Un verano sangriento
17 mujeres y 8 ni?os han muerto por violencia dom¨¦stica en dos meses. Las agresiones se ampl¨ªan a madres e hijos de homicidas con un total de 33 muertes en el est¨ªo

Carlos Alberto Soler, exvigilante de seguridad y parado de larga duraci¨®n de 38 a?os, estaba pasando unos d¨ªas de vacaciones en casa de su madre, junto a su hijo, Carlos, de 7 a?os, y Cristina, de 14, la hija de quien ¡ªproceso de divorcio mediante¡ª se estaba convirtiendo en su exmujer. Todos en una casa de campo, una finca en las afueras de Villajoyosa (Alicante). El peque?o al principio no ten¨ªa ganas de ir y por eso lo acompa?¨® su hermana mayor. El pasado 30 de junio Carlos Alberto se levant¨® temprano. Ten¨ªa todo preparado: la gasolina, la bombona de butano, y ya le hab¨ªa mandado esas cartas rabiosas a sus amigos y familiares cont¨¢ndoles lo mala que era To?i, la que hasta ese mismo d¨ªa ser¨ªa su esposa, porque a primera hora de la tarde deb¨ªan ir a firmar el divorcio.
Con las primeras luces del d¨ªa, cuchillo en mano, fue habitaci¨®n por habitaci¨®n y degoll¨® a su hijo primero, a la hermana despu¨¦s y a su propia madre. Les apu?al¨® a los tres: ¡°Con ensa?amiento¡±, revelan fuentes de la investigaci¨®n. Luego cerr¨® con llave la puerta de la casa por dentro y provoc¨® una tremenda explosi¨®n de gas, y el consecuente incendio. Muri¨® ¡°asfixiado y quemado¡±. Todos creyeron que un fuego traidor en un caluroso d¨ªa estival hab¨ªa destrozado una familia. Pero no.
Aquella fuerte deflagraci¨®n que alert¨® a los bomberos hacia las diez y media de la ma?ana, aparte de esconder tres asesinatos y un suicidio, marc¨® el inicio de uno de los veranos m¨¢s sangrientos que se recuerdan en Espa?a. En solo dos meses han muerto 16 mujeres a manos de sus exparejas y 8 ni?os han sido asesinados por sus progenitores, adem¨¢s tres madres por sus hijos, el novio de una de las mujeres asesinadas y la amiga de otra. Cuatro agresores se han suicidado y han sido 18 los detenidos. En total, 33 muertes en 60 d¨ªas, con el com¨²n denominador de la violencia dom¨¦stica y la brutalidad de unos cr¨ªmenes caseros, en un a?o en el que el Ministerio de Asuntos Sociales tiene registradas 25 v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero y ocho en investigaci¨®n, y recientemente los grupos de la oposici¨®n han pedido un pacto de estado para tratae de acabar con esa lacra.
La ira que impulsa la venganza
Revisar los cr¨ªmenes contra las mujeres y los ni?os de este verano es algo desolador. El asesino ha matado quemando, disparando, cortando a machetazos o motosierra, mediante el atropello, el deg¨¹ello o el estrangulamiento, y en el ¨²ltimo caso conocido una mujer en Ibiza se ha librado por los pelos de ser arrojada al vac¨ªo por su expareja. Se desprende de esta letan¨ªa homicida que es el hombre el verdugo; las mujeres de este verano, como es lo m¨¢s habitual, cuando han matado han actuado contra sus hijos, y suelen ser casos donde hay graves problemas mentales o situaciones de indigencia personal, donde 'sobra' un ni?o y ¨¦ste es eliminado al poco de nacer.
En Criminolog¨ªa clasificamos a los cr¨ªmenes de tres o m¨¢s personas a la vez como 'homicidios m¨²ltiples en un solo acto', y en esta categor¨ªa se incluyen tambi¨¦n los familicidas, sujetos que matan a varios miembros de su familia, normalmente la pareja (o expareja) e hijos, pero en ocasiones se incluyen padres y suegros, u otros familiares que se encontraban en el lugar de los hechos y formaron parte de la ira del agresor. Ha sido la frecuencia de estos homicidios m¨²ltiples lo que nos ha dejado at¨®nitos este verano, particularmente la presencia de ni?os peque?os asesinados, algunos de ellos con extrema crueldad como el de Mora?a, cuya falta de piedad resulta casi inveros¨ªmil.
He hablado de la ira y ¨¦sta es la emoci¨®n esencial para comprender estos hechos. Todos estos cr¨ªmenes aparentemente incomprensibles son el producto de tres factores esenciales. El primero es la venganza, impulsada por la ira y el deseo de castigar. El sujeto siente que su pareja, por su forma de tratarle, o por insistir en abandonarle, le ha inferido una herida psicol¨®gica extrema, que requiere de una respuesta definitiva que le sirva de b¨¢lsamo para su ego herido. El segundo factor es una personalidad narcisista o dependiente que se asienta en una incapacidad b¨¢sica para el amor maduro. El tercero es un detonante o punto l¨ªmite que prende con facilidad el crimen ante v¨ªctimas accesibles sin protecci¨®n.
Incluir a los hijos es la mayor prueba de esa venganza, y cuando el asesino se suicida es prueba de que a la ira se suma la desesperaci¨®n: "no puedo soportar lo que me haces, t¨² y los ni?os est¨¢is condenados, yo incluido". Estos hombres no saben amar, pero matar¨¢n ante la ofensa imperdonable.
Vicente Garrido es profesor de Criminolog¨ªa de la Universidad de Valencia, y autor de Perfiles Criminales (Ariel).
Agentes de la Guardia Civil descubrieron las m¨²ltiples heridas de arma blanca en los cuerpos de los ni?os y de la mujer, de 66 a?os. Carlos Alberto era el ¨²nico que no ten¨ªa esas se?ales. To?i, una empleada de la limpieza que quedaba doblemente viuda tras el suceso y doblemente desgraciada, se enteraba de lo ocurrido en Guadalupe (Murcia), su pueblo de origen. Donde se cas¨® con Carlos Alberto despu¨¦s de quedarse sin marido, sola y con dos hijos. Donde convivieron en una casa de protecci¨®n oficial cercana a la iglesia. Luego vino la crisis, y las depresiones y los agobios. Los ¡°meses malos¡±. Los ¡°ataques de celos¡±. Los pensamientos de separaci¨®n. Primero ¨ªntimos y luego compartidos. Pero nadie oy¨® un grito. Nadie vio un mal modo.
El patr¨®n se repet¨ªa. Un hombre ¡°tranquilo¡± transformado en asesino m¨²ltiple un martes de junio. Un padre despiadado que quiso morir matando a sus propios hijos para causar el mayor da?o posible. Un kamikaze dom¨¦stico.
Carlos Alberto Soler era solo el primero de esos hombres ¨¢vidos de venganza en el est¨ªo m¨¢s abrasador que se recuerda en Espa?a en los ¨²ltimos 40 a?os. Tres d¨ªas m¨¢s tarde de aquel triple crimen, la tarde del viernes 3 de julio hacia el mediod¨ªa, Arturo Dominguez, de 37 a?os y de profesi¨®n cazador, se acercaba a la casa de los padres de Beatriz Rodr¨ªguez, camarera, su expareja desde hac¨ªa unos meses y madre de su hijo de 8 a?os. La joven de 30 a?os llevaba desaparecida desde la noche anterior, cuando sali¨® de trabajar en el restaurante A Vila de Vilar (Pontevedra) acompa?ada de su novio, Sergio Rodr¨ªguez, de 36 a?os y tambi¨¦n desaparecido desde la noche de ese jueves. Fueron vistos en su coche y despu¨¦s nada. ¡°?Sab¨¦is algo?, ?la han encontrado?¡±, pregunto Arturo al llegar a la casa de sus exsuegros. ¡°Nada¡±. ¡°A ver si aparecen muertos por ah¨ª y me echan la culpa a m¨ª¡±, dijo.
Desde la separaci¨®n ¡°la segu¨ªa¡±, la acechaba como a sus presas, seg¨²n fuentes de la investigaci¨®n. Pero aquella noche sali¨® a cazarla. Les esper¨® en el monte A Telleira (Arbo), donde muchas parejas acuden a disfrutarse en sus coches ocultas por la oscuridad. Les pill¨® in fraganti. Desnudos. Ella recibi¨® el disparo de la escopeta en la cara. ?l, en el pecho. As¨ª fueron encontrados los cuerpos de los enamorados m¨¢s tarde. La Guardia Civil detuvo al rato a Arturo, que hab¨ªa manifestado incongruencias en su declaraci¨®n como testigo. Lo acusaron del doble asesinato. ?l se declar¨® inocente. El arma nunca se encontr¨®. El juez decret¨® prisi¨®n incondicional para el acusado. La investigaci¨®n sigue en curso. Nadie esperaba en Pontevedra que se abriese otra m¨¢s cruenta d¨ªas despu¨¦s.
El 9 de julio, los vecinos de la calle de los Huertos de Arganda del Rey (Madrid) se topaban en plena noche con una escena dantesca. El cuerpo de un hombre de unos 30 a?os colgaba del cuello por la reja de una ventana. Los municipales acudieron a las llamadas de alerta y, al abrir la puerta del domicilio, se encontraron la segunda parte: una mujer de 24 a?os yac¨ªa degollada en la sala. Eran pareja. Ambos rumanos. S¨ª se oyeron gritos y golpes, pero nadie lleg¨® a tiempo.
A los 20 d¨ªas, despu¨¦s de que una mujer en Mejorada del Campo (Madrid) tirase a su beb¨¦ reci¨¦n nacido en un contenedor de basura sin que sufriese da?os milagrosamente, el concejal de Esquerra Unida de Serra (Valencia), Marcos Cabo, corr¨ªa a pedir socorro a la polic¨ªa local porque hab¨ªa fuego en su casa, una quinta planta en el centro del pueblo. Sin embargo, en su precipitado camino en la furgoneta de su empresa de jardiner¨ªa que conduc¨ªa su propia hija mayor, no dijo en ning¨²n momento que su mujer estaba dentro de la casa. Incluso, cuando un vecino le brind¨® ayuda para usar una manguera, la despreci¨®. Dolores Moya, de 45 a?os y exportavoz de la misma formaci¨®n que su esposo, fue hallada muerta en la ba?era, adonde trat¨® de llegar despu¨¦s de que su pareja la rociase con gasolina y le prendiese fuego en el sal¨®n de la vivienda que hasta entonces compartieron. A los dos d¨ªas la enterraban en el cementerio de la localidad y el edil y sus cuatro hijos -de entre 12 y 23 a?os- recib¨ªan all¨ª un sentido p¨¦same de gran parte del pueblo. Sin embargo, aquel olor a gasolina se hab¨ªa quedado impregnado en la nariz de los bomberos y los agentes que acudieron a sofocar el incendio. Y una semana m¨¢s tarde deten¨ªan al concejal de 42 a?os acusado del asesinato de su mujer. "Te voy a quemar a ti y a la casa", la amenaz¨® en m¨¢s de una ocasi¨®n, seg¨²n fuentes de la investigaci¨®n. Dicho y hecho.
Todos sab¨ªan que las cosas iban mal en la pareja. "Mi matrimonio est¨¢ roto", le hab¨ªa confesado ella a sus familiares, poco tiempo despu¨¦s de comenzar a plantearse el divorcio. Cabo, que hab¨ªa sido expedientado en su trabajo en la polic¨ªa local y que se buscaba la vida con trabajos de jardiner¨ªa, ingres¨® en la c¨¢rcel de Picassent y, a los pocos d¨ªas, en una celda de Enfermer¨ªa, se lio una s¨¢bana al cuello y se ahorc¨®. No ser¨ªa el ¨²nico que usar¨ªa el fuego como arma en un verano criminal.
Terminaba el mes de julio. Un le¨®n africano llamado Cecil copaba la atenci¨®n a escala planetaria. El mundo entero, con Estados Unidos a la cabeza, buscaba al cruel cazador que hab¨ªa dado muerte a todo un s¨ªmbolo de Zimbabue. Pero el ¨²ltimo d¨ªa, el 31, iba a cerrarse con tres brutales cr¨ªmenes consecutivos que cambiar¨ªan el curso informativo en un mes negro de muertes por violencia de g¨¦nero.
Gemma V., de 33 a?os, llevaba unos meses viviendo en casa de su madre tras separarse de su pareja, en Palma. Aquel viernes ¨¦l lleg¨® de madrugada, posiblemente bebido. Cogi¨® un cuchillo jamonero y le reban¨® el cuello. Despu¨¦s se qued¨® pegado a ella, viendo c¨®mo se desangraba a su lado, hasta que lleg¨® la madre y se encontr¨® a su hija muerta junto a su exyerno ebrio. Eran las 4.20 horas de la madrugada. Cuatro horas m¨¢s tarde un hombre matar¨ªa a martillazos a su madre en su casa de Madrid. Y poco despu¨¦s, David Oubel, agente de la inmobiliaria Gaubica de Caldas de Reis (Pontevedra) de 40 a?os, se levantaba de la cama. Ten¨ªa ya lista la sierra radial que hab¨ªa comprado hac¨ªa d¨ªas en la ferreter¨ªa de Eladio por 60 euros. Amanec¨ªa en Mora?a (Pontevedra), a unos 90 kil¨®metros de Arbo. Prepar¨® el desayuno para sus hijas. Posiblemente -y a la espera de los resultados de la autopsia-- les puso alg¨²n sedante en la leche. Era el ¨²ltimo d¨ªa que estaban juntos porque al d¨ªa siguiente tendr¨ªa que devolv¨¦rselas a Roc¨ªo Vieitez, su exmujer. Hac¨ªa dos a?os que no eran pareja y ¨¦l --m¨¢s o menos-- ya hab¨ªa salido del armario. Ten¨ªa un novio en una localidad vecina que ya conoc¨ªan tambi¨¦n las ni?as. Despu¨¦s de desayunar hizo un par de llamadas. Una a su exmujer y otra a la Guardia Civil con id¨¦ntico mensaje: "Voy a matar a mis hijas y luego me suicidar¨¦ yo". A continuaci¨®n se dirigi¨® primero a la habitaci¨®n donde dormitaba su hija peque?a de cuatro a?os, Amaia, y le seg¨® el cuello. Despu¨¦s busc¨® a su hija mayor, de nueve a?os, Candela. Hizo lo mismo. Luego se lesion¨® superficialmente. Pas¨® fugazmente por el hospital y fue directo a la prisi¨®n de A Lama y despu¨¦s, por su propia seguridad, a la de Le¨®n.
El pa¨ªs entero estaba conmocionado por la sucesi¨®n de cr¨ªmenes de violencia machista en un solo mes cuando la tragedia se mascaba en Castelldefels. All¨ª viv¨ªa, en un chalet, la segunda familia del ingeniero uruguayo Ricardo Blanco de 61 a?os. Las fiestas de d¨ªas enteros eran conocidas en el vecindario, al igual que las broncas con Maryna, su pareja de origen bielorruso de 45 a?os, y las desconsoladas llantinas de sus dos hijos, Maxi y Michelle, de 12 y 7 a?os en el patio. Los esc¨¢ndalos y los gritos hab¨ªan llegado en decenas de ocasiones mucho m¨¢s all¨¢ del vecindario, y el matrimonio se hab¨ªa convertido en conocido tanto para la polic¨ªa local como para los Mossos d'Esquadra. Pero nadie pens¨® en que el 5 de agosto de buena ma?ana, mientras todos dorm¨ªan, Blanco iba a levantarse de la cama, iba a coger su arma y, con tremenda determinaci¨®n, iba a matar uno por uno a los miembros de su familia, empezando por su mujer y terminando por la peque?a. Despu¨¦s de llevarse a todos por delante, se sentar¨ªa en el sof¨¢ del sal¨®n y se descerrajar¨ªa un ¨²ltimo tiro para acabar con su propia vida.
La atenci¨®n sobre Castelldefels, aunque regresar¨ªa d¨ªas m¨¢s tarde, dur¨® poco. El jueves 6 de agosto, un d¨ªa despu¨¦s de que un menor de 17 a?os degollase a su madre en Rub¨ª (Barcelona), se perd¨ªa la pista de dos chicas en Cuenca, Laura del Hoyo y Marina Okarynska, de 24 y 26 a?os. Lo que pudo parecer una escapada juvenil de dos amigas se convirti¨® en un doble crimen que llevar¨ªa a Espa?a entera hasta Lugoj, Ruman¨ªa, detr¨¢s de un seat Ibiza verde, el del presunto homicida. Los pormenores del doble asesinato son a¨²n desconocidos porque sobre el caso se cierne el secreto de sumario. Sergio Morate, exnovio de Marina de 31 a?os, se convert¨ªa en el hombre m¨¢s repudiado, a quien su propia familia le deseaba que le encerrasen para siempre. Y, al mismo tiempo, en el m¨¢s buscado durante una semana. La polic¨ªa sigui¨® sus pasos por toda Espa?a y parte de Europa hasta que se ocult¨® en el apartamento de un antiguo compa?ero de prisi¨®n rumano, Itsvan H, donde lo detuvo la polic¨ªa rumana. A ¨¦l se le atribuye la muerte de las dos j¨®venes, a las que supuestamente estrangul¨® y despu¨¦s enterr¨® en cal viva junto a una poza del nacimiento del r¨ªo Hu¨¦car, en el pueblo de sus padres, Palomera, a 9 kil¨®metros de las casas colgadas. Sus cuerpos fueron encontrados por un paseante cinco d¨ªas despu¨¦s de que sus familias denunciasen su desaparici¨®n. Laura, que solo fue a acompa?ar a su amiga a recoger unas cosas que ten¨ªa en la casa de su exnovio, encontr¨® la muerte con ella, aunque no entrar¨¢ en las estad¨ªsticas de las v¨ªctimas de la violencia de g¨¦nero.
La b¨²squeda de las dos chicas eclips¨® por completo el asesinato de Laura Gonz¨¢lez, de 27 a?os, que muri¨® abrasada despu¨¦s de que su exnovio, David Batista (30), la rociase con l¨ªquido inflamable y le prendiese fuego el 10 de agosto en el supermercado donde trabajaba de dependienta en la isla de La Palma. Tambi¨¦n qued¨® oscurecido --por segunda vez en una misma semana-otro crimen machista en la poblaci¨®n catalana Castelldefels. No se hab¨ªan recuperado de la consternaci¨®n por el asesinato m¨²ltiple, cuando el barrio de Can Vinader se desperezaba el 12 de agosto con los tremendos gritos de una mujer de 44 a?os a la que su expareja estaba matando a machetazos en plena calle. La esper¨® a la puerta de su casa. Su actual pareja no pudo hacer nada por salvarle la vida. Los vecinos fueron los que atraparon a su agresor, quien presumiblemente pudo ser tambi¨¦n el causante de un incendio previo de su casa y de su coche.
Dos d¨ªas m¨¢s tarde, en una especie de extra?o y delirante rito, una mujer degollaba a su beb¨¦ en un altar de la capilla del cementerio de La Villa de Don Fadrique (Toledo). Y cuatro d¨ªas m¨¢s tarde un hombre de 72 a?os se liaba a hachazos con su mujer de 68 en Armilla (Granada). Y por si no hubiese sido suficientemente sangriento el verano, se esclarec¨ªan dos casos que incrementaban la cruenta estad¨ªstica de violencia machista. Se descubr¨ªa que Leire --de 34 a?os, madre de dos hijos y en tr¨¢mite de separaci¨®n--, la mujer que hab¨ªa aparecido atropellada el 8 de agosto en una cuneta de Bilbao sin que se supiese nada del conductor, en realidad hab¨ªa sido presuntamente asesinada por su expareja, que se tir¨® al tren en cuanto sinti¨® el aliento de la polic¨ªa en el cogote. Est¨¢ muy grave en el hospital de Cruces. Y, por ¨²ltimo, se hallaba el cuerpo sin vida de la dominicana Sandra Garc¨ªa Geraldino en Utrecht (Holanda), adonde su expareja se hab¨ªa llevado a las dos hijas gemelas que compart¨ªan. Ella se fue a buscarlas un d¨ªa desde Sabadell, donde resid¨ªa, y nunca regres¨®.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
