hacer la salvedad de la enorme volatilidad del voto que hace que en solo tres meses haya cambios de casi tres puntos. Cualquier acontecimiento o sensaci¨®n de inestabilidad o mala gesti¨®n puede modificar los resultados.
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