Arag¨®n, el Ohio espa?ol
Once soci¨®logos y polit¨®logos desgranan en un libro las tendencias del voto en Espa?a
Desde las presidenciales de 1964, el candidato que vence en el estado de Ohio acaba siendo presidente de Estados Unidos. Un particular fen¨®meno que se reproduce en Espa?a, donde desde 1977, quien gana en Arag¨®n gana La Moncloa. El partido vencedor en las provincias de Teruel, Zaragoza y Huesca en las elecciones generales siempre ha coincidido con el partido vencedor a nivel nacional. Tiene un sentido: en el caso de Arag¨®n, ocurre porque la comunidad es una Espa?a en peque?ito, donde adem¨¢s de los tradicionales partidos estatales hay partidos regionales de centro derecha y de izquierda de un peso mediano, y porque sus tres circunscripciones electorales combinan una grande y dos peque?as, que vienen a suponer un microcosmos del universo nacional. La tesis es de un grupo de once soci¨®logos y polit¨®logos que acaba de publicar un libro, Arag¨®n es nuestro Ohio (Malpaso ediciones), en el que desgranan las tendencias de voto en Espa?a desde la Transici¨®n.
Arag¨®n les sirve de punto de partida para trazar una radiograf¨ªa de las principales caracter¨ªsticas de los votantes en Espa?a y desmontar muchos mitos instalados en el debate p¨²blico. Como que la Ley D'Hont lastra a los partidos peque?os a la hora de obtener representaci¨®n. El verdadero problema se encuentra, sin embargo, en la composici¨®n de las circunscripciones electorales. La mitad del Congreso procede de circunscripciones peque?as, que eligen siete representes o menos, lo que hace pr¨¢cticamente imposible que partidos con menos del 10% de los votos obtengan esca?os, ya sea con Ley D'Hont o sin ella. A los minoritarios les castigan, por tanto, los distritos peque?os.
Otro mito: los votantes de izquierdas son los que m¨¢s se abstienen. En realidad, hay una mayor predisposici¨®n a no votar entre los votantes de centro y aquellos que no declaran ideolog¨ªa, que suman alrededor del 40% de los electores. Frente al t¨®pico de la sociedad descre¨ªda, otra verdad incuestionable que no es cierta: los espa?oles son m¨¢s exigentes con la democracia que los ciudadanos de pa¨ªses similares geogr¨¢fica, cultural y socioecon¨®micamente. Por ejemplo, con sus mayores expectativas que anglosajones y escandinavos sobre la capacidad de la pol¨ªtica para reducir la brecha entre ricos y pobres.
Los autores, Jos¨¦ Fern¨¢ndez-Albertos, Amparo Gonz¨¢lez Ferrer, Ignacio Jurado, Victor Lapuente Gin¨¦, Sebasti¨¢n Lavezzolo, Sandra Le¨®n, Ferr¨¢n Mart¨ªnez i Com¨¢, Llu¨ªs Orriols, Alberto Penad¨¦s, Marta Romero e Ignacio Urquizu, han buscado dibujar una foto de c¨®mo ha evolucionado el votante en Espa?a, ante los an¨¢lisis pol¨ªticos "cortoplacistas" que imperan en el debate p¨²blico, explicaron en la presentaci¨®n del libro este jueves, en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid.
Ahora bien, "las placas tect¨®nicas del comportamiento electoral se est¨¢n moviendo", reconoci¨® la polit¨®loga Sandra Le¨®n, que si bien defendi¨® que as¨ª sea y que haya votantes "promiscuos" porque obligan a los pol¨ªticos a trabajar para contentarles. "Es bueno para la democracia que haya volatilidad", concluy¨® la profesora de a Universidad de York (Reino Unido).
Los votantes j¨®venes tendr¨¢n un papel crucial en la definici¨®n de ese nuevo escenario. Mayoritariamente prefieren a los partidos nuevos, e ideol¨®gicamente se identifican con la etiqueta "liberal" frente a la de "progresista" o "conservador".? Hasta ahora la sociedad espa?ola se ha situado en el centro- izquierda, y la ideolog¨ªa ha sido en Espa?a el principal predictor de voto. Si eso cambia, Arag¨®n podr¨ªa dejar de ser nuestro Ohio.
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