La clase obrera se examina en las urnas
Los astilleros de Ferrol, en declive, son un buen lugar para verificar si a¨²n existe el proletariado y qu¨¦ vota
Los obreros del metal del astillero de Ferrol acaban su turno a las dos y veinte de la tarde, se abren las puertas y empiezan a salir. En los bares de enfrente, el Dique 2, Los Alpes, Tecla, Izar, hay men¨² del d¨ªa a 7,50 euros. Bocata de tortilla, 2,50. No es la salida de la f¨¢brica filmada por los hermanos Lumi¨¨re a finales del XIX, una masa que se desparramaba en la calle, sino una fila de coches y algunos a pie. Los n¨²meros no son lo que eran: en Navantia, antigua Baz¨¢n y Astano, trabajan hoy 2.100 personas, cuando en los ochenta eran 11.000. Es lo que queda de la clase trabajadora, del mundo obrero, el proletariado puro. Un estereotipo del voto de izquierdas que, sin embargo, tampoco es lo que era en pa¨ªses como Francia o Italia, donde ha virado a la derecha o incluso a la extrema derecha. En la convulsi¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica que est¨¢ viviendo Espa?a, ?a¨²n existe el mundo obrero y, si es as¨ª, sigue siendo de izquierdas?
¡°Hombre, la clase trabajadora existir existe mientras haya gente que va a trabajar, pero est¨¢ claro que no son los mismos trabajos y les falta el motor pol¨ªtico¡±, responde Fernando Miramontes, de 80 a?os, hist¨®rico dirigente comunista de la ciudad. ¡°Hay mucha confusi¨®n. Nos dijeron que somos todos clase media, porque tenemos nevera y coche, y que no hay clases y, por tanto, no hay lucha de clases y no hacen falta los sindicatos. Yo veo hoy la situaci¨®n peor que nunca, no veo una fuerza capaz de estar al frente del movimiento obrero¡±, reflexiona. Miramontes fue concejal comunista durante 24 a?os en el Ayuntamiento ferrolano y sigue votando a Izquierda Unida. Vio con simpat¨ªa e ilusi¨®n el nacimiento de Podemos, pero se le ha pasado.
¡°Acostumbrados ?a hacer Maseratis, ahora nos encargan solo Seiscientos¡±
Miramontes fue arrestado y torturado en 1972, en las sonadas protestas de Ferrol que acabaron con dos muertos, dos empleados del astillero. En los ochenta, cuando se plante¨® la llamada reconversi¨®n industrial, las movilizaciones tambi¨¦n fueron enormes. Los currelas eran una fuerza viva. Ahora los del metal mascan su impotencia y en las manifestaciones la media de edad anda por los 50 a?os. ¡°Estos ¨²ltimos cuatro a?os han sido muy muy jodidos¡±, confiesa Juan Carlos P¨¦rez Vidal, de 57 a?os, 40 en la f¨¢brica y miembro del comit¨¦ de empresa por Comisiones Obreras. Los recortes del Gobierno, la reforma laboral y los despidos han diezmado la moral. ¡°Hemos hecho de todo, muchos sacrificios, y el futuro no se ha visto. Encierros de un mes, caminatas a Santiago con la lluvia y el bocata, y no hemos conseguido nada. Llevamos desde 2009 con movilizaciones y acabas agotado. Como dirigentes sindicales ha sido duro, y para la gente luego es dif¨ªcil de entender¡±.
La juventud, tras d¨¦cadas, ha vuelto a la pelea sindical en el sector naval
El astillero, como la f¨¢brica, o la mina, son grandes arquetipos del trabajo, pero de otra ¨¦poca, o de otro continente, y cuando se vac¨ªan se convierten en fantasmas del pasado. Para una comunidad es como si le quitaran su centro de gravedad y en Ferrol no han logrado inventarse otra vida. ¡°Antes, cuando entrabas en el astillero con un contrato pensabas que lo hab¨ªas conseguido, ten¨ªas el futuro garantizado. Eso se acab¨®¡±, dice Vidal. Tiran con encargos m¨ªnimos, ara?ando migas. Ahora, con un flotel que les ocupa un a?o y dos meses, un buque de alojamiento para operarios de plantas petrol¨ªferas mexicanas. Ellos que constru¨ªan buques de guerra. Al margen del dinero, tienen el orgullo herido: ¡°Acostumbrados a hacer Maseratis, ahora es como si nos encargaran solo Seiscientos¡±, resume Jos¨¦ D¨ªaz Vidal, de 55 a?os. Ya no se sienten parte de algo importante.
Derrota y paro
En Ferrol se respira derrota en extensiones industriales que ahora quedan demasiado grandes para la comarca con m¨¢s paro de Galicia, un 33%. Los obreros se mueven en ellas como puntitos en un escenario irreal de Dal¨ª que tambi¨¦n se desmorona, porque la ciudad en algunos puntos se cae a trozos. En la r¨²a Real hay muchas tiendas que se alquilan. La poblaci¨®n se ha reducido en 22.000 vecinos en tres d¨¦cadas, quedan 69.000. En este declive los sindicatos han sufrido tambi¨¦n un gran desgaste. Charlando con trabajadores entre las mesas a la hora de comer no son pocos los que les ponen a parir. ¡°Ellos est¨¢n fijos, defienden lo suyo, viven subvencionados¡±, reprochan tres empleados.
Tambi¨¦n cualquiera con el que se hable echa pestes del bipartidismo. Se sienten traicionados por todos. ¡°En estos a?os lo que hizo el PP, con el objetivo de eliminar la empresa p¨²blica, el PSOE nunca lo arregl¨®, y viceversa. Nunca les ha interesado defendernos porque somos una mosca cojonera, un n¨²cleo de movilizaci¨®n¡±, opina D¨ªaz.
¡°Los derechos no cayeron del cielo, cost¨® conseguirlos¡±, dice un trabajador
Quiz¨¢ esto explique que en este panorama deprimente se haya registrado una reacci¨®n inesperada. La mayor¨ªa de los Ayuntamientos de la zona, en manos del PP, han virado a la izquierda en las ¨²ltimas municipales, con las llamadas Mareas, coaliciones de diferentes siglas. Aunque los vaivenes pol¨ªticos son frecuentes en una ciudad donde nacieron Franco y Pablo Iglesias, el fundador del PSOE. Si Galicia es un sitio distinto, Ferrol quiz¨¢ es lo m¨¢s raro de Galicia.
Ahora gobierna la ciudad por primera vez una coalici¨®n, Ferrol en Com¨²n, con Izquierda Unida.
¡°Se ha invertido la tendencia, hay como un despertar, y nosotros tambi¨¦n vemos un cambio entre los j¨®venes, que ahora participan m¨¢s¡±, dice D¨ªaz. ¡°No es f¨¢cil que la gente se involucre, que d¨¦ un paso al frente. Es la sociedad en general, que es m¨¢s acomodada, pero algo ha cambiado¡±. Por primera vez en d¨¦cadas, entre los 25 miembros del comit¨¦ de empresa de Navantia hay 11 menores de 45 a?os. Tambi¨¦n el comit¨¦ comarcal ha tenido que redoblar el personal para atender la demanda de ayuda e informaci¨®n.
Este regreso de la juventud a la pelea sindical plantea las razones de su larga ausencia. Vidal hace autocr¨ªtica: ¡°No nos hemos preocupado lo suficiente de hablar con los j¨®venes, de inculcarles los valores, de transmitirles la historia de c¨®mo se consiguen las cosas, peleando en la calle. Los derechos y conquistas que tenemos no nos cayeron del cielo. Cost¨® mucho trabajo¡±.
Se?ores que est¨¢n en casa con un ordenador
Otro lugar hist¨®rico del movimiento obrero es la cuenca minera asturiana, escenario de la revoluci¨®n de 1934. Es la cuna de Gerardo Iglesias, secretario general del Partido Comunista y luego de Izquierda Unida en los ochenta, y que al retirarse volvi¨® al t¨²nel. ¡°La clase obrera est¨¢ m¨¢s dispersa. De ah¨ª la quiebra de los sindicatos de clase. El movimiento obrero nace en la gran industria, hoy en extinci¨®n, que ya no re¨²ne a cientos de trabajadores. Hoy el obrero es un se?or en su casa con un ordenador¡±, dice al tel¨¦fono. Los mineros han pasado de 60.000 a ser unos 3.000, pero Mieres y Langreo siguen siendo bastiones de IU. Con todo, Iglesias s¨ª constata un desfondamiento ideol¨®gico: ¡°En Asturias he visto gente de izquierda de toda la vida votar a ?lvarez-Cascos. En un momento determinado es la forma de mostrar descontento¡±. Pero cree que la izquierda ha despertado con el 15-M y Podemos.
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