El laberinto de D¨¦dalo
Si alguien cree que los electorados del PSOE y de Podemos no perdonar¨ªan que no se entendieran es porque nadie se ha ocupado de aclarar las diferencias entre ambos
El PSOE no debe acordar con Podemos un Gobierno para Espa?a por la naturaleza ontol¨®gica de cada una de las organizaciones. El PSOE y Podemos son como el agua y el aceite: no compartimos cultura e historia pol¨ªticas, extracci¨®n y composici¨®n sociales (nosotros defendemos y representamos las clases trabajadoras, ellos "la gente" sin matices), m¨¦todos, estructuras ni formas de organizaci¨®n, los fines y objetivos son antag¨®nicos, y si me apura dir¨ªa que hasta so?amos distinto: nosotros con la Uni¨®n Europa, y ellos en revoluciones tropicales.
Si alguien cree sinceramente eso de que los electorados del PSOE y de Podemos no perdonar¨ªan que no nos entendi¨¦ramos, es porque nadie se ha ocupado de aclarar las diferencias m¨¢s all¨¢ de la comprensi¨®n algunas reivindicaciones del 15M, lo que sin duda de haberse hecho hubiera supuesto un diferente resultado electoral para el PSOE. La confusi¨®n de la te¨®rica proximidad de los votantes es lo que permite a Podemos llevar a cabo su objetivo primordial, y yo dir¨ªa casi ¨²nico, que no es otro que conseguir el tan anunciado sorpasso del PSOE.
Que un partido intente superar a otro es la esencia de la democracia, pero la esot¨¦rica y teatral propuesta de gobierno de coalici¨®n de Podemos no pretende contribuir a resolver los problemas de gobernabilidad del pa¨ªs y con ello mejorar sus resultados electorales en el marco de la democracia parlamentaria. Podemos ha dejado claro hasta la saciedad al afirmar contumazmente que el r¨¦gimen del 78 est¨¢ agotado, que no est¨¢n en el juego democr¨¢tico que de aquel proviene, sino que su objetivo es desalojar las castas liberales y sobre todo socialdem¨®cratas.
Un acuerdo con Podemos supondr¨¢ para el PSOE un distanciamiento de la centralidad pol¨ªtica progresista y reformista que garantiza un desarrollo justo y sostenible para el conjunto de la sociedad. Alinearse, por ejemplo, con la famosa Ley 25 de Emergencia Social que plantea Podemos como su gran y primer objetivo parlamentario en torno al cual acordar, es, a mi juicio un c¨ªnico y oportunista eslogan convenientemente aireado en los medios de comunicaci¨®n, que un buen n¨²mero de conductores y tertulianos han abrazado de buena fe como la ¨²ltima gran verdad revelada, para medrar pol¨ªticamente aprovech¨¢ndose del dolor de una sociedad acuciada por m¨¢s de seis a?os de fort¨ªsima recesi¨®n econ¨®mica.
La crisis econ¨®mica ha empobrecido al conjunto de la sociedad, aunque los peor librados han sido los que han sufrido el desmesurado incremento del desempleo. La falta de esperanza de quien lo sufre es insoportable, pero hay que recordar que cuando, perm¨ªtame la expresi¨®n, "at¨¢bamos los perros con longaniza" (es preciso recordar que el 2006 termin¨® con un crecimiento de casi el cuatro por ciento, y el super¨¢vit de las Administraciones P¨²blicas se situ¨® en el 1,6%; al tiempo que se estimulaba la inmigraci¨®n con ofertas de trabajo a extranjeros en casi todos los sectores, particularmente en construcci¨®n y servicios), el paro seg¨²n el INEM era de 2.075.676 personas, cerca del 10% de la poblaci¨®n activa. Este problema, sin duda el que m¨¢s injusticia y desigualdad crea y del que pende el resto de los problemas que componen la agenda social del pa¨ªs, no se acomete con respuestas parciales a problemas espec¨ªficos, como por ejemplo: la pobreza energ¨¦tica, el copago farmac¨¦utico o los desahucios; y mucho menos con la consagraci¨®n de cada uno de ellos a categor¨ªa general.
Por ejemplo, las ejecuciones hipotecarias - leitmotiv de gran parte de la campa?a de Podemos y sus confluencias - en 2012, seg¨²n el Banco de Espa?a, analizando algo m¨¢s del 85% del cr¨¦dito hipotecario, fueron 32.490 de vivienda habitual de un total de 7,8 millones de hipotecas. Luego la "emergencia social" en lo referido a los desahucios, por injusta e inaceptable que resulta, ha significado menos del 0,4% de las hipotecas suscritas. Es cierto que relativizar las cosas en funci¨®n de an¨¢lisis objetivos no hace la realidad de las personas que las sufren menos cruda, al contrario. Por ese motivo en este tiempo no he logrado entender la insensibilidad de los bancos para atender este problema, tan lesivo para la credibilidad social de sus corporaciones. Y mucho menos he comprendido al Partido Popular en el poder, por su inacci¨®n en forzar a las instituciones financieras a encontrar al desahucio soluciones habitacionales alternativas menos dram¨¢ticas y socialmente m¨¢s justas.
Sin embargo, y una vez situada la responsabilidad donde corresponde, es preciso denunciar el oportunismo de la utilizaci¨®n de este drama de consecuencias limitadas para calificar, ejemplificar y resumir los problemas reales que tenemos 40 millones de espa?oles. El populismo de Podemos ha justificado su antagonismo con el presente sistema institucional apoy¨¢ndose en problemas personales muy concretos y se?alados, sin el m¨¢s m¨ªnimo problema de conciencia por la manipulaci¨®n pol¨ªtica de los sentimientos de quienes los padecen. Intencionadamente se ha obviado la incidencia en estas cuestiones de la crisis econ¨®mica para responsabilizar en exclusiva a los partidos pol¨ªticos mayoritarios en un intento de quebrar su credibilidad, y con ello la del propio sistema de representaci¨®n democr¨¢tica, del que hasta ahora eran sus pilares fundamentales.
En 1979 el PSOE super¨® la crisis de madurez con la exclusi¨®n del Marxismo en sus referencias ideol¨®gicas por creer superada la lucha de clases como motor transformador de la Historia. Pretender que el PSOE negocie ahora un acuerdo para formar un gobierno con el partido de la "nueva pol¨ªtica" leninista, por m¨¢s que se camufle de postmarxismo populista, como dicen de s¨ª mismos las elites ilustradas de Podemos, no es solo que signifique un retroceso de casi 40 a?os, es una aut¨¦ntica locura estrat¨¦gica que no puede cometer el PSOE en cuanto partido de mayor¨ªas.
Si la propuesta de un acuerdo para gobernar Espa?a con Podemos es una oferta sincera, lo peor no ser¨ªa el presumible harakiri del PSOE, sino en los apuros en los que quedar¨ªa el Estado tal como lo conocemos hoy, gobernado proporcionalmente por una ¡°nomenklatura arrogante y medi¨¢ticamente capaz¡± que sin el menor rubor justificar¨¢ su ¡°asalto a los cielos¡± en estados de opini¨®n y votaciones populares por internet para documentar emergencias de todo tipo. El PSOE, dirigido hoy por el se?or Sanchez, y que han dirigido otros en el pasado encrucijadas tambi¨¦n complicadas como la presente, no se merece el bald¨®n de ser recordado por dar paso al futuro del pa¨ªs m¨¢s incierto de los posibles con el actual resultado electoral en las manos.
Advi¨¦rtase que el ¡°simp¨¢tico¡± detalle de Pablo Iglesias convocando al Rey a beber de la fuente de valores pol¨ªticos de la serie televisiva Juego de Tronos da una idea, dentro de su esquematismo, de c¨®mo el personaje percibe el poder. Aunque si analizamos con cierto detenimiento, como lo ha hecho el acad¨¦mico de la lengua mexicano Jes¨²s Silva-Herzog Marquez en su dossier titulado De los libros al Podemos, los fundamentos intelectuales, te¨®ricos (de N. Maquiavelo a A. Gramsci, de J. D. Per¨®n a E. Laclau) y pr¨¢cticos (De Caracas a Teher¨¢n) que dan forma al "Populismo Racional" de su pensamiento pol¨ªtico, veremos que a la arcadia pol¨ªtica y social a la que nos convocan se parece mucho al m¨¢s grotesco de los escenarios de otra ficci¨®n de ¨¦xito: Los Juegos de Hambre. Un l¨ªder predicador, una sociedad empobrecida con un alto ¨ªndice de violencia. ?Les suena?
?Con estos mimbres, es razonable el empe?o de querer llegar a La Moncloa con 90 diputados de 350 y el insuficiente soporte de Podemos? Aun siendo leg¨ªtimo, aunque forzado, el "serio" objetivo del candidato a la investidura, conlleva tal c¨²mulo de riesgos que no creo que merezca la pena al PSOE, y mucho menos al pa¨ªs.
Por otro lado, me gustar¨ªa solicitar a la direcci¨®n del PSOE que reflexione un tanto antes de consultar a sus bases, si de validar un eventual acuerdo con Podemos se tratara, ante el temor de que no fuera aprobado por los ¨®rganos correspondientes del partido. Escudarse en la impopularidad de enfrentarse al correctismo pol¨ªtico que supone que se expresen las bases, no evitara el reproche un¨¢nime del partido a esta creativa propuesta. Las bases se expresan donde y cuando corresponde de acuerdo con los estatutos de la organizaci¨®n (el respeto a las normas es clave), no cuando se le viene en gana a un dirigente por principal que sea.
Un tema de esta trascendencia para Espa?a no merece ser dejado al albur de un plebiscito abierto a las demagogias reduccionistas y a las influencias externas, que pueden ser m¨¢s determinantes que la reflexi¨®n ponderada. El PSOE tiene desde su fundaci¨®n un sistema de toma de decisiones de representaci¨®n delegada, que impone un serpent¨ªn organizativo que templa las encendidas discusiones en nuestras Casas del Pueblo, y promueve un racional contraste de pareceres por niveles que enriquece el debate y convierte la decisi¨®n asamblearia en una posici¨®n pol¨ªtica compartida y, finalmente, esta en una propuesta a la sociedad. Estos son filtros reales para una toma de decisi¨®n compartida y no la cortina de humo de la extempor¨¢nea consulta a las bases.
Por ¨²ltimo, la audacia en pol¨ªtica puede ser un valor ocasional, convertirla en una caracter¨ªstica de estilo es temerario. Sorprender al m¨¢ximo ¨®rgano del partido con la convocatoria a la militancia al margen de los estatutos para sortear la voluntad leg¨ªtima de la organizaci¨®n es convertir la audacia en una simple argucia.
Firmado: No hay nada m¨¢s revelador como la historia laboral para definir lo que somos. No lo que fuimos o lo que seremos. En mi caso, la Seguridad Social indica que mi peripecia personal ha discurrido por la hosteler¨ªa, la medicina, la Administraci¨®n del Estado y el emprendimiento aut¨®nomo, todo ello bajo el com¨²n denominador de la militancia en el PSOE desde 1974 hasta la actualidad.
Pedro Pablo Mansilla Izquierdo es m¨¦dico.
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