Capos del narco gallego delatan a sus subordinados para rebajar su pena
Los casos de narcotraficantes que confiesan y arrastran a otros culpables se han multiplicado desde que las fiscal¨ªas activaron en 2009 el protocolo para alcanzar acuerdos
El traficante gallego siempre alarde¨® de su propio c¨®digo de honor (que heredaron de los contrabandistas de tabaco) en el que la traici¨®n era una l¨ªnea roja infranqueable. Por miedo o lealtad, el delator ha sido un caso aislado dentro de las organizaciones, ya que es algo con peor reputaci¨®n que el robo de mercanc¨ªa o la deuda de un alijo. Dos errores que se han cobrado muchas vidas a manos de los proveedores colombianos que nunca los perdonan. Pero ahora los papeles se han invertido y los jefes han sido los primeros en romper p¨²blicamente la ley del silencio a cambio de una rebaja en sus condenas.
Los primeros en dar ejemplo de extrema lealtad fueron los jefes; imitados y venerados por unos hombres bien adiestrados que sab¨ªan lo que hab¨ªa que decir cuando un desembarco se torc¨ªa y el alijo acababa en manos de la polic¨ªa. Eran bandas jerarquizadas, que respetaban a sus dirigentes por encima de todo, en las que cada uno ten¨ªa su cometido. Incluso en el escal¨®n superior ya estaba alguien preparado por si un d¨ªa ten¨ªa que tomar el relevo.
As¨ª ha sido durante m¨¢s de tres generaciones lo que hac¨ªa casi imposible que la polic¨ªa pudiese llegar a detener a la c¨²pula de los grupos que era celosamente protegida por los escalones inferiores, que siempre se han llevado la peor parte, al ser los primeros en caer en la fase del transporte y desembarco de la droga en tierra.
Todo estaba calculado, hasta el momento del interrogatorio. Entonces, nadie dudaba de la palabra del jefe que les hab¨ªa prometido manutenci¨®n para sus familias y pagaba la minuta de los abogados. Algunos de los que cayeron con las manos en la masa en barcos nodrizas o planeadoras, por ejemplo, han tenido que admitir sus fechor¨ªas pero han sido casos aislados en los que se han desvelado nombres o secretos clave de su organizaci¨®n porque la tendencia entre bandas siempre ha sido hablar de los otros.
Pero ¨²ltimamente, los papeles se han invertido y los jefes han sido los primeros en romper la ley del silencio. Los que un d¨ªa fueran aprendices de los hist¨®ricos capos est¨¢n delatando a sus hombres para obtener beneficios penitenciarios y lo han hecho p¨²blicamente, cara a cara durante un juicio, dejando boquiabierto a todo el clan.
Arruinados y en la c¨¢rcel, los casos de narcotraficantes que confiesan y arrastran a otros culpables ¡ªincluso familiares en su papel de testaferros¡ª se han multiplicado desde que las fiscal¨ªas activaron en 2009 el protocolo para alcanzar acuerdos de conformidad y poder agilizar la justicia ante estos macrojuicios. Para las nuevas generaciones ya no hay reglas del juego, sino un s¨¢lvese quien pueda y ahora el narco sabe que lo tiene mucho m¨¢s dif¨ªcil para operar dentro de una organizaci¨®n criminal.
David P¨¦rez Lago ha sido el primero que sorprendi¨® con un pacto con el fiscal y fue en lo ¨²nico que le llev¨® la contraria a su padrastro Laureano Oubi?a. El capo gallego le ense?¨® de todo en lo que a transportes de cargamentos se refiere hasta c¨®mo huir durante un a?o de la mayor persecuci¨®n policial que se recuerda a un narcotraficante en Espa?a. Pero ¨¦l pas¨® 11 a?os ininterrumpidos en la c¨¢rcel pagando muy caro sus provocaciones y salidas de tono con jueces y fiscales.
Ca¨ªda con todo el equipo
En su estreno como jefe a los treinta y pocos a?os, P¨¦rez Lago cay¨® con todo el equipo. Arrastraba varias acusaciones por narcotr¨¢fico y blanqueo junto a sus padres pero se lanz¨® al tr¨¢fico de coca¨ªna en 2006 fracasando estrepitosamente cuando intentaba desembarcar un cargamento de 1.700 kilogramos en la r¨ªa de A Coru?a. A cambio de reducir sus condenas, cont¨® con pelos y se?ales la operaci¨®n, incluso afirm¨® que, previamente, le hab¨ªa entregado un alijo mayor a la polic¨ªa con la que, seg¨²n desvel¨®, llevaba colaborando tiempo atr¨¢s. El traficante confeso consigui¨® reducir en 11 a?os la condena y se llev¨® por delante, entre otros, a su novia y abogada, Tania Varela, que fue condenada a una pena mayor como su socia en la operaci¨®n aunque ella lo neg¨® todo.
Ramiro V¨¢zquez Roma es otro capo en apuros, seducido por los beneficios de una ley que premia la confesi¨®n con la rebaja de, al menos, un tercio de la condena. En 2007 demostr¨® todo su potencial cuando dirig¨ªa desde Cangas una descarga de casi cuatro toneladas de coca¨ªna en planeadoras que ¨¦l constru¨ªa en un astillero que ten¨ªa en Portugal; nada que ver con el que estaba sentado en el banquillo en octubre pasado y que ahora espera el veredicto.
Una semana antes del juicio con 22 acusados era un secreto a voces que V¨¢zquez Roma iba a cantar para reducir de 27 a 13 sus a?os en prisi¨®n por narcotr¨¢fico y blanqueo. Nunca un jefe con una organizaci¨®n tan importante se derrumbaba ante un tribunal. Su declaraci¨®n arrastr¨® a casi todo el grupo menos al intermediario del c¨¢rtel colombiano que hizo el env¨ªo de coca¨ªna y al gerente de su astillero, que negaron todo.
¡°Estoy arrepentido de lo que hice. Por ganarme media vida arruin¨¦ la del resto de mi entorno¡±, dijo V¨¢zquez Roma. ¡°Confes¨¦ convencido de que era la mejor forma de ayudar y no lo hice antes para proteger a mi gente¡±, fueron sus palabras de descargo.
El ¨²ltimo arrepentido
El ¨²ltimo y m¨¢s estridente caso de arrepentido es Marcos Vigo, que estuvo vinculado a Los Charlines hasta que se divorci¨® de una nieta del patriarca del clan. Para reducir su pena a 9 a?os por el transporte de m¨¢s de 3.000 kilos de coca¨ªna tuvo que enfrentarse en el juicio al resto de los acusados que ¨¦l delat¨®. Pese a todo, el tribunal les impuso solo un a?o m¨¢s de condena que al que fuera su jefe.
Vigo us¨® un tono desafiante cuando se sinti¨® acorralado por los abogados que trataron de desacreditarle. ¡°El responsable de la mercanc¨ªa soy yo y no he recibido presiones para delatar a nadie, pero soy brutalmente sincero y mi declaraci¨®n podr¨ªa resultar todav¨ªa m¨¢s perjudicial si me siguen interrogando¡±, dijo.
El arrepentido cont¨® detalles in¨¦ditos del transporte desde que un colombiano le encarg¨® que localizara un barco para hacer el env¨ªo de droga a Espa?a un a?o antes.
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