El matrimonio en Espa?a es solo cuesti¨®n de tiempo
Cada vez m¨¢s parejas viven en uniones de hecho, pero la mayor¨ªa se acaban casando
Cada vez hay m¨¢s parejas de hecho en Espa?a, pero buena parte de ellas acaban, tarde o temprano, casadas. Por eso el matrimonio resiste como principal forma de convivencia a pesar de su enorme p¨¦rdida de popularidad entre las generaciones m¨¢s j¨®venes. Un 48% pasa por el altar o el juzgado en los 10 a?os siguientes al inicio de su primera convivencia; otro 19% se separa y el tercio restante contin¨²a de la misma manera, seg¨²n un estudio reci¨¦n publicado en la Revista Espa?ola de Investigaciones Sociol¨®gicas. "En Espa?a, la transici¨®n al matrimonio, aunque precedida por la formaci¨®n de una uni¨®n consensual, es solo cuesti¨®n de tiempo", dice la autora del trabajo, Tha¨ªs Garc¨ªa Pereiro, profesora de la Universidad italiana de Bari Aldo Moro.
En un proceso de valoraci¨®n entre coste y beneficio, las facilidades fiscales y administrativas y las seguridades legales marcan en gran medida la decisi¨®n de casarse, sobre todo, tras la llegada de los hijos. Antes de los 30 a?os, menos de la mitad de las parejas est¨¢n casadas (45%); pero si aumentamos la edad de referencia hasta los 40 a?os, los matrimonios representan dos tercios, seg¨²n los ¨²ltimos datos (de 2011) de la oficina europea de estad¨ªstica Eurostat. En el contexto continental, Espa?a est¨¢ hacia la mitad de la tabla, tirando m¨¢s a la zona donde mejor aguanta el matrimonio, lejos de pa¨ªses como Suecia o Francia, donde el 46% y el 52%, respectivamente, est¨¢n casadas; y bastante por debajo de Malta, Croacia, Grecia o Polonia, donde lo est¨¢n nueve de cada 10.? ?
"Al final, no es que la gente en Espa?a ya no se case, la mayor parte lo hace pero a edades m¨¢s tard¨ªas y aprovecha el tiempo de la transici¨®n para poner 'a prueba' su relaci¨®n. Este no es un fen¨®meno nuevo en Europa, esta tendencia ha sido observada tambi¨¦n en Francia, Alemania y Hungr¨ªa. La diferencia est¨¢ en la transformaci¨®n de las cohabitaciones con el paso del tiempo", explica Garc¨ªa Pereiro. El trabajo que ha dirigido, La evoluci¨®n de la primera cohabitaci¨®n de las mujeres en Espa?a: ?cambio o estabilidad?, ha analizado la biograf¨ªa amorosa de 1.500 mujeres recogida en La encuesta de Fecundidad y Valores en la Espa?a del Siglo XXI, hecha en 2006 por el CIS y el CSIC.?
¡°Realidad burocr¨¢tica¡±?
Cuando los madrile?os Lorena S¨¢nchez y Pablo Piris se fueron a vivir juntos a los 24 a?os, ni por un momento se plantearon casarse: ¡°Solo quer¨ªamos independizarnos y disfrutar de la vida en pareja¡±, cuenta Lorena. Sin embargo, acabaron dici¨¦ndose ¡°s¨ª quiero¡± tras una d¨¦cada de convivencia y dos a?os despu¨¦s del nacimiento de su hijo. La ¡°realidad burocr¨¢tica¡± fue lo que les empuj¨®. Una realidad que les multiplicaba tr¨¢mites y trabas a la hora de hacer cualquier gesti¨®n relacionada con su chaval. Algo m¨¢s del 80% de las parejas menores de 40 que tienen un hijo est¨¢n casadas, frente a poco m¨¢s del 50% de las que no tienen descendencia. ¡°No celebramos la boda. De hecho, para nosotros aquel d¨ªa no es una fecha se?alada; lo es el d¨ªa que nos conocimos¡±, cuenta S¨¢nchez.
¡°Son peque?as cosas que vas viendo y se van acumulando¡±, a?ade Sergio, valenciano de 35 a?os. ¡°Haces la declaraci¨®n y resulta que hay m¨¢s rebaja si est¨¢s casado; en el gimnasio no puedes coger el bono familiar, operan a tu pareja y con los d¨ªas de permiso te pasa lo mismo... As¨ª que al final dices: estamos juntos, estamos bien, pues nos casamos¡±. En la boda de Sergio y Flora, en 2013 tras siete a?os de convivencia, no hubo anillos.
En un contexto de independencia econ¨®mica, en la mayor¨ªa de los casos, de ambos miembros de la pareja, y de aceptaci¨®n social generalizada de las distintas formas de convivencia, las decisiones se toman, teorizan los expertos, bajo criterios de coste-beneficio. Y razones hay tantas como personas, desde las m¨¢s concretas y burocr¨¢ticas hasta las m¨¢s simb¨®licas, como ¡°aumentar el grado de compromiso como pareja, dar un paso m¨¢s en la relaci¨®n¡±, explica el profesor de Sociolog¨ªa de la UNED Juan Ignacio Mart¨ªnez.
Esto tambi¨¦n funciona en sentido contrario, es decir, para decidir no casarse porque se huye de ese mayor nivel de compromiso o porque existe una especie de rechazo militante hacia la instituci¨®n del matrimonio. En estos casos, hay un paso intermedio: registrarse como pareja de hecho. Esto da algunas de las ventajas del matrimonio (los derechos y obligaciones con respecto a los hijos, por ejemplo) pero otras no (los beneficios fiscales) y adem¨¢s cada comunidad tiene una legislaci¨®n distinta.
Caminos reversibles
Los especialistas coinciden, en todo caso, en que el matrimonio seguir¨¢ perdiendo fuelle; la tasa de nupcialidad en Espa?a pas¨® de 7,2 bodas por cada 1.000 habitantes en 1976 a 5,42 en 2000 y a 3,3 en 2013. Pero las predicciones se hacen harto arriesgadas en un contexto de perfiles de relaciones ¡°heterog¨¦neos, m¨²ltiples y, m¨¢s importante a¨²n, reversibles¡±, en palabras de Tha¨ªs Garc¨ªa Pereiro. Reversibles porque, si el 19% de las primeras convivencias acaban en ruptura despu¨¦s de 10 a?os, buena parte de los que se casan tambi¨¦n acabar¨¢n divorciados: de 2005 a 2014 hubo en Espa?a 1,3 divorcios por cada dos bodas, seg¨²n los datos recogidos en el INE.
Y tanto unos como otros probablemente volver¨¢n a tener relaciones en las que se casar¨¢n de nuevo. O se unir¨¢n de hecho. O tal vez abrazar¨¢n esa otra forma de relaci¨®n que los expertos han llamado living apart together (vivir juntos pero separados), esto es, una pareja estable que vive cada uno en su casa, que tradicionalmente protagonizaban sobre todo los j¨®venes que todav¨ªa no hab¨ªan podido emanciparse, pero que hoy tambi¨¦n practican muchas ¡°mujeres de mediana edad, independientes laboralmente y con hijos¡±, seg¨²n un estudio de 2011 del profesor de la Universidad de M¨¢laga Luis Ayuso.
¡°Tenemos que aprender a valorar la diversidad en todas sus formas y premiar las decisiones de pareja tomadas con plena libertad, independientemente de cu¨¢les sean. Nuestro Estado de bienestar tendr¨ªa que garantizar a todos las condiciones m¨ªnimas para poder tomar decisiones libres¡±, concluye Garc¨ªa Pereiro. Lo hace por correo electr¨®nico, ya que estos d¨ªas est¨¢ de viaje de luna de miel; se acaba de casar con el hombre con el que convive desde hace cinco a?os.
La crianza de hijos tambi¨¦n impulsa los enlaces gais
Laura Ord¨®?ez, de 34 a?os, siempre hab¨ªa sentido cierto rechazo hacia la instituci¨®n del matrimonio. ¡°He sido muy antibodas¡±, explica por tel¨¦fono, a pesar de que a su pareja desde hace lustro (M¨®nica P¨¦rez, de 35 a?os) s¨ª le hac¨ªa ilusi¨®n eso de casarse, de celebrar un d¨ªa con toda la gente que quieren que son muy felices juntas. Pero el pasado septiembre, finalmente, Laura cambi¨® de opini¨®n. ¡°Queremos tener un hijo y, en la primera cita para el proceso de inseminaci¨®n artificial, me dijeron que en Andaluc¨ªa [la pareja vive en Granada] ten¨ªamos m¨¢s posibilidades de adelantarlo todo si est¨¢bamos casadas¡±.
En Espa?a, en torno a un tercio de las parejas formadas por dos hombres que conviven est¨¢n casadas y el 38% de las formadas por dos mujeres; sin embargo, si miramos solo a los que tienen hijos, el porcentaje sube hasta m¨¢s del 50% en ambos casos, seg¨²n los c¨¢lculos hechos sobre el Censo de Poblaci¨®n de 2011 del INE por la profesora de la Universidad Pompeu Fabra Clara Cortina. ¡°Si los hijos son uno de los motivos para casarse (antes o despu¨¦s de tenerlos), lo son tanto para las parejas homosexuales como para las heterosexuales. La diferencia radica en que las primeras tienen menos hijos que las segundas¡±, a?ade Cortina.
M¨®nica y Laura celebraron su boda el pasado s¨¢bado en un cortijo de Granada junto a un centenar de familiares y amigos. "Al principio yo quer¨ªa hacer un picnic, ya ves", contaba Laura por tel¨¦fono unos d¨ªas antes de la celebraci¨®n. Pero estas cosas, ya se sabe, se suelen ir de las manos.
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