Super Podemos
La oferta de Iglesias modifica el c¨¢lculo de probabilidades. Y la ca¨ªda en desgracia de Errej¨®n puede aplazar una repetici¨®n electoral
Cuando la XI Legislatura se aproximaba hacia su prematuro final, tras abortarse la investidura de S¨¢nchez, he aqu¨ª que Iglesias ha vuelto a escenificar una de sus sorpresas medi¨¢ticas, que le permiten persuadir a sus seguidores m¨¢s cr¨¦dulos de que monopoliza la iniciativa pol¨ªtica marcando la agenda a los dem¨¢s. La primera fue la okupaci¨®n del hemiciclo con el beb¨¦ de Bescansa. M¨¢s tarde se postul¨® como vicepresidente in pectorea espaldas del candidato que estaba siendo recibido en palacio. Despu¨¦s revent¨® el debate de investidura con su discurso de la cal viva. Luego vino la purga de Pascual como secretario de organizaci¨®n, seguida del ostracismo forzoso de Errej¨®n. Y ahora nos sorprende una vez m¨¢s con su doble rectificaci¨®n, pues no solo renuncia con magnanimidad a su propia vicepresidencia sino que adem¨¢s acepta negociar con la antes vetada naranja mec¨¢nica.
Sorpresas esc¨¦nicas al margen, lo cierto es que la oferta de Iglesias supone una novedad que modifica el c¨¢lculo de probabilidades sobre el desenlace anunciado para el 2 de mayo. ?Estamos ante otra maniobra t¨¢ctica o hay un cambio de estrategia, derivado sin duda de la crisis interna por la que atraviesa Podemos? En este ¨²ltimo caso, ?hasta d¨®nde estar¨ªa dispuesto a llegar Iglesias? El principal dilema que se le abre es si debe forzar o no la repetici¨®n de las elecciones, haciendo fracasar definitivamente la investidura de S¨¢nchez. Hasta ahora, estaba claro que esa era su estrategia prioritaria, a la que bautizaron como sorpasokizaci¨®n dada su confianza en la obtenci¨®n del segundo puesto. Pero algunos observadores sostienen que la ca¨ªda en desgracia de Errej¨®n impide al partido someterse a una nueva campa?a en ausencia de su principal estratega electoral. Sobre todo si adem¨¢s el electorado progresista les culpa de haber impedido la ca¨ªda de Rajoy con su veto al t¨¢ndem Rivera-S¨¢nchez. Lo cual resulta veros¨ªmil, pues en tal caso la abstenci¨®n se cebar¨ªa con Podemos.
Ahora bien, esto no quiere decir que Iglesias est¨¦ en condiciones de renunciar a su ¨²nico capital pol¨ªtico, que es el prestigio acumulado por Podemos como una fuerza insobornable que jam¨¢s se prestar¨¢ a pactos bajo cuerda con miembros de la casta. Y si ahora Iglesias le vendiese su voto positivo al t¨¢ndem Rivera-S¨¢nchez por un plato de lentejas y un par de poltronas, eso significar¨ªa el suicidio de Podemos. En realidad, esta fuerza pol¨ªtica no es un partido como los dem¨¢s, sino que se arroga la capacidad de conjurar las fuerzas populares de toda la colectividad. Por eso, en sentido metaf¨®rico, su modelo medi¨¢tico no es Juego de tronos sino Superman (o Iron Man, dado que es Iglesias quien conduce al poderoso ingenio desde su interior): un s¨²per h¨¦roe colectivo dotado de poderes excepcionales: ¡°s¨ª se puede¡±. Esa es la fuerza del carisma de Podemos, que le impide comportarse con la misma racionalidad pol¨ªtica de los dem¨¢s partidos. Por lo tanto, aunque le interesase hacerlo, su propia naturaleza le proh¨ªbe formar una coalici¨®n al uso, pues sus electores no se lo perdonar¨ªan. En consecuencia, si desea aplazar una repetici¨®n electoral a la que hoy no le conviene enfrentarse, s¨®lo le queda una salida: la abstenci¨®n en la investidura, permitiendo por pasiva que gobiernen S¨¢nchez y Rivera.
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