El hombre que hall¨® a Asunta ingresa en la misma c¨¢rcel que los padres
Alfredo Balsa fue detenido la semana pasada por tr¨¢fico de drogas
El hombre que encontr¨® el cuerpo de Asunta Basterra la madrugada del 22 de septiembre de 2013, cuando recorr¨ªa una pista forestal del municipio de Teo (A Coru?a) camino de La Tanguita Roja, un club de alterne que funciona en las inmediaciones, ha ingresado en la misma prisi¨®n en la que llevan m¨¢s de dos a?os los padres de la peque?a, condenados por el asesinato. Alfredo Balsa, que ya en aquella ¨¦poca ten¨ªa antecedentes penales, fue detenido la semana pasada por un delito contra la salud p¨²blica despu¨¦s de que la polic¨ªa nacional, que llevaba tiempo sigui¨¦ndolo, comprobase que supuestamente despachaba coca¨ªna tanto en Santiago como fuera de la ciudad y serv¨ªa pedidos telef¨®nicos de droga a domicilio.
Balsa fue sorprendido por los agentes de la Brigada de Estupefacientes de la polic¨ªa en Compostela cuando entregaba una dosis a un cliente. Despu¨¦s, en su casa, los investigadores localizaron m¨¢s droga. El pasado 19 de noviembre, el juzgado de guardia, en esa fecha el n¨²mero 1 de Instrucci¨®n de Santiago, decret¨® la prisi¨®n provisional, comunicada y sin fianza, y el hombre que recientemente acudi¨® como testigo a la Audiencia Provincial en el caso Asunta fue trasladado a la penitenciar¨ªa de Teixeiro, donde comparte instalaciones con Alfonso Basterra, el padre de la menor, condenado a 18 a?os.
Balsa relat¨® en el juicio c¨®mo ¨¦l y su amigo Jos¨¦ ?lvarez, que no pudo presentarse por la grave enfermedad que padec¨ªa, se toparon el cuerpo abandonado de la peque?a de 12 a?os cuando recorr¨ªan la pista con las luces de su Ibiza blanco encendidas. Pasaron ante el cuerpo y retrocedieron al darse cuenta de lo que hab¨ªan visto, aunque todav¨ªa no sab¨ªan si era una persona o un mu?eco. Luego se alejaron porque no quer¨ªan verse involucrados en un asunto tan turbio, precisamente por sus antecedentes. Pero, seg¨²n dijo Balsa, la mala conciencia de call¨¢rselo les venci¨®. "Pod¨ªa haber sido hija nuestra", vino a explicarse en el juicio.
Y volvieron sobre sus pasos una vez que dejaron el coche ante el bar Feros, situado a menos de un kil¨®metro, porque Balsa, por aquella fecha, ten¨ªa retirado el carn¨¦. Ya de nuevo en la pista forestal, telefonearon al servicio de Emergencias, y un sanitario les fue dando pautas por el m¨®vil de los pasos que deb¨ªan dar para comprobar si la ni?a segu¨ªa con vida. Cuando lleg¨® la Guardia Civil, un agente que hab¨ªa comprobado sus antecedentes les pregunt¨® a los dos amigos: "?Qu¨¦ le hab¨¦is hecho a la ni?a?". En el primer instante fueron sospechosos y la hip¨®tesis que m¨¢s fuerza cobraba era la del atropello.
No obstante, cuando un guardia civil revis¨® la chapa de su coche, delante de aquel bar a un kil¨®metro, comprob¨® que estaba impecable. Pese a esto, se les tomaron muestras de ADN a los dos y se recogieron en el camino palillos, colillas y una cajetilla vac¨ªa que hab¨ªan tirado al suelo, junto al cuerpo, en la larga espera de esa noche. Balsa siempre sostuvo, desde el primer d¨ªa, que ¨¦l y su compa?ero de noche de fiesta hab¨ªan notado que un brazo del cad¨¢ver de Asunta hab¨ªa cambiado de posici¨®n desde la primera vez que lo vieron a la segunda en que regresaron al lugar tras alejar su veh¨ªculo.
Tambi¨¦n cont¨® que ten¨ªa la sensaci¨®n de que alguien m¨¢s estaba all¨ª, acechando desde las sombras de la arboleda. Esa misma madrugada, pasadas las cinco, las sospechas dieron un giro radical y se centraron en Rosario Porto y Alfonso Basterra, cuyos abogados, tras la sentencia basada en el veredicto de un jurado popular, tienen ahora de plazo hasta los d¨ªas 4 y 1 de diciembre, respectivamente, para recurrir.
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