Catalu?a: balance de situaci¨®n
La te¨®rica mitad secesionista quedar¨ªa reducida al 29% de la poblaci¨®n total si la hipot¨¦tica consulta incluyera una alternativa intermedia
Con los datos del ¨²ltimo sondeo de Metroscopia en Catalu?a (cerrado a finales de junio) cabe pespuntear algunos factores susceptibles de gravitar sobre la cita electoral del 27 de septiembre.
Se ha dicho que el actual proceso secesionista estar¨ªa dividiendo irreversiblemente por mitad a la sociedad catalana. La realidad parece ser m¨¢s compleja. Ciertamente, en un hipot¨¦tico e inminente refer¨¦ndum sobre la independencia, Catalu?a quedar¨ªa partida ¡ªen principio, y en el dudoso supuesto de que todo el electorado votase¡ª en dos (en el momento actual los opuestos a la secesi¨®n ser¨ªan algo m¨¢s numerosos que sus partidarios ¡ªen los sondeos, est¨¢ por ver si en las urnas¡ª).
Pero el dato sin duda m¨¢s revelador es que esa te¨®rica mitad secesionista quedar¨ªa reducida a menos del tercio de la poblaci¨®n total (concretamente al 29%) si la hipot¨¦tica consulta incluyera una alternativa intermedia entre el actual statu quo y la independencia que, apoyada por un 46%, ser¨ªa la clara vencedora (un adicional 17% optar¨ªa por mantener la situaci¨®n actual). Es decir, la fractura pol¨ªtica de Catalu?a en dos partes de similar tama?o parece m¨¢s circunstancial que esencial, y referida m¨¢s a un escenario imaginario que a uno real. Prueba de ello es que en unas elecciones que se quer¨ªan plebiscitarias (es decir, centradas en dos opciones contrapuestas) al final concurren siete formaciones diferentes.
Catalu?a no solo se articula, en el momento actual y por m¨¢s que haya quien se empe?e en ello, en torno a la cuesti¨®n soberanista. Sigue siendo una sociedad ampliamente compleja, con l¨ªneas de articulaci¨®n y fractura plurales y diversas.
La identidad catalana no est¨¢ en cuesti¨®n. El 84% de los catalanes (es decir, la pr¨¢ctica totalidad) afirma que, por su historia y cultura, su pa¨ªs tiene, realmente, unos rasgos caracter¨ªsticos propios que le dan un perfil peculiar y diferenciado dentro de Espa?a, por el que sienten un m¨¢ximo apego. Masivamente catalanista, la ciudadan¨ªa disiente sin embargo sobre lo que ese sentimiento de base implica. Una muy amplia mayor¨ªa (75% seg¨²n Metroscopia, algo menos ¡ª66%¡ª seg¨²n el CEO), expresa un sentimiento identitario incluyente: es decir, concilia su identidad catalana y espa?ola como sentimientos complementarios y compatibles, actitud que se registra de forma milim¨¦tricamente id¨¦ntica en todos los tramos de edad. Dicho de otro modo, catalanismo y secesionismo distan mucho de ir, inevitablemente, de la mano por m¨¢s empe?o que, desde algunos sectores, se haya puesto en ello.
Los secesionistas representan ahora, como hace ya muchos a?os, aproximadamente el 30% de la poblaci¨®n; un porcentaje sin duda sustancial, que constituye el n¨²cleo duro permanente del independentismo. A ellos han venido a sumarse, en estos ¨²ltimos a?os, un porcentaje adicional de neoindependentistas (entre el 15% y el 17% de la poblaci¨®n total): ciudadanos que han reconvertido su catalanismo en secesionismo muy recientemente y como reacci¨®n emocional ante lo que entienden como maltrato y desaires a Catalu?a por parte del Gobierno de Espa?a.
En el momento actual (y por expresarlo con terminolog¨ªa de Enric Juliana), esta periferia independentista propende a enfriarse, precisamente cuando el n¨²cleo duro, por el contrario, tiende a recalentarse (acerc¨¢ndose incluso al punto de fisi¨®n, que no de desaparici¨®n), y cuando empiezan a hacerse audibles posibles alternativas intermedias. El de los neoindependentistas es, probablemente, un secesionismo de ida y vuelta, no imposible de reconducir a un modelo federalizante de nuevo cu?o, si les es propuesto en serio.
En todo caso, por ahora (y aun aceptando que el proceso soberanista pueda haberse desinflado algo como cree un 54% de los catalanes, frente al 37%), el resultado de las elecciones del 27-S se presenta sumamente incierto. Por el momento, la ciudadan¨ªa catalana se muestra muy desigualmente motivada a apoyar a cada una de las siete opciones que concurren.
El hecho de que el objetivo subrepticio de la cita electoral sea un plebiscito sobre la independencia constituye un acicate para votar para el 88% de los votantes de Converg¨¨ncia, el 86% de los de ERC y el 79% de los de ICV; pero, en cambio, solo supone un incentivo para el 43% de los del PP, el 35% de los de Ciutadans y el 34% de los del PSC. Es decir, los no secesionistas ¡ªplurales y diversos, y poco dados a frentismos¡ª tienden, hasta ahora al menos, a desentenderse de una contienda electoral que, de no variar de actitud, podr¨ªan perder, en conjunto, m¨¢s por incomparecencia relativa que por falta de arraigo en la sociedad. Su derrota ser¨ªa, en realidad, la del pluralismo pol¨ªtico en la escena catalana, que pasar¨ªa a quedar formalmente dominada por el dualismo reductivista ¡°secesionismo s¨ª/secesionismo no¡±.
Contra lo hasta ahora proclamado por los integrantes de Junts pel S¨ª, los ciudadanos catalanes, tanto los favorables al secesionismo como los defensores de un catalanismo incluyente y plural, coinciden en repudiar la ¡°independencia expr¨¦s¡±: el 68% considera que el triunfo el 27-S del independentismo representar¨ªa exclusivamente un mandato ciudadano para negociar con el Gobierno espa?ol los t¨¦rminos y modos de la independencia, y no una carta blanca para proceder, sin m¨¢s, a proclamarla (como opina un minoritario 24%). El 63% de los catalanes (y el 82% del resto de los espa?oles) piensa ahora que, en realidad, la independencia constituye una meta inalcanzable.
Por ¨²ltimo, ocurre que media Catalu?a se siente mal informada sobre las consecuencias reales que podr¨ªa suponer la independencia, lo cual resulta alarmante. Y la otra media, que se cree informada, en realidad no lo est¨¢ ¡ªlo que sin duda es aun peor¡ª.
Parecer¨ªa hora de sustituir el (?prudente?) silencio de una parte, y las meras proclamas propagand¨ªsticas de otra por un hasta ahora in¨¦dito debate, honesto y sosegado, con datos y sin emociones, que hiciera honor, como merece nuestra sociedad, a la exigencia de virtud ciudadana que expresara Montesquieu: ¡°Ser veraz en todo, incluso sobre la propia patria. Todo ciudadano est¨¢ obligado a morir por su patria, pero nadie est¨¢ obligado a mentir por ella¡±.
Jos¨¦ Juan Toharia fue catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la UAM y es presidente de Metroscopia
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