Jorge Tr¨ªas Sagnier: esta es mi historia
El exdiputado, que denunci¨® en 2013 el pago de sobresueldos en el PP, cuenta su papel en el caso y las acusaciones a las que se ha enfrentado
Hace tres a?os, EL PA?S public¨® un art¨ªcu?lo m¨ªo cuyos hechos ?¡ªlas irregularidades financieras dentro del PP¡ª no solo no fueron rebatidos, sino que, uno por uno, con el tiempo han quedado confirmados y superados. Tras el resultado de estas elecciones creo que ha llegado el momento de explicar las razones que me llevaron a hacer esa denuncia y las consecuencias personales que ha tenido para m¨ª. Esta es mi historia.
Empec¨¦ a ejercer la abogac¨ªa en Barcelona en 1971 y abr¨ª despacho en Madrid 10 a?os m¨¢s tarde. Quer¨ªa salir de Barcelona porque mi ciudad empezaba a perder su identidad cosmopolita y se inclinaba hacia un nacionalismo con el que no comulgaba. Mi primer trabajo fue como asesor del Ministerio de Justicia en la reforma penitenciaria. De ah¨ª pas¨¦ a montar despacho y a tener ¨¦xito. Mi actividad profesional fue creciendo y en diciembre de 2012 mis ingresos me proporcionaban una vida confortable.
A lo largo de mi carrera profesional intent¨¦ siempre ejercer la abogac¨ªa de forma honesta, incluso fui elegido por mis compa?eros diputado y tesorero del Colegio de Abogados de Madrid. Ese cargo lo desempe?¨¦ hasta 1996; puse orden en sus finanzas, ayud¨¦ a encauzar su servicio m¨¦dico y organic¨¦ el Aula de Extranjer¨ªa para asesorar a una inmigraci¨®n entonces incipiente.
?Qu¨¦ quiero decir cuando digo que ejerc¨ª la abogac¨ªa de forma honesta? Pues que siempre eleg¨ª mis casos seg¨²n unos criterios ¨¦ticos com¨²nmente aceptados. Incluso cuando defend¨ª a los que se consideran personas impresentables, un narcotraficante por ejemplo, lo hice, ante todo, porque creo que el deber del abogado es defender a ¡°buenos¡± y ¡°malos¡±. Lo que s¨ª puedo afirmar es que nunca he sido remunerado por gestiones que no fueran las profesionales.
Paralelamente a mi carrera de abogado, he ejercido como periodista, escritor y pol¨ªtico. La pol¨ªtica durante la Transici¨®n la viv¨ª intensamente tanto en mi casa como en la universidad. Eran inquietudes que entonces casi todos llev¨¢bamos dentro. Al convertirme en un abogado de ¨¦xito y columnista le¨ªdo, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, que no era todav¨ªa presidente del Gobierno sino jefe de la oposici¨®n, me ofreci¨® la oportunidad de presentarme a las elecciones a diputado por Barcelona. Acept¨¦, sal¨ª elegido, y entre los a?os 1996 y 2000 fui representante de la soberan¨ªa nacional.
Financieramente acorralado, he tenido que trasladar mi despacho a mi domicilio. Mi familia estaba asustada
Durante los cuatro a?os que fui diputado contribu¨ª en Bruselas y Estrasburgo a la redacci¨®n de la Carta de los Derechos Fundamentales de los Ciudadanos de la Uni¨®n que hoy forma parte del Tratado de Lisboa; y propuse, con poco ¨¦xito, el Contrato de Uni¨®n Civil, para que las parejas homosexuales tuviesen una alternativa al matrimonio al que entonces no ten¨ªan acceso. Pero, como yo no ten¨ªa fortuna personal, enseguida entend¨ª que dedicarme a la pol¨ªtica me iba a resultar incompatible con el ejercicio de la abogac¨ªa, ya que para mantener mi nivel de ingresos hubiera tenido que transgredir esa zona fronteriza de las incompatibilidades que hace 16 a?os y en pleno boom econ¨®mico no estaba suficientemente regulada (ahora tampoco). O dedicarme al pluriempleo partidista: un sueldo como diputado y otro del partido. Muy a pesar m¨ªo, dej¨¦ la pol¨ªtica.
En el a?o 2009, Antonio Pedreira, juez del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, al que yo conoc¨ªa desde hac¨ªa muchos a?os, me pidi¨® que transmitiese a la c¨²pula del Partido Popular que no interfiriera y enturbiara la investigaci¨®n sobre sus finanzas que hab¨ªa iniciado el juez Baltasar Garz¨®n y que ahora llevaba ¨¦l. Yo transmit¨ª el mensaje y a partir de entonces tuve diversas conversaciones con el juez, por un lado, y con la c¨²pula del Partido Popular, por otro, entre otros con Mariano Rajoy. No traspas¨¦ en ning¨²n momento lo que pueden considerarse relaciones normales entre jueces y abogados. En este caso, adem¨¢s, yo no era ni tan siquiera abogado personado en la causa. Por esta raz¨®n desde mediados de 2011 me mantuve alejado del caso. S¨ª es cierto que yo ya hab¨ªa adquirido un conocimiento preciso de las finanzas del Partido Popular e intu¨ªa la existencia de una corrupci¨®n bastante extendida.
Cuando los medios de comunicaci¨®n empezaron a publicar las cantidades millonarias que el extesorero ten¨ªa en cuentas en Suiza, decid¨ª, a petici¨®n de EL PA?S, publicar un art¨ªculo explicando lo que sab¨ªa. La buena fe de quienes cre¨ªmos en la limpieza de las cuentas populares hab¨ªa sido burlada. El art¨ªculo, que apareci¨® en enero de 2013, tuvo una extraordinaria repercusi¨®n. Y a las pocas semanas este mismo diario public¨® las fotocopias de los llamados papeles de B¨¢rcenas. A partir de entonces el acoso de los medios de comunicaci¨®n fue insoportable y no hice una sola declaraci¨®n excepto a las que estuve obligado como testigo, primero en la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n, y despu¨¦s en el Juzgado Central de Instrucci¨®n N¨²mero 5 de la Audiencia Nacional. Mis ¨²nicas palabras hasta el d¨ªa de hoy fueron y han sido: ¡°He cumplido con mi deber¡±, el deber que tiene todo ciudadano de denunciar irregularidades manifiestas. Sobre todo cuando, como en mi caso, yo hab¨ªa sido portavoz del PP en la Comisi¨®n Constitucional encargada de reformar ¡ªintento fracasado entonces¡ª la ley de financiaci¨®n de los partidos pol¨ªticos.
Y ?qu¨¦ es lo que ocurre cuando un ciudadano cumple con su deber? Pues m¨¢s o menos lo que me ocurri¨® a m¨ª. Primero empezaron a publicarse art¨ªculos y opiniones difamatorias sobre mi persona. Se me acus¨® de bipolar, arribista, resentido, ambicioso y traidor. Poco a poco el silencio profesional se fue adensando. Los tel¨¦fonos dejaron de sonar y muchos de los asuntos que llevaba desaparecieron de mi cartera. Financieramente acorralado tuve que cerrar mi despacho y trasladarlo a mi domicilio. En el plano personal, mi familia estaba asustada. Mis hijas, todav¨ªa menores de edad, tuvieron que soportar c¨®mo a su padre le insultaban p¨²blicamente en parkings y restaurantes. Las sombras de duda que hab¨ªan calado sobre m¨ª eran de tal calibre que mis hermanos y los pocos amigos que me quedaban empezaron a preguntarse c¨®mo yo hab¨ªa sido tan iluso o si pod¨ªa estar escondiendo la verdad.
He aprendido que a casi nadie le interesa la verdad. La verdad es inc¨®moda porque exige compromiso
Decid¨ª entonces investigar qu¨¦ tipo de protecci¨®n legal ten¨ªa ante esta situaci¨®n angustiosa y si alg¨²n partido pol¨ªtico estaba dispuesto a defenderme. Solo lo hizo UPyD, el partido de Rosa D¨ªez y de Andr¨¦s Herzog, quien me propuso como experto en la Comisi¨®n para el Estudio de la Reforma de la Ley de Regeneraci¨®n Pol¨ªtica. Yo estuve en todo momento dispuesto a explicar mis opiniones ante el Congreso de los Diputados. Primero porque cre¨ªa que pod¨ªa contribuir a la regeneraci¨®n democr¨¢tica; y segundo porque cre¨ªa importante clarificar la cuesti¨®n de las donaciones an¨®nimas, que era uno de los meollos de la corrupci¨®n en el seno de todos los partidos. Ni el Partido Popular, ni el Partido Socialista, ni Izquierda Unida quisieron que yo apareciese ante el Congreso; lo que quer¨ªan era colocar a sus propios expertos y no escuchar a voces independientes como la m¨ªa.
Y ahora me preguntar¨¢n: ?y qu¨¦ es lo que ha aprendido usted de todo esto? Las lecciones han sido m¨²ltiples: cuando uno navega por aguas turbulentas tiene que saber d¨®nde se mete y c¨®mo salir. Yo me tir¨¦ con el coraz¨®n en vez de con la cabeza, lo cual es imperdonable en un abogado de mi experiencia. Deb¨ªa haber dise?ado una estrategia efectiva para que todo esto hubiese servido para cambiar algo, en vez de alimentar tertulias y chismorreos. Tambi¨¦n he aprendido que en los momentos dif¨ªciles uno est¨¢ solo y que la solidaridad es un bien escaso. Y que a casi nadie le interesa la verdad. La verdad es inc¨®moda porque exige compromiso y, a lo sumo, quienes se aproximan a ella, lo hacen desde la teor¨ªa, no desde la acci¨®n. Son raros los que, como S¨®crates, se dejan la piel. He aprendido por ¨²ltimo que en la democracia hay territorios que solo se pueden explorar cuando uno est¨¢ protegido por instituciones s¨®lidas. Porque, sin ley que te proteja, el whistleblower como Snowden, Assange o Falciani, en nuestro hablar hisp¨¢nico el levantador de liebres, termina convertido en el saco de boxeo al que se dirigen todos los golpes.
Por ¨²ltimo, se preguntar¨¢n por qu¨¦ he tardado tres a?os en contar mi papel en esta historia. Pues por algo tan humano como es el miedo. Miedo que ahora ya no tengo pues me queda poco que perder despu¨¦s de haberlo perdido casi todo. Y si hoy escribo sobre esto es porque creo que, en este nuevo escenario pol¨ªtico, hay que conseguir cambiar la estructura, funcionamiento y financiaci¨®n de los partidos para que sean verdaderamente participativos y transparentes, pues de lo contrario la democracia seguir¨¢ perdiendo su valor.
Jorge Tr¨ªas Sagnier es abogado y exdiputado del PP.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.