El balc¨®n de Whatsapp
Un juez condena a un m¨¦dico a reparar el honor de un exsocio en su estado de la aplicaci¨®n de mensajes, dado que fue all¨ª donde se produjo la intromisi¨®n ileg¨ªtima en el mismo
Imagine que se llama Mar¨ªa Antonia. Imagine que su antes amigu¨ªsimo vecino de bloque, con el que acaba de tener unas palabritas, cuelga una pancarta en su balc¨®n pregonando con letras de a metro: ¡°No se f¨ªen un pelo de Mar¨ªa Antonia¡±. Que, pese a su denuncia ante el juzgado, su vecino mantiene la pancarta cuatro meses a la vista de todo el vecindario hasta que el juez le da a usted la raz¨®n y le obliga a quitarla y a colgar otra en el mismo sitio diciendo que ha sido condenado por entrometerse en su honor. Pues bien, en 2016, el estado de Whatsapp es el nuevo balc¨®n de casa, y las redes sociales, el nuevo vecindario.
As¨ª lo ha interpretado Joaquim Bosch, titular del juzgado n¨²mero 1 de Moncada (Valencia) al condenar a un m¨¦dico, llam¨¦mosle Fulanito, a reparar el honor de su exsocio, llam¨¦mosle Menganito, publicando en su estado de Whatsapp durante dos meses la siguiente leyenda: ¡°Mediante sentencia de fecha 30-12-2015, Fulanito ha sido condenado por intromisi¨®n ileg¨ªtima en el honor de Menganito¡±. La intromisi¨®n de Fulanito consisti¨® exactamente en eso: en mantener como estado en su aplicaci¨®n de mensajer¨ªa durante cuatro meses, pese a las protestas y denuncias del aludido, la admonici¨®n ¡°No te f¨ªes de Menganito¡±.
Sucede que Fulanito y Menganito compart¨ªan negocios en el sector sanitario. Acabaron mal. Se separaron. Pasaron de ser socios a competencia directa. Y fue entonces cuando Fulanito decidi¨® pregonar en su estado de la aplicaci¨®n de mensajer¨ªa ¨Cvisible para todos sus contactos telef¨®nicos, muchos de los cuales compart¨ªa con el demandante¨C su opini¨®n personal sobre su excolega, con nombre y apellidos. Bosch, que adem¨¢s del firmante de la sentencia, es el muy visible portavoz de Jueces para la Democracia, sostiene en su sentencia que tal hecho produjo un da?o cierto en la imagen personal y profesional del demandante.
Reflexiona el magistrado que cosa distinta hubiera sido si esa opini¨®n se hubiera referido a una persona con trayectoria p¨²blica ¨C¡°pongamos que hubiera puesto ¡®el juez Bosch me cae gordo¡±, ironiza ¨C, m¨¢s expuesta a la cr¨ªtica en aras de la libertad de informaci¨®n y expresi¨®n. Pero, al tratarse de un particular, su se?or¨ªa estima que prevalece la protecci¨®n del honor del aludido.
Las particularidades del caso hablan de las pasiones del ser humano mejor que muchas novelas psicol¨®gicas. En principio, el demandante ped¨ªa al juez que condenara a Fulanito a poner en su estado: ¡°Menganito es un profesional de toda confianza¡± durante todo un a?o, y a idemnizarle con 10.000 euros por da?os morales. Bosch estima en su sentencia que no puede obligar a nadie a publicar una opini¨®n que no tiene, considera desproporcionada tal pretensi¨®n econ¨®mica y la fija en 2.000 euros, una cantidad simb¨®lica suficiente para que el demandante cubra los costes del proceso.
Lo novedoso, con todo, es el soporte en el que el juez condena al demandado a reparar el honor del demandante. Hasta ahora, era habitual que en este tipo de litigios se obligara a los condenados a publicar la sentencia en los peri¨®dicos. Bosch, sin embargo, ha tirado directa y exclusivamente por la v¨ªa digital. ¡°Las leyes de protecci¨®n del honor datan de los 80, y entonces no exist¨ªan las redes sociales. Estimo que lo m¨¢s adecuado es que se publique la sentencia en el mismo medio en el que se produjo la intromisi¨®n ileg¨ªtima¡±, opina el juez. ¡°No es seguro que las personas que leyeron la frase descalificatoria, leyeran la sentencia en los medios impresos¡±. Desenga?¨¦monos. Definitivamente, el papel no es lo que era.
Aparte de a tentarnos la ropa a quienes escribimos en prensa, la sentencia de Bosch nos invita a todos revisar nuestro estado en Whatsapp, una aplicaci¨®n que usa habitualmente m¨¢s del 90% de los espa?oles, seg¨²n el ¨²ltimo estudio del CIS. Una palabra, o una frase, que se supone que sirve para informar sobre la disponibilidad o no del titular de la cuenta y que muchos utilizan como carta de presentaci¨®n, p¨²lpito o, directamente, chist¨®dromo particular. As¨ª, en una agenda de contactos media se puede leer desde el ¡°Asturias, patria querida¡±, de alg¨²n astur sentimental; al ¡°Sense Estat, de moment¡±, tendencia ahora mismo entre la flor y nata de los indepes catalanes; al ¡°qu¨¦ buena tarde se ha quedado¡± pasando, naturalmente, por el muy frecuente ¡°Here I am, using Whatsapp¡± que la mensajer¨ªa facilita al usuario por defecto.
Esta semana, Whatsapp ha encriptado sus comunicaciones. Desde entonces, las conversaciones, archivos, fotos que se comparten est¨¢n cifradas y solo son accesibles para el emisor y el receptor, ni siquiera para la polic¨ªa o la empresa propietaria. El estado es, sin embargo, visible para cualquiera que tenga su n¨²mero de tel¨¦fono. Las nuevas tecnolog¨ªas traen nuevos litigios, nuevos problemas que requieren nuevas soluciones. Difuminan las fronteras entre el ¨¢mbito p¨²blico y el privado. Complican el siempre delicado equilibrio entre el derecho al honor y el de la libertad de expresi¨®n. El propio Bosch admite que su sentencia puede y debe generar un debate en la sociedad y entre los propios juristas. De momento, su decisi¨®n ha sido considerada salom¨®nica por las partes, puesto que ni Fulanito ni Menganito han recurrido la sentencia, que ya es firme. Por cierto, su se?or¨ªa Bosch tiene un neutro a la par que informativo ¡°disponible¡± como ¨²nica palabra en su estado de Whatsapp.
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