La homofobia en primera persona
Un profesor utiliza su propio caso para explicar el da?o que causa el acoso a lesbianas y gais
Hay silencio en el aula cuando el profesor, Jos¨¦ Joaqu¨ªn ?lvarez, un ovetense de 56 a?os, explica a los alumnos que le escuchan que lo que va a contar ¡°le da un poquito de verg¨¹enza¡±. Es ese momento en el que, viendo una pel¨ªcula de Clark Gable, pens¨® por primera vez que ¡°Pod¨ªa ser mariquita¡±. Lo que ahora le da ese poquito de verg¨¹enza en su ¨¦poca le produjo confusi¨®n, miedo y, finalmente, mucha angustia. ¡°Era 1971, viv¨ªamos en la dictadura y hab¨ªa una ley que condenaba a los homosexuales a la c¨¢rcel o al reformatorio¡±, explica a los chicos de primero de bachillerato del Instituto Renacimiento de Madrid (de 16 a 18 a?os), al que ha acudido invitado por Marisa Fern¨¢ndez y Asunci¨®n Aguinaco, profesoras del Centro.
?lvarez ha dado ya m¨¢s de 200 de estas charlas en distintos centros educativos. ¡°Despu¨¦s de salir del armario de la homosexualidad, ahora me toca el del acoso escolar homof¨®bico¡±, afirma. ¡°Los adolescentes LGTB [lesbianas, gais, bisexuales y transexuales] tienen el triple de probabilidades de suicidarse que los otros chicos de su edad. Como profesor, lo peor que podr¨ªa pasarme es que uno de mis alumnos se quitara la vida por el acoso¡±, cuenta a los estudiantes del centro.
Su relato sigue al periodo en que fue al instituto. ¡°Yo ten¨ªa un poco de pluma, como ahora. A los pocos d¨ªas me empezaron a pegar, a llamarme mariquita, maric¨®n. Era como la gota china. A¨²n hoy, cuando oigo la palabra maric¨®n, siento como si martillearan la cabeza. Fueron cinco a?os as¨ª, y entr¨¦ en una profunda depresi¨®n¡±. Los alumnos lo ven f¨¢cil cuando a?ade: ¡°Las suspend¨ªa casi todas. No pod¨ªa estudiar, centrado como estaba en c¨®mo pod¨ªa resolver la situaci¨®n¡±.
El ocultamiento, el disimulo, se hicieron parte de su vida. Ya de profesor, en la isla de La Palma, mantuvo ante sus compa?eros la ficci¨®n de que ten¨ªa una novia en Asturias, y que le era fiel. ¡°Era un comportamiento mediocre¡±, dice. O algo peor. Despu¨¦s de una hora de charla, una de las preguntas que recibe de un chico de 17 a?os era si no se sent¨ªa mal con tanto enga?o. ¡°Me sent¨ªa fatal, como una cucaracha¡±, confiesa.
"?C¨®mo puedo ayudar a un amigo que s¨¦ que es gay", pregunta una alumna
Este desnudo ¨ªntimo busca explicar a los alumnos dos ideas: ¡°La empat¨ªa y el respeto¡±. Es tambi¨¦n la ¨²ltima etapa de un proyecto educativo que el profesor empez¨® hace 10 a?os, cuando puso en marcha la primera tutor¨ªa LGTB en un instituto, el de Duque de Rivas de Vaciamadrid. ¡°Los alumnos gais, lesbianas, transexuales y bisexuales viven secuestrados afectivamente. No puede ser que vivas serlo como una condena. Hay que decirse que ¡®ser gay tambi¨¦n es guay¡¯. No es una opci¨®n. Es una condici¨®n inherente¡±.
La charla llega a un auditorio preparado. ¡°Los derechos de las personas homosexuales son derechos humanos, y aqu¨ª ya les hemos hablado de ellos¡±, dice la profesora Marisa Fern¨¢ndez.
Los chicos son participativos. Los mayores, preguntando al final de la clase. Los de segundo de ESO (13-14 a?os), interrumpiendo. Tambi¨¦n hay risas cuando dice que uno de sus problemas fue que no sab¨ªa d¨®nde encontrar pareja y que, al estar tanto tiempo en el armario, lleg¨® "tarde a las relaciones".
Cuesta m¨¢s el silencio de los m¨¢s peque?os. Hay un intento de risitas al principio, que ?lvarez ¡ªque siempre trata a los alumnos de usted¡ª corta insistiendo en la importancia de lo que va a contar. Cuando explica que fue la transfobia la que empuj¨® a Alan, un chico de 14 a?os, a suicidarse el pasado 24 de diciembre en diciembre, se oye un ¡°?qu¨¦ asco!¡± de una alumna. Pero el tema es complicado, y los detalles anat¨®micos ¡ª?c¨®mo se hace pis?¡ª son demasiado jugosos para una clase de preadolescentes ya al final de la jornada matinal de clases.
Tambi¨¦n interesa mucho la relaci¨®n con la familia. ¡°A veces los padres o madres son hom¨®fobos, pero no por malos, sino porque viven una construcci¨®n social¡±, explica el profesor.
?lvarez conf¨ªa en que su testimonio sirva para que los alumnos LGTB de ese centro ¡ª¡°que seguro que los hay¡±¡ª tengan una salida del armario menos complicada que la suya. Una chica interviene: ¡°Tengo un amigo que creo que es gay, y me gustar¨ªa ayudarle a decirlo, ?c¨®mo lo hago?¡±. La respuesta no es f¨¢cil, pero la propia pregunta indica que algo del mensaje de respeto y empat¨ªa ha calado.
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