Qu¨¦ fue de la nueva pol¨ªtica
A d¨ªa de hoy no parece que haya nada que una a Podemos y Ciudadanos
Uno de los argumentos m¨¢s repetidos para explicar por qu¨¦ ha sido tan dif¨ªcil para PSOE y Podemos llegar a un acuerdo antes de la investidura es que rivalizan por un mismo electorado. La cercan¨ªa ideol¨®gica entre ambos partidos y la coincidencia de sus programas electorales no ha sido suficiente para superar la desconfianza que nace de esa competici¨®n electoral latente. En cambio, el desencuentro entre Iglesias y Rivera es un ejemplo de lo contrario: aunque los espacios electorales de estos partidos no se solapen y compitan por distintos votantes, sus l¨ªderes han enterrado en la divisi¨®n ideol¨®gica cualquier posibilidad de entendimiento. Y no parece que haya nada de lo que un d¨ªa les vincul¨® que pueda rescatarlos de ese enfrentamiento.
Ciudadanos y Podemos emergieron de la misma crisis de representaci¨®n, reivindicaron una nueva forma de hacer pol¨ªtica m¨¢s all¨¢ del eje izquierda-derecha, e impulsaron sus agendas alrededor de la regeneraci¨®n democr¨¢tica e institucional. Las similitudes en el perfil de sus electores reflejan ese origen com¨²n: votantes m¨¢s j¨®venes y educados, fundamentalmente urbanos y m¨¢s preocupados por la pol¨ªtica, la corrupci¨®n y el fraude que los electores socialistas y populares. Las diferencias ideol¨®gicas entre los dos partidos quedaron al principio disimuladas por su novedad y por lo que significaban para el fin del bipartidismo. Cuando lleg¨® la hora de escribir los programas electorales y entrar en materia ideol¨®gica, la distancia entre las formaciones se acrecent¨®.
A d¨ªa de hoy no parece que haya nada que una a Podemos y Ciudadanos. El momento en el que sus l¨ªderes se aupaban sobre la misma cr¨ªtica a la ¡°vieja pol¨ªtica¡± y al funcionamiento de la democracia parece muy lejano e imposible de reproducir. El germen de la nueva pol¨ªtica ha muerto antes de que se estrene la legislatura, engullido por las diferencias en materia econ¨®mica, laboral y territorial que sus l¨ªderes han avivado en el intento por convertirse en el interlocutor privilegiado de Pedro S¨¢nchez. Rivera e Iglesias se han utilizado mutuamente, apuntando a la radicalidad del otro para reafirmarse en la negociaci¨®n.
Lo sorprendente no es que la ideolog¨ªa haya acabado llev¨¢ndose por delante las cuestiones sobre las que Ciudadanos y Podemos se abrieron camino en la escena pol¨ªtica, pues lo que une a estos partidos en su origen ¡ªla indignaci¨®n, la preocupaci¨®n por la corrupci¨®n y la necesidad de cambio¡ª es m¨¢s perecedero que la cl¨¢sica divisi¨®n ideol¨®gica que los separa. Lo que sorprende es que haya ocurrido en tan poco tiempo. Ambos partidos deben su ascenso electoral a un discurso de regeneraci¨®n democr¨¢tica e institucional sobre el que han sido incapaces de establecer acuerdos. Este resultado puede frustrar las expectativas de quienes les votaron pensando en dichas cuestiones, pero sobre todo frena el alcance de lo que signific¨® en un principio la nueva pol¨ªtica, al quedar sepultada bajo bloques ideol¨®gicos.
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