M¨¢s seny y menos astucia
Deber¨ªamos encontrar f¨®rmulas de convivencia en las que todos los pueblos de Espa?a se sientan c¨®modos
Espa?a y Catalu?a han conseguido juntas a lo largo de su historia niveles de libertad, prosperidad y seguridad especialmente significativos durante el periodo que se inici¨® con la Constituci¨®n de 1978 y que tuvo como hito importante nuestra incorporaci¨®n a la Uni¨®n Europea en 1986. El r¨¦gimen de libertades, que disfrutamos hoy todos los espa?oles, ha tenido mucho que ver en este desarrollo y bienestar que actualmente compartimos.
Como hemos se?alado desde el C¨ªrculo de Empresarios en una reciente declaraci¨®n institucional, en este proceso Catalu?a ha estado siempre a la vanguardia. Su papel dinamizador ha prestado servicios de gran valor y ha servido con frecuencia de ejemplo. Por eso, ahora que empezamos a salir juntos de una profunda crisis, y que se observan signos esperanzadores de recuperaci¨®n econ¨®mica y recomposici¨®n institucional, sorprende la deriva independentista promovida por algunos l¨ªderes catalanes.
Esta deriva, absurda e inoportuna, adem¨¢s de suponer una ruptura flagrante de la legalidad, conllevar¨ªa un grave perjuicio para todos, especialmente en un mundo cada vez m¨¢s competitivo y complejo que exige colaboraci¨®n y unidad para hacer frente a sus desaf¨ªos. La Corona, como s¨ªmbolo de unidad de Espa?a, nos ha se?alado recientemente el camino del futuro con un ejemplar proceso de renovaci¨®n muy gratificante y aleccionador.
Las cercanas elecciones generales, si bien producir¨¢n un arco parlamentario m¨¢s complejo, posibilitar¨¢n un proceso de revisi¨®n y actualizaci¨®n de nuestras reglas de convivencia, que al requerir de nuevo un amplio consenso, pueden propiciar un renovado impulso vertebrador de toda la sociedad.
Es cierto que antes del comienzo de esta deriva rupturista, ya exist¨ªan tensiones entre el Gobierno central y el auton¨®mico. En aquel escenario, cada parte ten¨ªa sus razones y probablemente desde el lado de la Generalitat las habr¨ªa de peso pero, como todos sabemos, el contexto econ¨®mico cercano al rescate no propiciaba un ambiente adecuado. Aun en el supuesto de que la Generalitat tuviera raz¨®n, cuando uno tiene raz¨®n hay que procurar no perderla y el que se sale de la ley pierde todas las razones¡
Los poderes centrales no han gestionado bien los sentimientos y, por desconocimiento o torpeza, han facilitado la astuta manipulaci¨®n de las emociones en Catalu?a, generando adhesiones a quienes se inclinan por la secesi¨®n. En ese estado emocional, se han enviado se?ales err¨®neas a la sociedad catalana, ocultando las ventajas de la uni¨®n y mostrando un escenario de secesi¨®n id¨ªlico carente de problemas.
Como consecuencia de esta din¨¢mica disparatada nos encontramos con un partido crucial en Catalu?a en los ¨²ltimos 40 a?os, Converg¨¨ncia i Uni¨®, dinamitado, la sociedad catalana desgarrada y un panorama de desafectos en los que buena parte de la energ¨ªa se emplea en peleas est¨¦riles.
Entre las cuestiones que m¨¢s influyen en el progreso de los pueblos est¨¢n la seguridad jur¨ªdica y la calidad institucional. Una aventura que arranca de un desaf¨ªo manifiesto a la legalidad de un pa¨ªs democr¨¢tico no parece la mejor carta de presentaci¨®n ante la comunidad internacional.
Hay muchas cosas que ajustar en el modelo de relaciones entre el Estado central y las diferentes autonom¨ªas. Discutamos, hablemos y acordemos los cambios necesarios para mejorar ese modelo de relaci¨®n de la Espa?a auton¨®mica, de manera que todo el mundo se sienta c¨®modo y seguro. Pero, hag¨¢moslo con menos astucia y m¨¢s seny... y, por supuesto, dentro del marco legal.
No cabe duda que en un r¨¦gimen democr¨¢tico como el que con tanto esfuerzo hemos logrado, deber¨ªamos encontrar f¨®rmulas de convivencia en las que todos los pueblos de Espa?a se sientan c¨®modos. Lo hicimos en la Transici¨®n, pasando de la ley a la ley a trav¨¦s de la ley, en un tr¨¢nsito enormemente m¨¢s complejo. Con la muy mejorada situaci¨®n que tenemos hoy d¨ªa, ?no vamos a poder hacer algo parecido?
Buena parte de los espa?oles estamos decepcionados con muchos de los comportamientos de algunos partidos pol¨ªticos, pero ese enfado no puede traducirse en acciones irracionales, sino en movimientos pol¨ªticos y civiles que impulsen la regeneraci¨®n democr¨¢tica y la reconstrucci¨®n de un marco institucional de calidad y estable para relanzar un proyecto de progreso, justicia y libertad. En ese camino, creo firmemente que la sociedad civil est¨¢ llamada a jugar un importante papel en esta dif¨ªcil coyuntura, aportando ideas y facilitando consensos.
Con seguridad nuestra admirada sociedad catalana indicar¨¢ a sus l¨ªderes el camino a seguir y que despu¨¦s del 28 de septiembre, con inteligencia y generosidad, iniciaremos un proceso de recomposici¨®n de afectos y relaciones entre catalanes y de los catalanes con el resto de espa?oles, concentr¨¢ndonos en el crecimiento de la econom¨ªa y del empleo y en el mayor desarrollo y bienestar de la sociedad espa?ola, objetivos prioritarios de todo pol¨ªtico responsable.
Javier Vega de Seoane es presidente del C¨ªrculo de Empresarios.
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